jueves, 15 de septiembre de 2022

INVITACIÓN AL HAIKU: A PUNTO DE VER

A punto de ver
José Luis Morante
Prólogo de Susana Benet
Editorial Polibea
Madrid, 2019

 

(Prólogo)

 

   El título de esta colección de haikus, (escritos entre 2014 y 2018), alude certeramente al contenido del libro, porque el lector está a punto de descubrir lo que el recodo del camino oculta, la continuación, el presentido final. De hecho, lo que el haiku pretende es eso, insinuar sin llegar a decirlo todo, trazar sin definir demasiado el objeto, como en la pintura sumi-e. De este modo la lectura nos seduce y nos incita a avanzar porque siempre deseamos descubrir qué se oculta más allá de las palabras.

   Esta incertidumbre late a lo largo del libro pues José Luis Morante, buen cultivador del lenguaje, posee el arte de sugerir. Conoce bien el haiku y sus misterios. Muestra su realidad con breves destellos como el brillo de la lombriz en el surco removido, tal como revela su haiku “TIERRA HÚMEDA”, uno de sus mejores logros, en mi opinión: “Húmedo brilla / el surco removido: / una lombriz”.

   Todos los haikus que componen este libro llevan título, algo poco frecuente, pero que nos recuerda al poeta mejicano José Juan Tablada (1871-1945), pionero del haiku en castellano,  quien aparte de incluir la rima en sus tercetos, también los titulaba. 

   Quiero destacar el estilo personal de este poeta, quien no se somete al llamado haiku estacional, como lo haría un cultivador ortodoxo, sino que rompe con esta convención para dar una visión más real, viva y creativa de esta estrofa, como ya lo hicieron algunos haijines que abandonaron la senda de Bashô  buscando la renovación. Y porque, tal como lo siento, el haiku no debe encorsetarse en unos principios inamovibles que podrían llegar a empobrecerlo, convirtiéndolo en una imagen estética y orientalizada, un mero producto de imitación.

   Tal como el propio autor manifiesta en el epílogo, a través de uno de sus aforismos: No me parece agotado el concepto de poesía estacional; pero es una cualidad compatible con la adhesión del haiku a las causas del corazón.

   El poeta habla de lo que contempla y le impresiona, de lo que vive y añora con una sinceridad indiscutible. Se limita a mirar, como en su haiku “ESPINAS: Jardín de cactus. / Sobran cuatro sentidos. / Solo mirar.”. Pero no solo mira afuera, sino también hacia dentro. Se mira a sí mismo como en un espejo, sin rechazar esa faceta intimista que algunos teóricos invitan a excluir del haiku. “EL YO Y EL OTRO: En el espejo / con sutil acritud, / reproches mutuos”.

   Incluso se permite acercarse, con fino humor, al estanque de Bashô para ofrecernos esta visión particular: “CON BASHÔ: Cañas y juncos / cubiertos de verdín. / Faltan las ranas”.

   Fijando mi atención en su depurado estilo, deseo destacar haikus que considero muy próximos a la forma clásica y que, además, logran un nivel de sencillez y sutileza admirables, como puede apreciarse en “LEVEDAD: Tacto de brisa. / Recobra su temblor / la enredadera”. O en esta deliciosa estampa titulada PRIMAVERA: “Un estornino / picotea la nieve. / Abril regresa”.

   Otras composiciones, que podrían considerarse conceptuales, no nos dejan indiferentes, porque en su fondo permanece el eco de la emoción, como sucede en “PASEO: Un despertar / por caminos sin nadie. / Ser más distancia.”

   En esta rica amalgama de vivencias y sentimientos, nos sorprende el agua que fluye como “un inasible reptil” o  las nubes que pasan “con sus hábitos negros”. Nos acercamos a lo inmenso, pero también a lo pequeño, pues todo tiene cabida en el mundo que nos rodea, como queda sutilmente expresado en “TESOROS: Guardar adentro / lo mínimo y lo grande; / montaña y brizna”.

   Que los lectores de José Luis Morante disfruten de este ameno recorrido, donde los breves detalles, como amapolas entre el trigo, conviven con lo inabarcable, como la voz del mar.

 

                                     Susana Benet, marzo de 2019



 

 

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