Donde la vida se doblega, nunca Antología poética de ÁNGEL GONZÁLEZ Selección y prólogo de Susana Rivera Valparaíso Ediciones Granada, 2017 |
DONDE LA VIDA SE DOBLEGA NUNCA
Caminar por el legado poético de Ángel González es recorrer una playa
mediterránea y hallar en su calidez huellas firmes. El escritor, nacido en
Oviedo en 1925, personaliza uno de los recorridos más perdurables de la
generación mediosecular. Pertenece por edad a una nómina creadora cuyos
integrantes aguantan con solvencia las acometidas del tiempo; siguen sólidos
los magisterios activos de Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, José Ángel
Valente, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Francisco Brines, o José Manuel
Caballero Bonald. El balance del conjunto no diluye los valores personales de
cada sensibilidad.
Más allá de la lectura circunstancial, quien se acerque a la actividad
creadora de Ángel González refrendará un perfil clásico, capaz de sobrevivir a
la persistente dialéctica entre tradición y ruptura. El yo biográfico
está marcado por la dictadura de Franco,
los picachos grises del régimen y un orden social repleto de
prejuicios, con una severa censura tutelar.
En 1973, en el último tramo del franquismo, el escritor fija su
residencia en Estados Unidos. Tiene contrato temporal como profesor de Literatura española en las universidades de Utah, Maryland y Texas. Desde 1974
reside en Albuquerque y ejerce la docencia en la Universidad de Nuevo México.
Allí conoce a Susana Rivera, joven estudiante con quien establece una larga
relación personal que perdura hasta su fallecimiento en Madrid, el 12 de enero
de 2008.
Cuando
se cumple el primer aniversario de su muerte, en la presentación de la
antología La primavera avanza, Susana
Rivera reúne una muestra de los poemas más significativos de Ángel González;
así emerge una galería de espejos interiores con varias capas de significación,
precedida de una lúcida indagación crítica. Aquel texto sirve de base al
prólogo de Donde la vida se doblega,
nunca. En él, la profesora universitaria recorre los magisterios del poeta,
su ideario estético, el contexto histórico que empañó su biografía y las piezas
más notables del taller creador.
El trayecto despliega al paso una voz propia. La entrega Áspero mundo amanece en 1956. Recrea una
atmósfera urbana sentida y vivida como un escenario que concede a los poemas un
carácter testimonial. Pero el trasfondo histórico se impone y el rasgo social
aparece de inmediato; el poeta participa en un acontecimiento
generacional emblemático: el viaje a Colliure de 1959 para el homenaje a
Antonio Machado en el vigésimo aniversario de su muerte. Poco después, en 1961,
publica Sin esperanza, con convencimiento
en cuyos versos late el proceso interior de la conciencia. En su tono sencillo
y directo se cobija una intensa reflexión sobre ideas de contornos difusos como
la esperanza o el porvenir colectivo. La
escritura es un continuo ejercicio de actualización; junto a los trazos
secuenciales del intimismo, el diálogo coloquial y el sesgo amoroso germinan también
el didactismo, la ironía y la parodia, formas de resistencia del lenguaje que
enaltecen el sentido crítico. Los poemas de Grado
elemental reconocen el magisterio de Antonio Machado. El tránsito
existencial es una sucesión de contrastes que oscurece la linealidad del discurso:
en su contundencia expresiva, las palabras son lecciones de cosas, llanuras y
repliegues.
El aserto de un poemario muy breve, Palabra
sobre palabra, que integra cinco composiciones amorosas, y ve la luz en 1965, servirá en el
tiempo para reunir toda la obra. Su primera edición, fechada en 1968, contiene
un hito creador, Tratado de urbanismo,
editado en el Bardo un año antes; es un trabajo maduro que fusiona con
admirable celo recursos personales como la denuncia social, y una ironía casi
extremada hasta la plenitud verbal del sarcasmo.
Con Breves acotaciones para una
biografía comienza un nuevo ciclo escritural que integra tres títulos;
junto al citado, abarca Procedimientos
narrativos y Muestra corregida y
aumentada de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales
que habitualmente comportan. En ellos se configura un renovado personaje
poético y se enaltece el uso de fórmulas y rótulos estilísticos. Ángel González
escribe con mayor libertad expresiva y se intensifican rasgos antipoéticos como
el prosaísmo, la ironía y el humor.
Las confluencias entre pensamiento y voz crepuscular dan pie al evocador
lenguaje de Otoño y otras luces; la
experiencia de la realidad invita al pesimismo; se intensifica el tono elegíaco.
El discurrir acentúa los matices entre vitalismo y fugacidad. El
ensimismamiento del sujeto germina en melancolía y cada vez resulta más audible
la voz de la resignación y el escepticismo; el largo viaje se aproxima a la
estación final y la proximidad de la ceniza no puede evitar evidenciarse con un
rumor severo y trágico. En Nada grave,
título póstumo del poeta, el discurso lírico está contaminado por la llegada a
la última costa. Quien habla entre los versos tiene el dolor aprendido del
tránsito, lleva en la piel la insistente caligrafía de la experiencia. Quedan
lejos la ternura del recuerdo, la ironía y el escepticismo y la afirmación
elegíaca. El ahora es un espacio lastrado por el pesimismo. En el fondo de la
noche el vacío revela sus contornos. No se niega la contundencia de la vejez,
la pérdida del impulso vital o la carencia de razones para afrontar la
amanecida, cuando todo es caminar por las aceras de la senectud.
Susana Rivera entiende el libro con un carácter más diáfano. El caos de
la vida “cuando se desvanece definitivamente se hace sueño, y lo que queda
brillando para siempre en la oscuridad de la nada es el amor, si tú fuiste
capaz de darlo. Por eso consideraba que su ingreso en la nada no era grave y
aceptaba el trance final con tranquilidad, aunque no exenta de melancolía” (pág. 30)
Abordar la permanencia de una obra con claridad cartesiana es una
utopía. Cada voz literaria es una síntesis de lecturas y experiencias, que se va gestado en un recorrido muchas veces oculto e inadvertido.
Queda por tanto, como método de estudio el rastreo de los rasgos estructurales
y vislumbrar esos paréntesis temporales en los que es una presencia fuerte: por
tanto, la poesía de Ángel González enlaza con las poéticas de la introspección.
Son estratos creadores que recurren al anecdotario biográfico y que focalizan
la presencia del yo, un aporte neorromántico que tiene en el ahora status
atemporal. En esta poesía se hace norma el lenguaje realista y enunciativo; un
verbo coloquial y cotidiano que deja en el receptor una impresión de cercanía. La
reiteración de núcleos argumentales subordina la originalidad a la indagación
profunda. Se reiteran acercamientos a la identidad subjetiva
como portadora de un destino temporal y transitorio; ese sujeto escindido casi
siempre del yo biográfico habita en una plaza social que refuerza el papel
cívico de la palabra.
En Ángel González es palpable la ausencia de proclamas programáticas;
sus paseos por laberintos metaliterarios son mínimos ya que considera que el
centro motriz de la escritura es el poema y en él dormita su justificación
teórica. Esto no borra un conocimiento profundo de la geografía consensuada del
canon, ni le impide considerar al signo lingüístico como portavoz desvelado de
una realidad más honda.
En el volumen Donde la vida se
doblega, nunca, con selección y prólogo de Susana Rivera, se describe con
diáfana precisión “un pleno dominio de la alquimia del verbo que posibilita
trasmutar las palabras en ritmos y sensaciones para crear varios niveles de
realidad“ (pág. 24). Ha transcurrido una década desde la llegada de Ángel
González a la oscura cartografía de la inexistencia, pero sus poemas siguen
latiendo alrededor, hospitalarios y atemporales, anclados en el río de
Heráclito.
JOSÉ LUIS MORANTE
Esta reseña acaba de publicarse en la revista literaria "Cuadernos del Matemático" nº 56-58. la publicación celebra treinta años de vida y ha dejado una estela imborrable en el paisaje cultural madrileño, dirigida por el escritor Ezequías Blanco. Un fuerte abrazo agradecido por haber compartido amistad y poesía durante muchos años.
ResponderEliminarGracias por traérnosla aquí.
ResponderEliminarPara mí es un imprescindible.