viernes, 6 de septiembre de 2024

JULIA NAVAS MORENO. BAILARINAS DE RAFIA

Bailarinas de rafia
Julia Navas Moreno
Chamán Ediciones
Colección Chamán ante el fuego
Albacete, 2024

 

ENTRE LA NIEBLA

  

    Desde una estética realista, aunque impregnada de implicación subjetiva, Julia Navas Moreno (Avilés, Asturias, 1966) alienta un trayecto personal que explora estrategias dialogales con el lector en verso y prosa. Sus ficciones argumentales engloban las novelas Esperando a Darian (2014) y ¿Qué hay en una habitación vacía? (2018). Además ha cultivado el relato breve, participando en algunos volúmenes colectivos.
   Su poesía, cuyo cuerpo matérico tiene como signo básico lo existencial, se adentra en el intimismo del sujeto poético para vislumbrar entre la niebla. Hace una evocación profunda de la identidad a partir de la memoria biográfica. Crepuscular en su desamparo y consciente de afrontar un declinar perecedero y contingente, integra las entregas Confieso que he perdido el miedo (2015), Ombligos y universos (2016), Simulacro (2019) y Zapatos sin cordones (2021), que incorpora un liminar escrito por Ana Vega.
   Ahora es el escritor Andrés Ortiz Tafur quien firma el umbral “Una niña”. El breve texto es una incisiva reflexión sobre el olvido y su incansable capacidad de demolición. Todo se diluye hasta convertirse en desmemoria y ausencia; hasta acercarse a ese anden sin regreso que expande la nada como destino final. Pero los versos de Julia Navas Moreno no formulan su propio discurso reflexivo sobre la enfermedad y el olvido de manera conceptual y abstracta; buscan personajes de carne y hueso, cercanos y tangibles, en los que se concretan las carencias y las asimetrías de nuestra condición temporal para que los poemas sean memoria y biografía, para que la implicación afectiva y sentimental anule cualquier asepsia expresiva porque los sólidos pilares que cimentaban la rutina diaria se han ido agrietando hasta convertirse en esqueléticas ruinas y testigos del pasar del tiempo.  
  Dos citas, de  Pedro Salinas y Alejandro Céspedes, ratifican el decurso verbal en torno al recuerdo y a las mutaciones inadvertidas que propician las desapariciones. Desde su filosofía de la fugacidad arranca el poema homónimo “Bailarinas de rafia” que sirve de apunte clarificador en torno al título: como un aroma de infancia, intangible y persistente, llegan a la memoria, cuando todo es olvido, mientras rezuma abandono, las formas plastificadas de unas bailarinas bordadas por las manos hacendosas de la madre, como si enlazaran pasado y pensamiento, como si su fragilidad acometiera un cálido ejercicio de resistencia.
  Julia Navas Moreno concibe cada libro como un caminar unitario en torno a un tema; de ese modo, las tramas se van construyendo complementarias y sumativas. Aquí es el alzheimer la que marca el destino poético de la madre como protagonista en primer plano. Las estancias del yo se van despojando en el tiempo; muestran su desnudez con esa confusión irreversible de quien nada recuerda. Todo fue, y ahora es un es cansado que tiene en los sentidos el desnorte frágil de quien no sabe y soporta una estridente soledad en la que no cabe nadie. Sobra espacio.
    El yo poético sobrevive en el caos cotidiano; el sujeto no tiene a veces más respuestas que esperar el desahucio, esa disonancia manifiesta que confronta deseos y esperanzas. Nada parece permanente y salvable; todo soporta un claro desengaño ante la realidad vivida. El mutismo y la incertidumbre sobrecogen; es la impotencia manifiesta ante el destrozo de la soledad, ante el acero frío de la pérdida: “La pérdida es el dúctil vacío / de las tardes de domingo, / no encontrar la palabra adecuada, / mirar con extrañeza el rostro antes venerado”. De esa conciencia de finitud y despojamiento, de pequeñez con gestos limitados, se hace el presente, ese denso páramo por el que discurren los pensamientos.
   Son los momentos decisivos de un trayecto personal que asume la ausencia de quienes fueron norte y guía y son ahora sombras de un laberinto sin puertas que acumula vivencias irrepetibles. De nada sirve la errática evocación, el desandar el tiempo para reencontrar la estela de lo vivido. Toca vivir un futuro nuevo, sin forjar demasiadas esperanzas; se trata de moldear un destino manejable y gris, unidimensional, un paisaje sin pretensiones donde sobrevivir a la inclemencia porque “la épica del quebranto habla más de nosotros / que la vanagloria del éxito” y, al cabo, de la existencia nunca se sale indemne.
   La autora incluye una nota final que refuerza la cercanía entre poesía y vida. Tras su lectura, se hace fuerte la sensación de que Julia Navas Moreno entiende la escritura como testimonio y terapia, como confidencia en la que el verso adquiere, con un lenguaje despojado y ajeno a cualquier arrebato místico, la caligrafía de la evocación: las palabras moldean un sujeto literario que humaniza su voz, que muestra los movimientos convulsos del corazón. esas arritmias que marcan el deseo de seguir a flote en el oscuro declinar de un mar desconocido. 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
 
 

 

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