![]() |
La Sagrada Familia, Barcelona Imagen de GetYourGuide |
CON CATALUÑA, CON LA CONSTITUCIÓN
Aclaro de inmediato: no soy un nacionalista
español, ese supuesto estigma con el que los secesionistas de periferia y los abducidos por el independentismo pretenden anular los argumentos de la razón y de la historia. Pero me desasosiega que un referendum ilegal, propiciado por el gobierno de una comunidad contra una constitución parlamentaria y democrática, sea celebrado como un hito convivencial. Por eso anoto aquí estas
impresiones, leves apuntes de profesor durante décadas de Geografía e Historia. Nací en
España, aunque me hubiese encantado haber nacido en Canadá, Australia, Estados
Unidos, Suecia, Italia, Gran Bretaña o Argentina… Casi en cualquier sitio de ese
mundo en progreso que ofrece a sus pobladores unas condiciones existenciales
dignas.
Me causa pánico que España se
balcanice y que el largo periodo de convivencia dependa de los intereses
electorales del nacionalismo segregacionista y de un impune lavado de cerebro que ha tergiversado el patrimonio de siglos comunes. No quiero que España se quiebre,
porque si la consulta independentista se celebra, sea cual sea el resultado,
todos los demás territorios peninsulares e insulares también tienen derecho a
esa consulta. Ser catalán no es ser más que ser castellano, andaluz, canario
o extremeño.
Hace unos años, en la Feria del
libro de Madrid, tuve que soportar en una mesa victimista y quejicosa a un
Jordi “algo” que con voz mentirosa rubricaba que no leíamos la poesía de Cataluña y que se
condenaba al ostracismo a sus poetas, por ser catalanes. Escuché perplejo; yo
preparaba una edición crítica de Joan Margarit, leía con fervor de neófito a
Jaime Gil de Biedma y anotaba datos para un largo artículo sobre Carlos Barral… Además dos de mis libros se habían publicado en una editorial catalana y adquiría sus novedades de la editorial apenas salían al mercado. Aquel sujeto,
desaforado y pueblerino, negaba mis lecturas, mis vínculos, mis querencias y
pretendía apartarme de mis poetas. Esos poetas que nunca fueron ni serán
extranjeros para mí porque no son un territorio, una excusa bélica, un desagüe
para ensuciar la convivencia con réditos electoralistas que disimule corrupción
y pésima gestión económica.
Que los nuevos meses vengan sosegados para el
quehacer diario de todos, sin que marquen la convivencia himnos, banderas y esa
historia reinventada a la medida de un ego deforme, que la sentencia del proceso soberanista sea justa con la gravedad del delito, que los diputados electos usen el Congreso y las instituciones no para negar al otro sino para acordar rutas comunes.
Que sigamos juntos y en paz.
Con Cataluña, claro; somos lo mismo.