Antes de la tormenta |
UN OKUPA EN MI MURO
a L. por su civismo
La edad sosiega la moral
combativa, como la visión de un mar abierto, pero han sonado mis alarmas digitales. Tengo un okupa en el muro de
facebook. Esperemos que su presencia sea lluvia triste y flor de un día; que el renacuajo de su estar no crezca como rana y mude en bicho que
contamine la charca virtual. Ya he remitido al sujeto dos o tres mensajes
conciliatorios, aconsejando que explore su biografía, a trechos, para descubrir
cuándo su inteligencia fundió fusibles y se transformó en instrumento
cochambroso. No sé si mis argumentos darán resultado porque piensa –en su cerebro, una
suposición lo de pensar - que su temperamento cívico hace músculos cuando insulta. Mi disgusto inicial se ha traducido ahora en paternalismo. Tengo cierta fe en su curación; el okupa ha recorrido la
distancia completa de la estupidez, así que para sus pasos solo es posible el
regreso.
Con temple y bien clarito. Esperemos que, como dices, no contamine la charca virtual.En último extremo, fuego valyrio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola poeta, la ironía es una forma de hablar del desconcierto que deja en las palabras un cierto pesimismo; pero las cosas son así. La realidad tiene un campo erosivo calamitoso. Un fuerte abrazo.
EliminarEs que sobre los okupas no todo está escrito, amigo José Luis, pero es bueno hacerles cara para que sepan que todo territorio acotado tiene un dueño, y, por lo menos, hay que pedir permiso. Jajaja, espero que el okupa, por lo menos, sea feliz entre tus letras.
ResponderEliminarClaro que si, querido Paco; lo que está sucediendo en los últimos tiempos me llena de perplejidad; que la gente vaya a trasmano de cualquier norma con la bendición de autoridades municipales es un dislate. Ni siquiera lo entiende la ironía. Un fuerte abrazo.
EliminarHay que tener mucho temple.
ResponderEliminarTu consejo es muy bueno, Tracy, pero el temple forma parte de mis carencias; no soporto la estupidez ni siquiera desde la ironía. Así que ando perplejo, como un libro en el almacén, entre plásticos y celofan. Mil besos.
EliminarLa paciencia es un arma y una virtud, pero también tiene un límite.
ResponderEliminarGracias por permitirme conocer tu Blog y tu trabajo.
Un saludo.
Gracias a ti por visitar estos puentes de papel que no son más que una conversación a media voz sobre vida y literatura. Más que una contingencia personal, me gustaría que el relato tuviese una lectura más amplia: adquiere la categoría de okupa todo aquello que se apropia de la casa diaria y destruye la paz interior, el estar tranquilo en la rutina. Un fuerte abrazo y seguimos cerquita.
EliminarQuerido José Luis, ando un poco "ocupada" conmigo misma y ni siquiera te di las gracias por las palabras que me escribiste de "Haikus para niños". Gracias y en especial la valoro viniendo de ti.
ResponderEliminarLa "okupación" en estos tiempos está muy de moda y son riesgos que tenemos que correr y también contestar si no estamos de acuerdo con ella. Siempre me ha admirado lo bien que cuidas el lenguaje en cualquier escrito que hagas.
Besos
El okupa no es más que un parásito urbano que disfraza su problema con problemas ajenos.
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