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lunes, 14 de noviembre de 2016

ANTONIO CRUZ ROMERO. POESÍA EN NEERLANDÉS

Poesía experimental de los 50
en lengua neerlandesa
Ensayo, traducción y selección de poemas de
Antonio Cruz Romero
RaVeNsWoOd Editorial, 2016

VERSOS EN NEERLANDÉS

Casi ocultas bajo la voz fuerte de sistemas lingüísticos mayoritarios, hay lenguas de uso cuyo patrimonio cultural tiene un espacio de conocimiento restringido. Requieren dedicación y desbroce para que vean la luz sus frutos más logrados a través de traducciones que muestren una visión de conjunto.
Antonio Cruz Romero es un escritor que camina por bifurcaciones como la poesía, el relato, el ensayo y la traducción. De su mano nos llega el volumen Poesía experimental de los 50 en lengua neerlandesa. Es responsable del estudio crítico, la versión al castellano y la selección poemática de trece poetas de dos territorios, Países Bajos y Flandes. Recordemos que el neerlandés es una lengua germánica occidental que tiene en la actualidad unos veinte millones de hablantes, concentrados mayoritariamente en Holanda y Bruselas, pero también en el norte de Francia, en zonas de Alemania y en antiguos territorios del imperio colonial.
El prólogo aborda las conexiones explícitas entre lengua y espacio geográfico. El monótono verdor y la llanura marcan el cromatismo de los ciclos estacionales y ese rumor de vida del tiempo histórico y sus contingencias. La separación política de Bélgica no ha roto la línea continua del neerlandés hablado y escrito, un idioma en el que se plantea, como en los demás, ese desasosiego contenido entre tradición y vanguardia; el conflicto entre antigüedad y amanecida ha gestado los cuatro grandes periodos del acontecer literario neerlandés, del que en este volumen se focaliza en primer plano la generación del 50. En ella percibe Antonio Cruz afinidades estéticas con las vanguardias europeas y el movimiento beat norteamericano.
Las características básicas de la estética experimental son conocidas: afán de búsqueda, experimentación sonora, ritmo libre y lenguaje figurativo con predilección también por los juegos fónicos que se acercan al caligrama. Pero la mirada no es homogénea ya que cada poeta busca el trazo de una travesía singular. No obstante, el tiempo contribuye a delimitar grupos por la presencia activa en revistas, eventos sociales y antologías que definen dos momentos centrales: Los Cincuentistas en Los Países Bajos y el Grupo del 55 en Flandes; ambos tendrán relevante protagonismo literario, a veces con la incomprensión de medios conservadores que lanzan acusaciones de infantilismo caótico, o de abandono a la expresión espontánea del subconsciente. No obstante, el clima rupturista perdura, como constata la antología Atonaal (1951), redactada por Simon Vinkenoog. Otro análisis que contribuye a clarificar la estética y que establece matices entre experimentalismo y vanguardia es el de Paul Rodenko, que será continuado por otros estudiosos que diseccionan idearios, tendencias, conexiones entre los experimentalistas y el arte del grupo CoBrA, nacido en París en 1948, o el amplio catálogo de influencias con el clima cultural europeo coetáneo.
La antología poética realizada por Antonio Cruz Romero se centra de modo exclusivo en la nómina de los Cincuentistas, para delimitar los autores, y añade la obra de Paul Snoech (Del Grupo de 55) y un no adscrito, Ben Cami. De cada poeta incluye una biobibliografía completa y varias composiciones traducidas al castellano, aunque también elabora un anexo que comenta el aporte de otros creadores no antologados.
El resultado final sorprende por el minucioso análisis y por el meticuloso trabajo de documentación histórica en el que la etapa experimental del 50 refleja claramente su legado. El ensayista reactiva una parcela lírica semidormida en el fondo de la maleta del neerlandés y encauza la deriva experimental vinculándola a la práctica de trece nombres propios que muestran la siempre peculiar unión entre lengua y paisaje, donde la introspección profundiza cualquier distraída contemplación pasiva.  


sábado, 7 de mayo de 2016

NOELIA ILLÁN CONESA. VERBOS POR DENTELLADAS

Verbos por dentelladas
Noelia Illán Conesa
RaVeNsWoOld Books Editorial
Cartagena, 2016

VERBOS POR DENTELLADAS


  En la senda intelectual de Noelia Illán Conesa (Cartagena, Murcia, 1983) conviven disciplinas complementarias, que fortalecen una versión personal del taller literario. Licenciada en Filología Clásica y docente en ejercicio, ha realizado versiones crítica sobre el legado de Ovidio y es una estudiosa reconocida del quehacer de José María Álvarez, de quien publicó en 2015 la antología El oro de los tigres, y sobre cuyo papel en la generación del setenta prepara un libro de conversaciones. Es codirectora de la revista La galla Ciencia y activa presencia en debates, revistas, antologías contemporáneas y lecturas poéticas. Su carta lírica, Calamidad y desconcierto se acaba de reeditar y ahora publica su entrega Verbos por dentelladas. Vida de poeta, sin duda, una existencia pasional que celebra a cada instante el verbo necesario y hace del tiempo consunción y entrega para afrontar la soledad en compañía del poema y desacralizar el status de autor con sitio propio en cualquier torre de marfil ; sus versos niegan esas utopías ficcionales que imaginan la autonomía verbal como un asunto áulico. Escribir es sentir, dar presión a las repletas arterias de la vida al paso. Con precisa franqueza y fidelidad al relato realista, que convierte al protagonista verbal en conciencia mimética, asume un reflejo especular que constata límites. De esa mirada intencional que busca equilibrio y cercanía se nutren composiciones como “Vida de un poeta” y “Desconcierto”. La escritura permite superar cualquier encasillamientos reductivos y crea realidades suplementarias que amplían, con naturalidad, la manera de estar: “Deseo el atardecer lento / pausado y mío, de  Buda con Pest a un costado. / El caminar de mujeres en calles y trenes, / el vino dulce de los años dorados. / Deseo la vida de poeta, / pero ando lejos de alcanzarla / desde este sillón tan negro y estéril, / con estos versos que no me tapan ni los pies”.
  Los textos transmiten una percepción cosmopolita y dan vida a entornos habitables que buscan coordenadas en cualquier geografía imaginaria. Por las rendijas del poema se filtran escenarios de la tradición –Paris, Roma, Venecia, San Petersburgo, Buda…- y en sus laberintos instalan sus aceras las calles del ahora, manchadas por el relente y la intemperie, como si cada ciudad se fusionara en un solo molde, en una abstracción en la que se desenvuelve la existencia del sujeto verbal, incluso el afán del personaje real, deshabitando incertidumbres en el plano laboral de Cartagena.
  Imaginación y realidad adquieren dimensiones referenciales para moldear en la textura aleatoria del poema un mundo propio, creativo y dinámico. En él Noelia Illán Conesa sitúa las esquinas del paisaje urbano, una acuarela decadente, donde un aire de irónico malditismo concede a los personajes una versión suburbial que rebaja expectativas vitales. Como si la existencia no fuese más que una moqueta sucia por la que camina la terca insistencia de una soledad tediosa que multiplica fotogramas de un mundo gastado, a punto de anunciar algún derrumbe, pero con sitio fijo para el paso discreto de la imagen feliz, de un regreso a Venecia.