Ensayo sobre la lucidez José Saramago Traducción de Pilar del Río Editorial Alfaguara Madrid, 2004 |
ESTADO DE SITIO
Se cumple una década de ausencia física de José Saramago (Azinhaga, 1922),
fallecido en 2010 en Tías, Lanzarote, donde el narrador portugués vivía desde
1993. Y no se ha oscurecido la plenitud de su conciencia ética ni un espíritu
crítico, siempre en vela, que mostró un sostenido ideario comunista y afín a los más
desfavorecidos, sin claudicaciones. Así que pocos trayectos literarios demandan
la urgente vocación de relectura. Abro por tercera vez las páginas de Ensayo sobre la lucidez que adquirí en
febrero de 2005, cuando llegaba a las librerías la cuarta reimpresión y los
periódicos magnificaban el talento singular del nobel.
Me empuja el propósito de encontrar algo de luz en la compleja noche
política que vive nuestro país, hecho un lodazal de pactos son sentido,
estrategias partidistas sin conciencia de futuro común y un zarrapastroso
independentismo que erosiona ángulos muertos, propicia la eclosión de la ultraderecha
más rancia y es contemplado con el silencio cómplice de medios de comunicación
que abrevan en el conformismo y vocean a coro: “Aullemos, dijo el perro”.
El recordado Ensayo sobre la
ceguera, para muchos, y para quien esto escribe también la obra cumbre del
autor luso, encuentra algunos pasos de continuidad en esta ficción que recupera personajes ya conocidos: la mujer que fue caso único de visión normal, cuando todo el país padeció una ceguera temporal, el médico y otros
secundarios. Ahora dejan oír sus pasos en un periodo marcado por unas
elecciones municipales que arrojan más del ochenta por ciento del voto en
blanco y desacreditan completamente el rol progresista de los partidos
tradicionales.
Podríamos entender Ensayo sobre la
lucidez como una fábula política. Sus actores conceptuales son la
democracia, la fragilidad de sus cimientos y valores y el elenco de factores
circunstanciales que zarandean la convivencia y sus navegaciones temporales. Así
se va desarrollando un hilo argumental donde el autoritarismo y la crueldad
deciden hacer del ejercicio democrático de la votación libre un delito que
merece investigación policial y métodos extremos de cloaca, como si fuese una
acción terrorista propia de conspiraciones anarquistas internacionales. Para
descubrir al cerebro de este comportamiento colectivo los mecanismos del poder
mandan a la capital a un comisario, un inspector de policía y un
agente. No hay nada ningún
indicio de rebeldía y conspiración y es necesario entonces inventar un
culpable, hacer de la mentira una verdad.
El mapa de escritura de Saramago cultiva la precisión extrema y la
lentitud; los acontecimientos se ralentizan al máximo para que las secuencias
se perfilen con caligrafía taxidérmica. Cada instante está lleno de
significado, soporta un eje de simetría entre forma y estrato semántico. Los capítulos alcanzan, con plena madurez, un
cuadro sugestivo de emociones contrapuestas y sombras diluidas, como si el
peligro fuera el habitante siniestro de cualquier esquina.
La sensación final del libro es demoledora. El poder es fascismo,
monopolio, exclusión y sentencia. Un tribunal severo que no duda en aplicar
estrategias bárbaras para que las libertades cívicas estén siempre bajo
control, en estado de sitio, esperando con los ojos cegados la larga noche del
día siguiente.
Humanista, incómodo para algunos. Supo hacer una cartografía de las emociones, no todos reconocen su lado oscuro. Saramago siempre nos deja un mensaje para que reflexionemos. Buen recordatorio. Un abrazo cálido, coincidimos también en pensamientos más allá de lo literario.Seguiremos con la bandera izada de la esperanza hacia el mañana.
ResponderEliminarQuerida Maria José, sabes que siempre incomoda la identidad que descubre nuestras contradicciones, y el nobel portugués nunca se calló ante la injusticia; para mí es un autor esencial en lo biográfico y en el fondo de dudas que vive en mí. Sí, la esperanza persiste, como una ventana hacia el porvenir, y allí estaremos, plenos de confianza y afecto.
EliminarSaramago me gustaba cuando vivía aunque transmitía ese deje pesimista o descorazonado tan portugués. Me gustaba leer y saber de él en artículos de revista pues desde que casó con una española pasaba gran parte del año en Lanzarote. No he leído mucha obra suya aunque leí con inmenso placer su "El evangelio según Jesucristo" que pese a los muchos años tanscurridos desde el mpmento de lectura recuerdo con inmenso placer y gusto.
ResponderEliminarTu reseña sobre "Ensayo sobre la lucidez" me ha gustado y me has hecho recordar a este genio. Muchas gracias por ello.
Comienzo a seguir tu blog y te invito a si te das prisa ir al mío e inscribirte en el Sorteo que celebro por haber cumplido mi blog nada más y nada menos que 10 años.
Un abrazo
Es un autor que permanece en la biblioteca personal con la misma intensidad; sus obras conforman una visión del mundo muy sugestiva y singular; me encanta su espíritu crítico y su postura ética frente al poder. Es un grande. Muy agradecido por estar en mi blog; es una alegría, ya que el trabajo diario necesita la amistad y el afecto de los seguidores; son media vida. Mil gracias.
Eliminar