Jardín, Rivas, 2013 |
Hasta que duerme el sol crepuscular,
hago trabajos de jardinería.
Actos neutros, sencillos, repetidos:
corto el césped,
repueblo los parterres,
igualo la arizónica
y aplico la manguera unos minutos.
El tapiz verde se revitaliza.
Así el poema; palabras de labor
que me demandan
el respirar profundo
del oficio artesano.
(De Ninguna parte,
La Isla de Siltolá,
Sevilla, 2013)
Hermosísimo. Y muy cierto.
ResponderEliminarAbrazos.
Querido Antonio, aquella teoría del aliento divino, que soplaba en el tímpano del poeta en el azar del tiempo, siempre me ha parecido sospechosa; creo en la carpintería y en el afán laborioso de quien corta, moldea, pule y barniza... así el poema.
EliminarUn fuerte abrazo y gracias por tu continuo estar.
De ese respirar profundo surge la auténtica poesía. Hermoso poema. Un abrazo
ResponderEliminarTal vez, querido amigo, porque la poesía está dentro de la mirada, es una forma de acercarse a las cosas para descubrir lo que esconden debajo de la epidermis. Suerte con tu inédito, Jesús, y un abrazo cordial de fin de semana.
EliminarBueno, José Luis, luego estamos las negadas para lo verde, asesinas de macetas, floricidas, a las que se les quema el césped recién sembrado, pobres e infelices jardineritas a la espera de un rapto de luna, porque la artesanía, de verdad, no es lo suyo.
ResponderEliminarPero en cambio, lo tuyo sí es la palabra tranquila del afecto y ese escepticismo vitalista que reduce las cosas a su justa medida. Besos, Pilar, ya sabes que tu sentido del humor es para mí un regalo.
Eliminarpues yo tengo un poema en la terraza de mi casa al que le urge un par de rimas y varias asonancias...
ResponderEliminarPues ya sabes, ser poeta es un oficio artesano que sólo requiere unas gotas de talento y un puñado de voluntad. Y sembrar las palabras con mucha ternura. Cosas al alcance... Abrazos y ya mismo visito tu terraza para ver si hay en ella una cervecita fresca que compartir...
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