Por tierras de La Moraña Fotografía de Javier Pérez |
CON LUZ DE AGOSTO
El enfado conmigo mismo, por olvidar el móvil y los artilugios adecuados para unos días fuera de casa, nada sostiene y a nada da forma. Sonrío. Aceptación de lo precario: soy el único responsable de mis carencias y además no tengo remedio.
Desde la autovía que enlaza Ávila y Salamanca se percibe la llanada de oro de la Moraña, tras la recolección. La tierra cuajada de cereales me recuerda los días de infancia en El Bohodón, el municipio donde nací. He sometido las imágenes de aquel tiempo a una mitificación permanente. Todo fue muy hermoso, aunque sucediera de otro modo.
Aquí tampoco falta la banalización extrema de las opiniones y el socavón mental de quien tiene razón siempre.
Leo porque los libros sosiegan el incendio, ofrecen una visión más lúcida de la soledad y aceptan el yo múltiple, donde se cobijan incertidumbres, tristezas y fracturas.
Apuntes de verano
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