La reinvención de la sombra Jean Portante La Garúa Poesía Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, 2019 |
EL TEMBLOR DE LA PÉRDIDA
El periplo creador de Jean Portante (Luxemburgo, 1950) da voz a un
amplio despliegue que integra poesía, novela, traducción y colaboraciones
habituales en medios de comunicación. Sospecho que ese activo abanico literario
se cimenta en una pulsión afín, que actúa como catalizadora: la escritura es el cuaderno blanco de un nómada; una forma de mirar la realidad y de dejar memoria de sujetos, paisajes y
sucesos. Eso justifica de entrada la dedicatoria de La reinvención de la sombra al pueblo de san Demetrio, el municipio italiano donde vivieron sus padres, destruido por un terremoto en los primeros días de abril de 2009.
La escritura del volumen se ordena en seis
tramos heterogéneos, tanto en su línea argumental como en su formato
expresivo. El primero, “Lo que adviene o no adviene” aborda el papel de testigo
desde el trazo objetivo. Incide en el estar como pautada contemplación que ayuda a saber
quiénes son los demás y quién es ese intruso que habita en nuestros espejos. Hay
que percibir para abrazar indicios y abrir grietas por donde se deslicen
las palabras. Para dejar testimonio de la destrucción y el vacío. Esa visión entornal describe la sombra y la desposesión como indicios callados del
misterio. En un instante llegó la incertidumbre como larga noche que tendió
sobre las cosas su oscuridad más densa. La conmoción del temblor traza una
línea firme entre la vida y la finitud. Se hace espanto en el que desaparece la
semilla del tiempo. Nada permanece en su sitio, solo el propósito de un destino
cumplido que condena a la nada o al exilio.
La destrucción enciende la necesidad de partir, hay que dejar la casa
para buscar el sur, un refugio ajeno cuyos contornos nunca se definen. Desde
ese enfoque nacen las composiciones de “El fabricante de sur”. Más intimista,
la palabra focaliza los pasos de una presencia en el túnel, empeñado en un
quehacer obsesivo y tenaz. Los versos reiteran, como mantras, la oración del
inicio: “Cae una hoja y se diría…” El estar es búsqueda, indagación en lo
temporal, esfuerzo para bucear entre las sombras. La respiración desvela por qué el aire es una lluvia de cenizas y muerte; de manchas que borran el azul del
cielo. La hoja se convierte en permanente símbolo de la caída, en invierno, en
tacto frío que no sabe encontrar el porqué. Como si la vida se retractara de lo luminoso,
las voces se cobijan en un espacio interior. Lo que permanece fuera ya es
pasado, un antes del temblor que solo respira en la memoria. Solo así se
concibe el jardín, solo así retornan los brotes nuevos y el olor y las formas.
El presente niega la inocencia, tose con el rencor de quien solo tiene entre
las manos el rastro de algún sueño. Los
días contienen esos instantes en los que el sujeto descubre los restos de otra
existencia, como quien abre un cajón y se recrea contemplando viejas
fotografías. Son el patrimonio afectivo de otra época, cada vez más insólita y
lejana, como un rumor oscuro que se va apagando en el callado círculo del día.
No hay en “Los errores de la luz” un cambio temático, pero sí un cuidado
mayor en la distribución estrófica. Todos los poemas integrados en este
conjunto presentan la misma disposición versal. Perdura el sur como espacio
mítico y celebratorio frente a la parquedad visual del lugar de la pérdida. Son
los espacios tallados por la luz contrapuestos a los linderos ocres de la
sombra y a sus calles repletas de extrañeza.
El cauce de La reinvención de la
sombra integra en su tramo final el despojado estilo de la crónica. Las
composiciones se convierten en fragmentos de un diario que ubica los pasos
nefastos de la catástrofe. Retornan los lugares del terremoto y sus efectos, y
esa impotencia de quien sabe que el lugar de la infancia, tan repleto de
destellos vivenciales, quedará para siempre sepultado bajo los escombros: “El
terremoto ha quebrado mis raíces. / ¿Cómo vivir con tantas raíces en ruinas?”
Conviven en las secciones del libro las traducciones de Jorge Miralles,
Víctor Rodríguez Núñez, Carlos Clementson, José Reyes de la Rosa, Antonio R.
López, Suzana Cella, José Reyes y José María Olguera. Todos ellos convierten
las versiones al castellano no en meros ejercicios de literalidad expresiva
sino en secuencias básicas de una historia que enlaza belleza y destrucción.
Como en un ejercicio de desposesión que fragmenta y anula hasta definir la
nada, el devenir se convierte en un catálogo de imágenes que lastra los
sentidos de impotencia.
Más que la reconstrucción de un evento trágico desde la mirada de un
poeta, La reinvención de la sombra da
voz a la pérdida de un espacio interior. Los poemas confrontar el largo
instante de la epifanía y el asombro con la nube negra de la finitud. Las
palabras rehúyen la divagación para sentirse asideros de lo que permanece. Para
vibrar de nuevo con la quietud de una semilla que aguarda en la mañana,
significante, activa, fuerte, otra amanecida.
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