Con José Guadalajara y Fernando López Guisado |
DIÁLOGOS CON LA BIBLIOTECA
La dilatada trayectoria en el tiempo de Fernando López Guisado ha hecho
posible un diversificado acopio de sedimentos culturales. A continuación,
propongo un rastreo de estos referentes que enriquecen las coordenadas básicas
de su escritura. La experiencia lectora confirma que la estética de un autor no
es un camino cerrado sino la búsqueda continua del matiz y el conocimiento de
provechosas confluencias que evitan el monolitismo y el amaneramiento.
El primer paratexto es la cita de apertura que firma Neil Gaiman. Autor de culto, nació en Portchester, Inglaterra, en 1960. En el arranque juvenil se convierte en lector precoz. Se anima pronto a colaborar
en publicaciones cercanas, como articulista y entrevistador; no desdeña la
inmersión en el cómic que inclina su itinerario hacia la novela gráfica en la
que debuta muy pronto. Uno de sus personajes, Sandman, muy alejado de los
arquetipos habituales de las viñetas, se convierte en un verdadero referente
del género a nivel mundial. Esa identidad condensa muchos de los rasgos de
Gaiman: recurrencia al folklore local inglés, onirismo, ambientes urbanos
irreales y densos y contrastes sentimentales en las historias…
Una referencia contextual menos explícita es el primer verso “Bajo los
tilos” del poemario. Para otros, como es mi caso, su carga emotiva es
meridiana. En este diciembre de 2012 se cumple un año de un viaje familiar a
Berlín, la ciudad alemana cuya arteria principal es “La Unter den Linden” (La
avenida de los tilos). Desemboca en la Puerta de Brandenburgo. Cuando la vía se
cedió a la ciudad, se plantaron en sus márgenes numerosos tilos y poco a poco
fueron testigos del próspero urbanismo berlinés. Marlene Dietrich cantó al
bulevar, como signo distintivo. En él sitúa Fernando
López Guisado el poema más diáfano de La
letra perdida, y acaso también el más emotivo, como estela sentimental de
la amada.
El aporte citado de H. P. Lovecratf, un clásico del terror cósmico que
aglutina satanismo y fantasmas, autor de oscuros y barrocos relatos de
terror y ciencia ficción, elige como hilo argumental la pérdida de la propia
identidad. Sirve de pórtico a un autorretrato, cuyos trazos perfilan esta
desalentadora conclusión: lo cotidiano es una fuerza sombría dispuesta a vaciar
nuestros sueños y a llenarnos de pesadillas.
La dificultosa convivencia entre cine y literatura es antigua. Mantienen una relación convivencial que intercambia elementos básicos; muestran una expresividad diferenciada y distintos modos de mirar. En
los poemas de La letra perdida hallamos
alusiones a cintas como Lady Halcón y
La invasión de los ultracuerpos. Pero
ningún aficionado al séptimo arte dejará de percibir la importancia que tiene
la película Tiburón, dirigida por
Steven Spielberg en 1975” en el poema que se abre con una frase del guión:
“Vamos a necesitar un barco más grande”; el poeta emplea esa expresión para
–como Kavafis con los bárbaros- hacer del hombre-tiburón un amigo, Manukanaka,
capaz de instalarnos en otra dimensión. El nombre pertenece al habla popular
polinesio.
Fernando López Guisado utiliza la prosa poética como formato, a
sugerencia de otro estímulo cultural, en esta ocasión extraído de la literatura
fantástica norteamericana de Robert W. Chambers: El Rey de Amarillo, un muestrario de relatos publicado en 1895; es
una antología de cuentos sobrenaturales, que buscan provocar en el lector
inquietud y malestar físico porque dejan a descubierta una maldad palpable,
ominosa y dañina, que anula cualquier ingenuidad.
El primer verso del poema “Veo un sol rojizo que no se apaga nunca”
postula la llegada de un enviado; también es un elemento con bastante
desarrollo en algunas de las sagas de ciencia ficción; no cabe olvidar su
referente bíblico y la llegada del profeta
que da cumplimiento a una esperanza sostenida entre generaciones.
Un nombre propio, Grendel, despierta de inmediato connotaciones épicas.
Grendel el monstruo es uno de los antagonistas del poema épico Beowulf. Es un ser que personifica el
mal y la destrucción que siembra en la tierra danesa hasta convertirla en un
páramo inhabitable. Sólo concluye su labor maligna cuando muere a manos del
héroe Beowulf.
La expresión “Espejo, espejito…” tiene el aire nostálgico de los cuentos
clásicos, de aquella malvada madrastra que pregunta al espejo si algún ser
supera su belleza. La respuesta del espejo condena a Blancanieves. López
Guisado trastoca la ingenuidad del relato clásico para elaborar un poema
narrativo nocturnal.
Soy de los que creen que cada página escrita interroga páginas
anteriores, textos hallados en el heterogéneo mar de la tradición. Este
acercamiento a los diálogos con la biblioteca de La letra perdida no es sino un apresurado índice de la vigencia de
estímulos culturales. Todo lo que no es tradición es intemperie.
Texto inédito, escrito para la presentación en Rivas de La letra perdida en la Sala Miguel Hernández, en la que también participó Manuel Hernández, coordinador de las actividades culturales de Covibar.
Querido José Luis, al igual que tu presentación ( de la que estoy enormemente agradecido) este viaje por las referencias de La letra perdida es tan acertado como entretenido. Toda una puesta en largo de referencias para auxiliar a los lectores del poemario a que puedan acercarse al mismo con mayor facilidad o con diferentes perspectivas. Muchas, muchas gracias.
ResponderEliminarCreí, querido poeta, que era una forma original y distinta de acercarme a tu libro, ya que muchos oyentes conocían la reseña de LA LETRA PERDIDA que, en un plazo muy breve, saldrá en prensa.
EliminarEs un placer participar en el éxito de tu libro y sentir que tu poesía abre nuevos itinerarios.
Un abrazo.
Que bonito lo haces y que buenas amistades te rodean.
ResponderEliminarFeliz Navidad y todas esas cosas que se dicen en estos días.
Un fuerte abrazo -que es más cálido y personal.
Querido Paco, eres tan generoso que nunca ves sombras en los textos y las tienen; toda escritura es la distancia entre lo perfecto y la voluntad.
EliminarEs mi última actividad en Rivas en algunos meses; todos necesitamos un poco de sosiego y dar el testigo a los demás.
Un abrazo navideño, Paco.
Hola, José Luis:
ResponderEliminarHacía tiempo que no leía una afirmación tan acertada y sabia: "toda escritura es la distancia entre lo perfecto y la voluntad."
He llegado hasta aquí de la mano de Fernando López, compañero 'Ilusionario' (uno de los mejores ;) Me gustaría pedirte permiso para llevarme tu frase (rubricada por tu autoría, por supuesto) al rincón de mi blog: "Pensar mar adentro"...
Un saludo.
Querida Mar, la literatura es un diálogo cómplice entre autor y lector. Por eso, es una alegría que mis textos te aporten respuestas. Muchas gracias.
EliminarEn cuanto a Fernando, yo también confío mucho en su poesía, y espero con interés su futuro literario. También me asomaré al tuyo.
Un abrazo cordial.