nº 212
Ricardo Virtanen entrevista a José Luis Morante en EL MIRADOR
-El 10 de mayo vas a presentar en Covibar, en los ciclos de El Mirador, tu dos últimas publicaciones: Ropa de calle, una edición crítica del poeta Luis García Montero, y Mapa de ruta, una antología de tu obra poética, las cuales reflejan a la perfección tus dos facetas más concurridas, la de crítico literario y la de poeta. ¿Qué resumen podemos hacer de tantos años de literatura en estos dos campos?
JLM.- Son dos actividades complementarias, crítica y poesía, que han estado juntas desde que comenzara a escribir, hace más de veinte años. La crítica enseña a definir la estética, propicia antecedentes, suma complicidades y, sobre todo, mantiene en guardia el nivel de exigencia.
Publicar en Letras Hispánicas la edición de Ropa de calle garantiza además una difusión mayor y enmarca el trabajo ensayístico en un catálogo referencial para los amantes de la literatura.Una antología como Mapa de ruta es un ejercicio recapitulario, una selección que busca resaltar los rasgos más singulares de mi poesía y unifica el trayecto como una suma de pasos vertebrados.
-Tu poesía conecta desde el intimismo y la experiencia con temas de gran vigencia y actualidad. Es más que notoria la vertebración social en tus poemas. ¿En cierta manera te consideras un poeta social?
JLM.- No es una etiqueta que me disguste; suele entenderse la poesía social como una crónica de la lírica de posguerra; sin embargo, siempre ha habido una preocupación en la poesía por huir del solipsismo y por no convertir al yo en único protagonista del poema. Creo que hay temas que afectan al colectivo, idearios que exigen una defensa común.
-Hay en tu poesía signos claros de un autobiografismo poético, aunque bien ocultado dentro de un sujeto ficcional. Háblanos de este aspecto clave en tu poesía.
JLM.- El yo biográfico y el protagonista literario son identidades diferentes; es verdad que hay similitudes en el perfil de ambos. Cuando Gustave Flaubert decía que era madame Bovary argumentaba que el escritor había definido el carácter y la forma de ser del personaje. Me gustaría pensar que el sujeto lírico de mi poesía ha sufrido el mismo proceso creador.
Resulta más fácil llegar al lector si se elige la primera persona, si el poema aparece como una confesión, pero todos debemos entender que una cosa es la literatura y otra cosa el hombre común. -Mapa de ruta significa en mi opinión un broche de oro a un recorrido poético de gran calado. ¿Hacia dónde va tu poesía? ¿Proyectos futuros?
JLM.- Eres muy generoso en tus apreciaciones, siempre lo has sido como crítico; yo no tengo tanta seguridad; por ejemplo, dejé fuera muchos poemas de mi primer libro, Rotonda con estatuas, y en la antología hay una representación mucho más numerosa del último tramo creador que de mis inicios. Seleccionar siempre es optar por unos criterios y en esto no hay verdades absolutas: los libros nacieron en un tiempo y reflejan mi forma de escribir en ese tiempo. Lo que no admito es el engaño al lector; no me gusta ver primeros libros sometidos a una cirujía severa que los dejan irreconocibles. Apenas he cambiado palabras en mis poemas; casi todo está como se editó la primera vez.
En cuanto al futuro, creo en la sensación de obra en marcha que me empuja a abrir el ordenador de forma continua. Trabajo mucho. Leo vorazmente. Escribo y rompo. Aún así, tengo casi completo un libro de poemas y otro de aforismos… Y, cuando tenga tiempo, quiero reunir críticas y ensayos breves porque cada escritor se define también por sus lecturas y comentarios. -¿Cómo llevas otro género importante en tu trayectoria literaria, como lo es el diario? ¿Tienes previsto publicar otra nueva entrega que continúe los pasos diarísticos de Reecuentros, editado en 2007?
JLM.- Tengo unos cien folios escritos; pero el diario se detuvo de forma inesperada y desde que abrí el blog Puentes de papel las anotaciones autobiográficas han languidecido tanto que sólo manan gota a gota. Reencuentros fue una experiencia muy grata. Su editor, Luis Felipe Comendador, hizo un trabajo memorable y no descarto repetir. Existe en el fin de siglo una veta muy fecunda de escritores de diarios que han renovado el género.
-Hay una tendencia en tu literatura al aforismo, que queda de manifiesto en tu poesía, en tus diarios y, claro, en el propio género del aforismo, en el que te integraste con la publicación de Mejores días. Tengo entendido que sigues escribiendo. ¿Existe ya algún proyecto perfilado de libro?
JLM.- Ya lo he comentado antes, los aforismos son casi el sustituto natural del diario y estoy en el último tramo de una nueva entrega aforística, que asume literatura y vida, aforismos sobre el taller del autor y la pedagogía que nos sale al paso en lo laboral.
Las conversaciones con la editorial que acogería esos aforismos están muy avanzadas; pero debo optar entre publicar poesía o publicar aforismos; no quiero que salgan dos libros a la vez porque dar aire a las entregas nuevas exige envíos a crítica, presentaciones y conviene ser discretos: son los mismos amigos los que apoyan siempre.-Vivimos unos tiempos en que estamos pasando de una sociedad política a una sociedad económica. Irremediable resulta preguntarte –debido a tu condición de docente y escritor- por la situación por la que atraviesa la enseñanza en la Comunidad de Madrid. ¿Qué mensaje te gustaría dar desde tu posición?
JLM.- Hay un detestable manoseo de la palabra crisis para justificar recortes y dinamitar derechos; la recesión económica no debe regir la aplicación de derechos laborales; un empresario no debe ajustar su cuenta de resultados a la explotación de los trabajadores; cuando un representante empresarial envidia el modelo chino sólo está diciendo que considera su empresa como un feudo en el que él tiene el patrimonio del poder y los demás son secundarios que giran al arbitrio de su voluntad.
Creo en la escuela pública y quiero competir como profesor en condiciones de igualdad con otros modelos educativos y cada uno de mis días busco razones para no caer en un desánimo apocalíptico. -Conocida es tu actividad como profesor de instituto en Rivas Vaciamadrid durante las dos últimas décadas. Háblanos de tu relación con tus alumnos. Junto al profesor, ¿asoma el poeta, el escritor?
JLM.- Claro que sí; mis alumnos me ven a diario con un libro en la mano, saben que mis mejores amigos son escritores como tú y entienden que la literatura para mí no es un asunto a tiempo parcial sino que soy como soy por la literatura.
Echo de menos una educación humanística y cada vez soy más escéptico con las nuevas tecnologías, como si garantizaran un conocimiento infuso; sólo son herramientas y hay que buscar un uso óptimo de las mismas, pero no tienen el monopolio de la sabiduría.-Tú que has participado activamente en las actividades culturales en Rivas desde hace más de 15 años, ¿qué valoración harías de la situación actual de la cultura en Rivas?
JLM.- Estamos en recesión y se buscan formas nuevas de ampliar el mapa cultural. El apoyo institucional ha desaparecido y ahora sólo se limita a ofertar infraestructuras; quedan lejos las actividades regladas, las revistas en papel, las colecciones editoriales municipales y los encuentros con autor.
En esa situación hay un grupo de gente, en el que te incluyo, que está remando a la contra y que despliega una voluntad admirable.A nivel personal, asumo que también a mí me falta la inquietud literaria que tenía hace una década y que me permitió conocer a los mejores escritores contemporáneos: nunca olvidaré los días con Saramago, Brines, Ángel Gonzalez, José Hierro… ahora me he convertido en un consumidor semipasivo, aunque de vez en cuando lea en público o asista a convocatorias.
-¿Crees que Covibar, con sus múltiples propuestas literarias, está en situación de aportar a este pueblo un nuevo clima literario?
JLM.- Lo creo, sin ninguna sombra de duda, este suplemento es una magnífica prueba de ese clima. Y hay iniciativas que confirman que Covibar es un referente sin el que la vida cultural del municipio sería mucho más lánguida: los encuentros poéticos, el café literario mensual, la celebración del II Encuentro de escritores de Rivas o los certámenes de cuentos y cartas de amor dan fe de una institución viva, con una programación a seguir y con un esfuerzo plural que merece apoyo y respeto.
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