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miércoles, 29 de noviembre de 2023

XAVIER OQUENDO TRONCOSO. TIEMPO ABIERTO

Tiempo abierto
Xavier Oquendo Troncoso
Prólogos
de
María Ángeles Pérez López
José Luis Morante
Valparaíso Ediciones
Granada, 2022 

 

SUTURAS CON VOZ


   El trayecto poético de Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, Ecuador, 1972), Periodista y Magister en Escritura Creativa, sobrepasa los treinta años de escritura. Comienza en la década de cierre de siglo con el cuaderno Ahora que soy joven, editado en Quito en 1990 y considerado por su autor como salida exploratoria, de aprendizaje y tanteo; y abarca hasta 2022 una docena de títulos, con presencia fuerte en compilaciones y antologías individuales y colectivas. Las reediciones y los traslados a otras lenguas dejan constancia del compromiso ininterrumpido con el género y de la identidad central que mantiene el poeta en el ámbito lírico en español.
   Su última entrega Tiempo abierto reúne los libros Tiempo abierto y Compañías limitadas y añade prólogos de María Ángeles Pérez López y José Luis Morante. La introducción de la profesora universitaria, recientemente galardonada con el Premio de la Crítica en la modalidad de poesía, opta por el enfoque lírico. Sus páginas aportan una deslumbrante belleza léxica: “Saltan hojas y limones en su libro de nueces sin abrir. Se desperdigan hacia el suelo de la página como raíces en las que el texto crece para señalar lugares inauditos: notas a pie de página que expanden el tiempo…”.  El análisis deja también un demorado sondeo de conexiones culturales que fortalece la inserción de la obra en una tradición plural, de registro polifónico, en las que son itinerarios frecuentados el surrealismo, César Vallejo y el estilo sálmico y luminoso de Walt Whitman.
   Xavier Oquendo Troncoso elige el formato del poema en prosa para mostrar al paso los lugares inauditos de lo vivido, las suturas con voz. Sin la pretensión de continuidad del dietario sentimental, pero con su afán enunciativo, lanza al aire secuencias que iluminan la íntima biografía, que es la que más cosas nos explica, como argumentara Miguel de Unamuno. En esas instantáneas verbales, el pretérito recobra las sendas personales y propicia desplazamientos capaces de convertir los recuerdos en interlocutores fiables. El apartado “Ayer” captura el ademán del aire; abre la ventana a los indicios de un trayecto existencial que se hizo camino hasta el ahora. Todo es evocación y sinestesia. El olor de la casa del padre y la luz amarilla son vigilia sostenida en la casa de la memoria. Desde el primer texto el poeta dilata la semántica argumental con un nutrido paratexto donde aglutina citas, poemas, fragmentos de canciones, recuerdos que dejaron los caminos sinuosos de la lectura, viajes y teselas culturales que conceden la palabra a magisterios esenciales del canon.
   La compilación final “Hoy” se abre con un ejercicio de introspección literaria. Lo metapoético enaltece la fuerza de la escritura y su potestad para fortalecer la textura de lo transitorio. La palabra es estación, rompe los candados del mutismo, muda y regresa, cambia y vuelve los ojos a la lentitud encendida del transitar. El retorno al ahora integra una meditación fragmentada sobre el hecho poético, pero también es una azarosa crónica del pensamiento en libertad. Quien asume la voz verbal hace balance, desempolva recuerdos, recorre la llanura de lo incierto y asume su condición poética acumulando imágenes que convierten los elementos del lenguaje en una invitación al conocimiento y el asombro.
   El texto “Consejos imposibles para un aprendiz” recoge indicios para una poética. En ella prevalece la imaginación frente al discurso dogmático porque “la palabra es una figura que solo conmueve en su sonido, no en su significado. Sólo es válida en su tono, no en sus intenciones”.
   El libro homónimo Tiempo abierto es un compendio de contrastes. Conjuga la actitud confesional autobiográfica con otros registros de conocimiento que proyectan el discurso sobre lo cotidiano. Sus teselas unen realidad y ensoñación para generar un mundo propio, un espacio de pensamiento que diluye nieblas y extravíos, que abre el surco del tiempo para dar suelo firme a lo fugaz.
   La mirada crítica de José Luis Morante sirve de pórtico a Compañías limitadas, cuya primera edición se realizó en 2019. El poeta y crítico abulense recalca el sentimiento amoroso como núcleo germinal de las composiciones. El amor moldea la conciencia reflexiva del hablante verbal que se convierte en paisaje especulativo y cambiante. El enfoque emotivo no desdeña la ironía, como mirador distanciado, aunque la implicación reflexiva es continua al abordar el largo recorrido, desde los primeros hilos de la amanecida hasta los senderos de la incertidumbre, cuando la intemperie aguarda para cubrir la piel con el relente de la soledad.
   Xavier Oquendo Troncoso da a su entrega un carácter dual y compila las composiciones en dos apartados, aparentemente contradictorio: “las compañías” y “Las soledades”. En la composición inicial “Afectos Cia. Limitada” la red tendida del sentir emocional entrelaza en sus manos la cartografía del estar compartido. La excelente composición deja en su desarrollo argumental la sensación de que existir requiere la presencia cumplida del afecto, la respiración del otro como permanencia y hábito estable. Desde ese umbral del nosotros, las palabras trazan una estela expresiva que sustituye el intimismo coloquial por una dicción torrencial, densa, vestida de sugerencias que añade onirismo, rupturas de lugares comunes y comparaciones sorprendentes. El resultado es un cúmulo de sensaciones, un espejo fiel en el que encuentra cobijo una conciencia en vela, que resguarda la proximidad del otro.
   Pero se impone lo transitorio en el estar y hay que recomponer itinerarios y habitar, en la zona de sombras del idioma, nuevos pasillos. Se recuperan en los poemas presencias familiares, homenajes a magisterios y evocaciones cuyos acordes no ha debilitado el tiempo. Y nunca falta en los versos la indagación sobre el sentido existencia en esa larga senda hacia la madurez crepuscular: “El futuro es siempre gloria entre comillas, / es firme expectativa en la barcaza que me lleva / por el lago anaranjado de mi astucia. / No es firma ni pacto ni protocolo ni arbitraje. / No es que me conservo en el hielo / ni que Dorian Grey hizo su viaje de tuerca”.
  El conjunto “Las soledades” recoge los átomos dispersos de la convivencia. El balance deja la sensación de una vida a medio hacer, donde los instantes felices se escribieron con frágiles garabatos. Desde esa orfandad emerge una soledad estatuaria, fría, que busca agua potable en las palabras y en la música.
  Los poemas de la sección metaliteraria “La poesía” establecen un diálogo conjetural con la creación; el taller literario, con sus modos y formas, es una invitación a la felicidad, una propuesta de recorrer un paisaje abarcable de ángulos e itinerarios inéditos. Las palabras expanden realidad, sacan a la imaginación a mediodía y recorren, con paso silente, el pensamiento para que nunca sea tierra baldía.
   En su diversidad, ambos libros, Tiempo abierto y Compañías limitadas, comparten el rico contexto verbal y la tendencia a la reflexión introspectiva como vitalidad y génesis del enjambre temático. La mirada al yo es expansiva y dinámica; acoge también innovadoras perspectivas y latitudes del entorno; es expresión de un destino asumido que purifica y da serenidad, que pone suelo firme a un presente huidizo mientras modula una canción que aleja el frío.

JOSÉ LUIS MORANTE



 

 

 

miércoles, 21 de diciembre de 2022

XAVIER OQUENDO TRONCOSO. TIEMPO ABIERTO

Tiempo abierto
Xavier Oquendo Troncoso
Prólogos de
María Ángeles Pérez López
José Luis Morante
Valparaíso Ediciones
Granada, 2022

 

SUTURAS CON VOZ
 
 
   El trayecto poético de Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, Ecuador, 1972), Periodista y Magister en Escritura Creativa, sobrepasa los treinta años de escritura. Comienza en la década de cierre de siglo con el cuaderno Ahora que soy joven, editado en Quito en 1990 y considerado por su autor como salida exploratoria, de aprendizaje y tanteo; y abarca hasta 2022 una docena de títulos, con presencia fuerte en compilaciones y antologías individuales y colectivas. Las reediciones y los traslados a otras lenguas dejan constancia del compromiso ininterrumpido con el género y de la identidad central que mantiene el poeta en el ámbito lírico en español.
  Su última entrega Tiempo abierto reúne los libros Tiempo abierto y Compañías limitadas con prólogos de María Ángeles Pérez López y José Luis Morante. La introducción de la profesora universitaria, recientemente galardonada con el Premio de la Crítica en la modalidad de poesía, opta por el enfoque lírico. Sus páginas aportan una deslumbrante belleza léxica: “Saltan hojas y limones en su libro de nueces sin abrir. Se desperdigan hacia el suelo de la página como raíces en las que el texto crece para señalar lugares inauditos: notas a pie de página que expanden el tiempo…”.  El análisis deja también un demorado sondeo de conexiones culturales que fortalece la inserción de la obra en una tradición plural, de registro polifónico, en las que son itinerarios frecuentados el surrealismo, César Vallejo y el estilo sálmico y luminoso de Walt Whitman.
  Xavier Oquendo Troncoso elige el formato del poema en prosa para mostrar al paso las suturas con voz. Sin la pretensión de continuidad del dietario sentimental, pero con su afán enunciativo, lanza al aire secuencias que iluminan la íntima biografía, el intervalo que más cosas nos explica, como argumentara Miguel de Unamuno. En esas instantáneas verbales, el pretérito recobra las sendas personales; propicia desplazamientos capaces de convertir los recuerdos en interlocutores fiables. El apartado “Ayer” captura el ademán del aire; abre la ventana a los indicios de un trayecto existencial que se hizo camino hasta el ahora. Todo es evocación y sinestesia. El olor de la casa del padre y la luz amarilla son vigilia sostenida en la piel fragmentada de la memoria. Desde el primer texto, el poeta dilata la semántica argumental con un nutrido paratexto. En él aglutina citas, poemas, fragmentos de canciones, recuerdos que dejaron los caminos sinuosos de la lectura, viajes y teselas culturales que conceden la palabra a magisterios esenciales del canon.
  La compilación final “Hoy” se abre con un ejercicio de indagación literaria. Lo metapoético enaltece la fuerza de la escritura y su potestad para fortalecer la textura de lo transitorio. La palabra es estación, rompe los candados del mutismo, muda y regresa, cambia y vuelve los ojos a la lentitud encendida del transitar. El retorno al ahora integra una meditación fragmentada sobre el hecho poético, pero también una azarosa crónica del pensamiento en libertad. La voz verbal hace balance, desempolva recuerdos, recorre la llanura de lo incierto y asume su condición poética, acumulando imágenes que convierten los elementos del lenguaje en invitación al conocimiento y el asombro.
   El texto “Consejos imposibles para un aprendiz” recoge indicios para una poética. En ella prevalece la imaginación frente al discurso dogmático porque “la palabra es una figura que solo conmueve en su sonido, no en su significado. Sólo es válida en su tono, no en sus intenciones”.
  El libro homónimo Tiempo abierto es un compendio de contrastes; conjuga la actitud confesional autobiográfica con otros registros de conocimiento que proyectan su discurso sobre lo cotidiano. Sus teselas unen realidad y ensoñación para generar un mundo propio, un espacio de pensamiento que diluye nieblas y extravíos, que abre horizontes a la contemplación.
   La mirada crítica de José Luis Morante sirve de pórtico a Compañías limitadas, cuya primera edición se realizó en 2019. El poeta y crítico abulense recalca el sentimiento amoroso como núcleo germinal de las composiciones. El amor moldea la conciencia reflexiva del hablante verbal que se convierte en paisaje especulativo y cambiante. El enfoque emotivo no desdeña la ironía, como mirador distanciado, aunque la implicación reflexiva es continua al abordar el largo recorrido, desde los primeros hilos de la amanecida hasta los senderos de la incertidumbre, cuando la intemperie aguarda para cubrir la piel con el relente de la soledad.
   Xavier Oquendo Troncoso da a su entrega un carácter dual y compila las composiciones en apartados aparentemente contradictorio: “las compañías” y “Las soledades”. En la composición inicial “Afectos Cia. Limitada” la red tendida del sentir emocional entrelaza en sus manos la cartografía del estar compartido. La excelente composición deja en su desarrollo argumental la sensación de que existir requiere la presencia cumplida del afecto, la respiración del otro como permanencia y hábito estable. Desde ese umbral del nosotros, las palabras trazan una estela expresiva que sustituye el intimismo coloquial por una dicción torrencial, densa, vestida de sugerencias que añade onirismo, rupturas de lugares comunes y comparaciones sorprendentes. El resultado es un cumulo de sensaciones, un espejo fiel en el que encuentre cobijo una conciencia en vela que resguarda la proximidad del otro.
  Pero se impone lo transitorio en el estar y hay que recomponer itinerarios y habitar en la zona de sombras del idioma nuevos pasillos. Se recuperan en los poemas presencias familiares, homenajes a magisterios y evocaciones cuyos acordes no ha debilitado el tiempo. Y nunca falta en los versos la indagación sobre el sentido existencial, en esa larga senda hacia la madurez crepuscular: “El futuro es siempre gloria entre comillas, / es firme expectativa en la barcaza que me lleva / por el lago anaranjado de mi astucia. / No es firma ni pacto ni protocolo ni arbitraje. / No es que me conservo en el hielo / ni que Dorian Grey hizo su viaje de tuerca”.
  El conjunto “Las soledades” recoge los átomos dispersos de la convivencia. El balance deja la sensación de una vida a medio hacer, donde los instantes felices se escribieron con frágiles garabatos. Desde esa orfandad emerge una soledad estatuaria, fría, que busca agua potable en las palabras y en la música.
  Los poemas de la sección metaliteraria “La poesía” establecen un diálogo conjetural con la creación; el taller literario, con sus modos y formas, es una invitación a la felicidad, una propuesta de recorrer un paisaje abarcable de ángulos e itinerarios inéditos. Las palabras expanden realidad, sacan a la imaginación a mediodía y recorren, con paso silente, el pensamiento para que nunca sea tierra baldía.
   En su diversidad, ambos libros, Tiempo abierto y Compañías limitadas, comparten el rico contexto verbal y la tendencia a la reflexión introspectiva como vitalidad y génesis del enjambre temático. La mirada al yo es expansiva y dinámica. Acoge en su vuelo innovadoras perspectivas y latitudes del entorno. Es expresión de un destino asumido que purifica y da serenidad, que pone suelo firme al presente huidizo, mientras modula una canción que aleja el frío.
 
JOSÉ LUIS MORANTE


 
 

 

sábado, 4 de junio de 2022

RAFAEL SOLER. LAS CARTAS QUE DEBÍA

Las cartas que debía
Rafael Soler
Prólogo de Ramón Hernández
El Ángel Editor, Colección Pluma
Quito, Ecuador, 2022
(Primera edición, Vitrubio, Madrid, 2011) 


EPISTOLARIO

 
  
   En abril de 2022, el Festival Internacional de Poesía (IM)Prescindibles, celebrado en la localidad madrileña de Moralzarzal con coordinación del poeta, editor y gestor cultural Álvaro Hernando, elegía a Rafael Soler (Valencia, 1947) como personalidad central del ahora poético, junto a Efi Cubero y Miguel Veyrat, por su excelso trayecto literario y por el expandido magisterio entre las hornadas más jóvenes. Este cálido reconocimiento se suma al balance vivo y renacido que aglutina la publicación de su poesía completa, reunida en el volumen Vivir es un asunto personal (2021), y el amanecer como libro exento de su último poemario Las razones del hombre delgado (2021). 
   El rescate de Las cartas que debía en el proyecto que dirige y coordina Xavier Oquendo Troncoso integra el fluir lírico de Rafael Soler en el ámbito latinoamericano y recuerda una etapa clave, un segmento temporal que aglutina los poemarios Los sitios interiores (Sonata urgente) Maneras de volver. Son las salidas iniciales y pertenecen a un momento de formación y búsqueda; son el refrendo de un ideario que mantiene una clara raíz vanguardista y un nítido desarraigo del convencionalismo de época. La etapa auroral despliega un mundo propio; mezcla en su quehacer expresivo la afectividad sentimental, el verbo irónico, asuntos argumentales que trazan exploraciones humanistas y en su aspecto formal fomenta el uso de metáforas e imágenes que plasman una dicción original y distinta, no exenta de hermetismo.
   Ramón Hernández firma la introducción “Caupolicán Soler”, un título sugerente que enlaza el vigor literario del valenciano con el valeroso caudillo araucano que resistió la conquista española del sur de Chile, en el siglo XVI. Desde la requerida admiración que despierta la individualidad de Soler y con un convincente aderezo cultural, el prólogo argumenta que la esencia de Las cartas que debía habita en un “revivir privado, descrito en clave, utilizando un lenguaje sobrio, medido, exacto, pleno de reivindicaciones tan secretas que, muy probablemente, nacen y mueren en el alter ego del poeta, que vive en él, como exclusivo confidente de sí mismo.”
  Se me permitirá añadir a la convincente argumentación de Ramón Hernández una mirada a la tradición; el título remite al género epistolar, una escritura que tuvo su plenitud en los siglos XVI y XVII y que se ha mantenido en el tiempo, ligada con frecuencia a la voz femenina, más proclive al intimismo y la enunciación a dos vertientes. En cualquier caso, la modalidad expresiva siempre requiere un destinatario explícito, un necesario receptor del discurso lírico que convierte la veladura subjetiva en caligrafía común.
   Rafael Soler organiza esta heterodoxa correspondencia poética en catorce secciones, en las que no faltan desdoblamientos del sujeto poético, mensajes colectivos o lejanías conceptuales que no tienen un destinatario concreto sino un enunciado reflexivo en el que depositar el magma intimista de la confidencia. Así, el primer envío “A un notario con el tiempo justo” hace del tú apelativo un yo desdoblado que dialoga consigo mismo sobre el tránsito temporal. Quien habla hacia dentro espera hallar en la mirada experiencia vital y lúcido desencanto, porque la realidad trastoca ilusiones e idealismos y aloja en la voluntad sendas de cansancio y distancia, de enfermedad e intemperie.
   El poema muestra la sensibilidad comunicativa del yo autobiográfico. Comparte soledad y ese estar perenne en el desconcierto, cerca de la locura, cerca también de los que no tienen a nadie y de los que como único patrimonio de bolsillo se reparten apagamientos y muertes diarias. Desde entornos complejos – el manicomio, un asilo, una cama de hospital… - van llegando mensajes que contienen el desgarro encendido de la decepción. Los hilos argumentales conforman estados anímicos en los que prevalece una ambientación nocturnal, una costa de sombras.
  Con fuerza admonitoria y vallejiana, el lenguaje muestra angosturas de frontera entre lo cotidiano y el discurrir onírico, mientras los pasos del discurso toman posesión de la incertidumbre. En su pluralidad temática, los poemas se hacen preguntas, clarifican siluetas del yo perdidas en el tiempo; emprenden sendas hacia callejones sin salida de los que nadie regresa, siguen el norte del corazón sabiendo que la vida es un péndulo que enlaza amanecida y ceniza.
   Conviene hacer del transitar un gesto de coherencia, un indicio del ser que guarda la memoria.  El insomnio se hace coordenada reflexiva. Desde esa percepción, cada amanecida contiene sus estratos de azar, ese golpe de dados que comparte deseos y hace del amor un destino tangible. Esa presencia viva que comparte el cincuenta por ciento de la almohada –Lucía- es la destinataria de muchas confidencias, como las que conforman el apartado siete. La reflexión existencial se acentúa en Las cartas que debía cuando el sujeto verbal dirige su mirada hacia el espacio interior, a esa zona íntima, impregnada por una intensa penumbra crepuscular: “Vivir es decidir / y todo error es tu grandeza / pues solo cuando llegas / das por cumplido lo vivido “.
   Las composiciones acumulan vivencias donde el entorno ratifica su estar; entrelaza sus manos en los transportes públicos donde aguardan los atascos, los encuentros fortuitos y esos asientos compartidos que acogen la presencia del otro. La percepción se esmera en rescatar evocaciones y preservar en la memoria los recuerdos del solitario bebedor. La ironía y el brazo en el hombro de la última copa dejan un perfecto trazado de soledad. Las cartas que debía cobija un largo soliloquio fragmentado. Sus poemas, con rotunda riqueza expresiva, roturan la tierra abierta del susurro para sembrar semillas paradójicas que contienen un intenso mirar introspectivo. El yo nunca cierra los ojos. Mientras busca un lugar donde quedarse, descubre que ha llegado a ese tiempo de finitud cumplida, lejos de cualquier impostura trascendente: “Saluda escucha templa el ceño / desenfunda cuidadoso los abrazos / has llegado / donde quiera que sea has llegado”
   
 JOSÉ LUIS MORANTE


jueves, 11 de junio de 2020

XAVIER OQUENDO TRONCOSO. COMPAÑÍAS LIMITADAS

Compañías limitadas
Xavier Oquendo Troncoso
El Ángel Editor
Quito, 2019


AMAR ES MENOS


  El propósito creador del ecuatoriano Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, Tungurahua, 1972), periodista, gestor cultural, impulsor del sello editorial El Ángel Editor y Doctor en letras y literatura, abarca un recorrido multiforme. Transita por la literatura infantil, la narrativa, el ensayo, la coordinación de antologías sobre sendas fuertes de su generación y voces emergentes del país, y mantiene como actividad central la dedicación poética. De su estela lírica, traducida parcialmente al portugués, inglés e italiano, daba cuenta Salvados del naufragio (2005), muestra del trabajo de casi tres lustros, enriquecido con posteriores entregas y compilaciones como la antología personal Los poemas que me aman (2016), versionada al inglés por Gordon McNeer.
  Su obra continúa con Compañías limitadas, libro aparecido en los últimos días de 2019. Precedido de una extensa dedicatoria afectiva que convierte al amor en núcleo germinal y cálida medida del discurrir del tiempo, el poemario amanece con una larga cita de Jaime Gil de Biedma, con versos que aluden al declinar del mediodía amoroso. Desde un coloquialismo natural, en el que aflora un reguero de imágenes con fuerte impacto visual, el apartado “Las compañías” deslumbra con el poema “Afectos Cía. Limitada”. Su voz enunciativa hace de la textura sentimental una aire respirable. Su estar llena el entorno, dejando en la conciencia reflexiva del sujeto verbal un paisaje mudable que, junto a la aparente solidez celebratoria, cobija inadvertidas zonas de sombras, de vacío. Las secuencias de la aurora se encaminan hacia un atardecer de grises y nostalgia. La fisiología de los afectos construye una realidad especulativa. Es un laberinto de redes causales asentado en el pensamiento. Postula la sensación de una trama diluida de itinerarios, solo entrevista en la memoria.
  El largo verso sálmico y el  usual recurso de la comparación crean un torrente asociativo. Rompen el frío de lo cotidiano con continuas bifurcaciones reflexivas que llevan a la soledad del sujeto y a su estrategia preventiva frente a los afectos. También el poema “Del no amor”, con su formulación interrogativa, hace del ahora un espacio de soledad, como si el registro vital estuviese en un tiempo nuevo donde no fueran posibles la convulsión y el encuentro. Es necesario seguir ruta, buscar una recomposición que adquiera síntomas de plenitud; sumar pasos hacia el asombro.
   Siendo el amor y la voz íntima de la confidencia los hilos sustentadores de Compañías limitadas, Xavier Oquendo Troncoso explora matices en la tensión unitaria del libro. Si el sentir invita a lo solemne, en la composición “El débil” se recurre a la ironía para dar al sujeto una actitud de cercanía cómplice. El recurso también encuentra sitio en la composición “En honor a quien salva”, cuyo tono descriptivo emparenta sus versos con el cuento corto.
   Uno de los poetas capitales de Xavier Oquendo Troncoso, junto a César Vallejo, Pablo Neruda, Nicanor Parra o Juan Gelman, es Jorge Enrique Adoum (1926-2009); al escritor, político, ensayista y diplomático que hizo de la mirada social el compromiso más sostenido de su escritura, dedica el hermoso poema “Dos calles de Adoum y un árbol”. Los versos exploran el periplo biográfico y su legado en el tiempo como si fuesen vigas que cimentara la casa de la poesía. También con la textura del homenaje nacen las composiciones “El colorado” y “Juan”. La primera enfoca la figura del progenitor cobijado en los ojos del niño, lo que concede al personaje un epitelio épico; esa dimensión de calidez filial se mantiene intacta en la madurez meditativa. El poema elegíaco “Juan” rememora el silencio definitivo de Juan Gelman, tan tímido y solidario, tan hecho de esperanza.
   El segmento inicial se completa con ángulos diversos que dan pie a una pluralidad de motivos. Habitan los poemas el discípulo, la voz del tiempo y su experiencia natural, la impresión subjetiva del autorretrato o el lugar del amor como arquitectura capaz de definir al otro o dejar entre las manos su diluido balance final.
   Con su título machadiano, la sección “Las soledades” aborda el sentimiento de pérdida, elegíaco y crepuscular. Consumado el fracaso de la relación amorosa, sobreviven los restos, un patrimonio frío de desolación. Esta debacle propicia el rumor renqueante de la angustia, una anti-oración que vela la felicidad y mantiene en la retina elementos generacionales de la educación sentimental. Aquella felicidad inadvertida de los años 80 entrelazaba la biografía sentimental con un nutrido escaparate de claves colectivas que ahora, en el terco presente, se van llenando de demoliciones. Todo requiere un reajuste, acaso la invención de algún itinerario de regreso que propicie un último tren.
   La corriente escritural se remansa en sí misma en las composiciones del apartado “La poesía”. Como un largo monólogo interrogativo que suma indagaciones, el tejido poético abre un juego digresivo. Secuencia asociaciones y dinamiza un fraseo donde conviven el enunciado y el verso irracional y alucinatorio. Se oyen la personificación, el decir paradójico, la letanía reiterativa y el continuo propósito de activar un uso renovado de la expresión versal.
   Los poemas de Compañías limitadas subrayan la confianza lectora de Xavier Oquendo Troncoso en magisterios medulares. Así intensifica su singularidad, ese intenso cuidado de la dicción poética expresando su confianza en el amor como razón vital, pero también su conciencia de la temporalidad. Quien sale al día explora la realidad del sentir como un ámbito mudable. Hace de la poesía introspección y permanencia, el trazo compartido del fuego y la ceniza.