El hombre y su sombra Fotografía de Mizar Alcor |
EL YO Y SU SOMBRA
Como un gesto de primer día que quiere predecir el futuro, mi sombra esta mañana se escora más que yo. Mis pasos contiguos animan a seguir marcando itinerarios invisibles sobre el empedrado, por si un día se sienta, durmiente en la distancia, y me deja solo en la tregua del tiempo.
Me gusta que su forma indefinida preserve el lustre. Que esté ahí, realista y tenaz, a ras de suelo.
(Del libro en preparación Cuentos diminutos)
Hay algo en usted, caballero, proclamando que nunca dejará su sombra atrás. Qué hermosos estos Cuentos diminutos que agrandan también su sombra cada día.Un abrazo, José Luis.
ResponderEliminarVaya María, el amanecer sin tus buenos días tiene algo de reúma renqueante; contigo cerca luce vigoroso y pleno. Gracias por tu estar y que tengas un día entrañable.
EliminarEn esta ocasión, maestro, yo diría que más que un cuento es un verdadero poema. Una vez más, me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Antonio, qué alegría tu proximidad afectiva; te echaba de menos. A ver si hay tiempo de charlar un rato, vivo un tiempo de novedades e incertidumbres y siempre es muy hermoso compartirlas con los afectos. feliz jornada.
EliminarAmigo José Luis, estos diminutos me llegan impregnados de la esencia de tus aforismos, quizás sea porque son mi debilidad. Las sombras a ras de suelo siempre dejan ese toque sutil a quien quiere mirarlas, aunque su dimensión sea alargada. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarA cada instante el entorno nos deja sitios limpios para fijar la mirada, para dar voz a un buen aforismo; la sombra está ahí, diminuta y callada, y forma parte de nuestra identidad. Conoce nuestros rincones secretos y es una buena compañía. Me gusta su estar. Un fuerte abrazo.
EliminarY a veces tenemos varias sombras a la vez. Caminando por la calle entre farolas, o en los partidos de fútbol con luz artificial, hay una sombra por cada faro, por cada foco, por cada fuente de luz. A veces incluso sombras superpuestas. Un haz de sombras alrededor de un solo cuerpo.
ResponderEliminarComo si el cuerpo no supiese bien qué punto de oscuridad le pertenece. Un fuerte abrazo y muchas gracias por tu aportación; siempre es muy grato convertir las entradas en diálogos.
EliminarLa sombra sigue al "yo" y, a la vez, el "yo" arrastra a su sombra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una relación repleta de correspondencias, querido Rafael; abrazo de viernes y mi gratitud por hacer de cada texto un motivo para cruzar estos puentes y seguir en compañía.
Eliminar¡Ay si las sombras hablaran!
ResponderEliminarEsta mía, Tracy, es silenciosa por naturaleza, como si estuviese enferma de ensimismamiento, pero su sonrisa me encanta; asiente a cada uno de mis gestos. Un fuerte abrazo, sin sombras.
EliminarMe encantan estos cuentos diminutos, José Luis.
ResponderEliminarGracias, Isabel, debo confesarte que es un género que me resulta muy próximo al poema, que deja sitio para el lirismo y lo emotivo, así que solo falta que sientan el soplo cercano de gente entrañable como tú. Un fuerte abrazo.
EliminarY de nuevo por aquí, tras una larga ausencia. Hermoso como siempre tu cuento diminuto, esta prosa poética. Un abrazo.
ResponderEliminarY de nuevo ese afecto de manos abiertas que siempre muestras por mi escritura. Sabes cuánto me gustan los microrrelatos. El libro avanza poco a poco y siguen en los textos las afinidades entre lírica y prosa. Gracias por el regreso, querida Carmela y espero que tu ausencia haya sido un plácido descanso. Besos.
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