Armonía Fotografía de Adela Sánchez Santana |
Cuatro poemas de JOSÉ LUIS MORANTE
a una inmensa rutina sedentaria,
el yo que pienso y otro, el que parezco.
Un pacto, que firmaran con los ojos,
les conmina
a respirarse en cierta tolerancia,
y ambos han sido absueltos
de mencionar, siquiera,
cuál fue la última causa
que les diera la vida.
el yo que pienso
habita, día y noche,
la intimidad de estas cuatro paredes.
Es semejante a un niño que olvidara crecer,
y por lo mismo
nada en el mar de una sabia ignorancia.
(“Acaso sea el invierno…
es razón suficiente para explicar el cosmos “)
Y balbucea. Ríe.
Se pierde en los espejos. Gesticula.
Colecciona recuerdos como si fueran conchas
que ha enterrado el olvido.
de la melancolía;
entonces toma un folio,
donde inicia el galope un sentimiento
y se hace reo de pertinaz tristeza,
hasta que traspapela la mirada
y descubre, cansado,
y mojan su perfil
unas livianas gotas de mi nube.
está en la calle de continuo.
Todos le conocéis
pues con todos comparte ese pan y esta sal
que, bajo el brazo, trae la vida;
las cotidianas dosis
de angustia existencial, trabajo y ruido.
Con él tropiezo,
una tarde cualquiera,
al doblar una esquina,
y tras justificarme torpemente
(Hallé la puerta abierta
y me aburría…”),
me despido gozoso y luego marcho
-el paso lento, sepultadas las manos
en los amplios bolsillos del vaquero-
a ver, sin más, el mundo por mis ojos.
requiere cierta práctica y algo de teoría,
saber de estratagemas y confabulaciones
y adjetivar la prosa cotidiana
con una terca voluntad de estilo.
Incontables acechan
los peligros desde el primer café,
crecen cuando un olor
anuncia escuetamente la leche derramada,
se reproducen con duración de días laborables
y en guardia se mantienen,
tal seguros precintos,
entre los pasajeros del tren crepuscular
que nos devuelve a casa,
al reclamo del lecho hospitalario.
El arte de vivir los lunes
sobrevive y se esconde
en vacuas reflexiones como ésta:
nada es eterno, salvo un lunes.
EL PICAPORTE
-después de quince años de ceguera-
la evocación a tientas del pasado
equivale en mi padre
a resistencia.
El ahora es relente;
una cronología que tortura
con terapias y síntomas,
e ignora el leve aroma
de las flores de invierno.
a cuerpo limpio,
no deja de pensar en cómo observa
aquello que no ve.
Con serena sonrisa
enumera detalles
que debieron ser ciertos
y yo escucho sonámbulo,
mientras cierro los ojos.
Todo pasó, no importa
si el pasado no asiente
o la estricta verdad le contradice.
Posiciona en un mapa
imágenes dispersas.
Su voluntad es luz;
es el tacto que gira el picaporte
para abrir desde dentro
la puerta infranqueable.
ALCANTARILLAS
Se aposenta la noche.
El rojo escalofrío
de una rata furtiva
distancia mi linterna.
con trasiego de sístole.
extraña,
La percusión empoza
el manchón aterido de los muros.
su destello cansado dictamina
que ningún cielo existe.
el escorpión de los desasosiegos.
Pero nada socava
el afán de seguir.
en el fondo de un mar a medianoche.
Sé que soy mientras busco.
. “Heterónomos”, Rotonda con estatuas (Madrid, 1990)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.