En 2006 María Asunción Mateo, última compañera sentimental del poeta, prologó el libro Rafael Alberti. 100 poemas, una variada compilación del maestro de la Generación del 27. La edición, correcta y con cubierta de tapa dura, permite una mirada de fin de semana y me acompaña hasta el litoral con el deseo de escuchar de nuevo el eco de un discurso lírico casi perdido entre los pliegues de la memoria.
Fue al inicio de la década de los ochenta -pocos años después de su regreso del exilio- cuando el poeta de Cádiz más cerca estuvo. Aprendí muchos versos de Marinero en tierra, soporté con afecto el deambular vanguardista y las conexiones entre la lírica y su vocación más temprana: la pintura; creí en el poeta social que vivió el compromiso en la trinchera, cuando España era una lenta piel de toro desollada, y sentí la nostalgia del desterrado que se siente extraño y sin raíces.
Este nuevo acercamiento no acaba de engancharme. Hay poemas absolutamente prescindibles, como los de El burro explosivo, que tanto enaltecían los ánimos de las milicias comunistas. Me disgusta también la fatigosa pirotecnia verbal que acumula trabalenguas y enumeraciones torrenciales.
De la vasta producción sólo funcionan las elegías de Retorno de lo vivo lejano, Ora marítima y Baladas y Canciones del Paraná.
Frente a los azules de Morro de Gos cierro el libro, tras recitar despacio la Canción 8: "Hoy las nubes me trajeron..." mientras la larga cabellera de patricio romano se pierde en el blanco y negro de la melancolía.
coincido con "hoy las nubes me trajeron..." no hay mejor manera de cerrar un libro y mirar al otro frente...
ResponderEliminarsobre los ángeles, por favor, sobre los angeles.
un saludo
A no ser mis años de inocente ignorancia, cuando mis ojos eran enormes vigías del aprendizaje, a no ser esos años de la niñez, Don Rafael va a mi vera (lo digo con humildad) en libros y hojas sueltas, y me confieza su eterno compromiso con la vida.
ResponderEliminarGracias, amigo mío, por atar con cinta noble el recuerdo de uno de los grandes (para mi el más, pero admito que es cuestión de gustos).
Un abrazo fraternal.
Queridos amigos, la relectura nos convierte en extraños de nuestros propios gustos. Alberti es un grande y no soy quién para negar palcos en el canon, pero su etapa vanguardista - "Sobre los ángeles" y otros libros- y sus liricografías no me han cautivado como en mis primeros años de escritor. Yo ya no soy el mismo, es verdad. Alberti, tampoco.
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