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Desayunos en la hierba Fotografía de Adela Sánchez Santana |
Una conversación con José Luis Morante
Tasio Luna
Agosto comienza senda en este verano de normalidad y regreso a los
hábitos de siempre, tras el paréntesis pandémico, y el móvil permite una
conversación sosegada con el poeta y crítico abulense que pasa unos días
familiares junto al mar, aunque mantiene activo su blog “Puentes de papel” ese
escaparate de novedades al paso.
¿Cómo vive este tiempo de
desasosiego general, con derecho a queja continua?
La idea de Jorge Manrique sigue
en alza. Parece que cualquier tiempo pasado fue mejor; pero problematizar la
realidad solo lleva a la saturación informativa y a la intemperie de la
depresión; en lo personal, aunque no soy ajeno a las contingencias que
zarandean nuestro presente, siempre procuro percibir el entorno con retina
optimista, que aloje unos hilos de luz.
Sin embargo, los titulares
informativos descabezan cualquier optimismo, son empeños diarios en dibujar
sombras.
Hay secuencias reiterativas que
son de obligatorio consumo: la guerra de Ucrania por la infame voluntad
expansiva del dictador ruso, los incendios forestales, que son sumas de
ineficacia en la gestión ambiental y en la prevención a largo plazo y que
tienen un incomprensible componente humano en los pirómanos, esos seres
abyectos de cerebro enfermo. Pero el fluir existencial también arrastra
claridad y transparencia, esas aguas de la convivencia sentimental, la cultura
y el ocio. Hay que seguir nadando, incluso a contracorriente.
Hace poco leía un aforismo suyo en “Puentes de papel” que me encantó.
Percibía el tiempo como una pautada transición entre sombrillas y paraguas…
Muy agradecido por ese recuerdo;
esa imagen nació de una de mis lecturas de verano, del libro Diario de K. 2010-2022, de Karmelo C.
Iribarren; es un poeta excelente y además un gran pensador desde la estela
mínima del aforismo; en sus poemas el paraguas es un elemento de uso común,
como lo son el mar, la lluvia, la soledad o la mesa del bar frente a un café
que actúa como aquella magdalena de Proust que invita a la recuperación del
tiempo perdido.
¿Qué otras lecturas comparten sitio a pie de mar?
Por un trabajo profesional
pendiente, me acompaña una selecta colección de libros de la poesía más joven,
la que se editó en 2021. Desde mis primeros años de crítico literario, me ha
parecido una tarea fundamental oír la respiración poética del presente, ver
cómo se renueva la creación incorporando rupturas y matices; así que el menú principal son los poemarios más
recientes y sus actores de reparto.
¿Sólo poesía a
diario?
Aunque así fuera, no sería
ninguna monotonía ni abriría callejones de sombra al aburrimiento; leer poesía
es el sustrato natural de mis tareas desde hace más de treinta años. Pero
también he traído algunas revistas literarias (
Turia,
Paraíso y
143), cuyo paisaje plural fortalece el
conocimiento de otros géneros. La literatura tiene una identidad múltiple y es una suma de protagonistas y secundarios.
Los que suponen la inutilidad de la poesía, critican en las redes
sociales su condición elitista y minoritaria, incapaz de conectar con los
intereses del público. Asocian las
preocupaciones literarias al elitismo intelectual o, sin más, al postureo
vanidoso. Algo que decir al respecto…
Claro que sí. Hay demasiada gente
empeñada en decirnos cómo debemos pensar, cómo debemos ser, qué temas son
prioritarios. Y a mí el gregarismo del grupo y el asentimiento a sus voceros me
parece la razón más sólida para hacer exactamente lo contrario, lo que me dicta
mi forma de estar en lo diario, Así que pleno empeño en ser yo, una labor
difícil que exige no perder ni dos segundos en demostrar nada a nadie, salvo a
la buena gente que entiende la poesía al modo de Fernando Pessoa: como una
manera de estar solo.
Tasio Luna
Oropesa del Mar,
Castellón, agosto de 2022
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