José
Luis Morante
Maillot Amarillo, Diputación de Granada, 2010
Celebrar los veinte años de
publicaciones poéticas, mostrar la coherencia de una obra compacta y cerrar en un solo tomo una suma
poética seleccionada son los distintivos de Mapa
de ruta, que nos presenta el abulense, y afincado en Rivas, José Luis
Morante (1956). Veinte años de producción poética que encarna siete libros: Rotonda
con estatuas (1990), Enemigo Leal (1992), Población activa (1994),
Causas y efectos (1997), Un país lejano (1998), Largo
recorrido (2001) y La noche en blanco (2005). Quedan al margen plaquettes, aunque se suman 5 poemas
inéditos al conjunto. Mapa de ruta
comprende desde 1990 hasta 2009. Una fructuosa etapa llena de premios y reconocimientos.
Entre las muchas cualidades que hallamos en la poesía de José Luis Morante,
expondré algunas que explican una obra
coherente y equilibrada.
Poesía de la línea clara.
Morante nace a la poesía con su primer título, en el año 1990. No obstante, es
un autor que se forma con la generación de los ochenta, y dentro de ésta se
decanta por aquella línea clara que expresó la obra poética -y crítica- de Luis
Alberto de Cuenca, y próximo a poetas como García Montero o Benítez Reyes. A
ello podríamos sumar la influencia de poetas de otra generación, como Ángel
González, J. M. Fonollosa o Joan Margarit. A esta línea clara, cuya pretensión
mayor es que se entienda el poema sin cortapisas ni abstracciones, con una
estructura formal del texto y presencia de la anécdota, podríamos sumar poemas
de distintas épocas como “Sabios consejos”, “Encuentro”, el autorretrato
“Resaca” o “La casa de enfrente”, en los que destaca la fina ironía de su
autor, así como la carga crítica que destilan sus versos.
Poesía social. Precisamente
resulta característica la adscripción a una poética que se declara en rebeldía.
Junto a otros poetas, como L. F. Comendador, se imbrica dentro de una de las tendencias poéticas de los
noventa, con un acusado tono objetivo en los poemas de los cuatro primeros
libros, como son el ya clásico”El arte de vivir los lunes” o “Enemigo
insolvente”, y otros más descarnados, llenos de un optimismo desesperanzado, como
“Tipología”, “El reino de los mansos”, “Moral de victoria”, “Chabolas”,
“Francotirador” o “Extranjeros”, quizá el ejemplo más acusado.
Poesía del yo, del nosotros. El desdoblamiento poético, el juego de
heterónimos, el yo divergente que asoma en los poemas del autor, y converge en
el nosotros, conforma otra de las características destacadas de su poética.
Éste será el motivo temático que utilice Josep M. Rodríguez a la hora de trazar
el sugerente prólogo que antecede a los poemas del libro. El texto primero,
“Heterónomos”, debería ser un clásico ejemplo en la literatura actual del
desdoblamiento del yo, de máscara que adopta el sujeto poético, cuyo embrión se
adivina en otros escritores del XX (Machado, Pound, Pessoa), y que tiene en
Rimbaud su primer precedente. Poemas en este ámbito son “El otro”,
“Autobiografía”, “Identidad”, “Máscara”, “Personaje literario” (que refrenda la
cuestión de la identidad) o “Fortaleza”, donde leemos: he perdido el anhelo difuso de ser otro.
El mensaje conciso,
sin tallo emocional,
sin hojarasca.
Una poética que alcanza los
veinte años con un conjunto de poemas precisos, necesarios.
Ricardo
Virtanen
Si se me permite algo de vanidad, esta entrada tiene un significado especial, pues no solo se refiere a dos grandes escritores, a los que admiro profundamente, sino a dos grandes amigos a los que quiero con igual intensidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya Elena, la equidistancia en los afectos siempre es más matemática que sentimental. Así que te agradezco el cálculo.
ResponderEliminarY naturalmente agradezco el respeto que siempre has tenido por mi trabajo literario. La entrada es necesaria para difundir otras maneras de ver la obra propia.
Nos veremos la próxima semana en la cita de escritores del municipio, antes de que el otoño agoste los versos y las ideas.
Un abrazo.