jueves, 21 de abril de 2022

GRAVA SUELTA

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GRAVA SUELTA

 

Con quien no esté un poco cansado de todo
no vale la pena dialogar
 
NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA
 

Imagen interior que no se desvanece: las pupilas de mi padre guardaban dentro un sol apagado, una noche en continuo titubeo.
 
Hace unos años escribí este aforismo: “No están fuera ni dentro. No están”. Y estos días lo recordé por su precisa manera de definir esas presencias que guardan detrás de su sonrisa una extraña distancia. Nunca sé si son cercanía o lugar lejano, periferia o centro, calle asfaltada o grava suelta.
 
La senda diaria es una búsqueda del no lugar. Hay que ser paciente; el sitio asignado aparece siempre.
 
Hay fotografías que no concuerdan con el personaje real; como si sus rasgos ocultaran trazos deshabitados.
 
Escenarios visuales donde pueblan aceras los zapatos gastados de mi soledad... Son marcos urbanos que comparten la melancolía del paseante. Son sitios que hay que merecer; y son muchos los pasos transitorios que carecen de entidad para perdurar; aunque yo sea un optimista y vea espejismos en los encuentros.
 
No se requiere ninguna clarividencia para saber que la madurez reblandece cualquier avidez sexual, pero concede máxima solidez a la ternura.
 
Esa disparidad en la percepción del otro es una escuela abierta. Hoy aprendí que hay gente que percibe en una pregunta inocua un golpe que deja en coma. Insólito y clarificador para mañana: no hay más preguntas.
 
Personifica un dato empírico: no todos tenemos el cerebro en la cabeza.
 
Fauna doméstica; gente que entiende la amistad como echar  migas de pan a las carpas y barbos del Retiro.

Hay sueños afásicos.

Me gusta vagabundear por mis trochas interiores.

(En el camino

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