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EL OTRO
Le conozco muy bien, sé lo que piensa,
-por más que la certeza suene a pedantería-.
Ama cuanto yo amo y a menudo acostumbra
a confundir rutina y existencia;
como yo justifica el razonable precio
por encima del cual se vendería,
como yo, gesticula, como yo, decepciona;
si aparezco vencido, él no oculta sus síntomas
de claro agotamiento y he de anotar
con cuánta diligencia
acude a mi llamada silenciosa.
Hablaría del amigo perfecto para el viaje.
Lo impide su manía de guardar las distancias.
Siempre está al otro lado del espejo.
(De Población activa, 1994)
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