Levitaciones |
GESTOS
VERBALES DEL OTOÑO
Como el tocón oscuro de un árbol talado, continúa el repliegue en la casa amarilla del otoño. Aunque un gratísimo acontecimiento familiar ha trastocado hábitos, sigo cultivando la inercia de los
libros, los paseos largos que mantienen en forma a la incertidumbre y esas expectativas que fragmenta el regreso.
Aunque mi inquietud habitual por lo literario se ha sosegado un tanto, mantengo el boca a boca con la poesía. Debo concluir un poemario, que comienzó a caminar hace siete años y del que he adelantado poemas en las antologías Pulsaciones (2017) y en la reciente Ahora que el tarde (20209. Bajo la sombrilla de la luz de casa, los poemas añaden a sus argumentos algunas imágenes arbitrarias en las que se hacen visibles las formas del entorno. La higuera se desnuda en el jardín, los amarillos se mantienen en una extraña ley gravitatoria y las tardes se nublan pronto,como cerrando libros por escribir.
Avanza fluida la distribución de las dos últimas antologías. Su recepción en otros ámbitos genera ausencias y cercanías. Pero simplifico, no espero mucho; doy la razón al escepticismo: cuenta solo contigo y así será muy bien recibido lo que venga. Aquí he dejado en el trabajo crítico cientos de reseñas de escritores noveles o asentados. Y parece inevitable pensar que la gratitud es una seña identitaria. No es así; una vez conseguida la reseña, la conversación digital languidece, el blogse deja de leer y el contacto adquiere una dimensión epocal: como la lluvia de Borges, todo sucede en el pasado.
Renuevo optimismo y proyectos a diario. Para que el futuro no sea un punto ciego.
(Apuntes sobre lo real, noviembre, 2020)
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