Sakura Los principios del haiku José Antonio Olmedo Editorial Celya Colección Lunaria Toledo, 2023 |
ESTADOS DEL ALMA
Hace unos
meses, al comentar el volumen (Ex)centricidad,
una aproximación a la heterodoxia poética contemporánea en castellano firmada
por José Antonio Olmedo (Valencia, 1977), me preguntaba por la personalidad del
escritor. Su poderosa identidad, en poco más de una década multiplica rasgos.
Con voluntad polisémica, intuición penetrante y capacidad indagatoria para
largos recorridos, aglutina docencia, poesía, investigación crítica, narrativa,
aforismos, crítica de cine y columnas de prensa que se diversifican entre la
entrevista, la reseña y el comentario cultural. Tal solvencia creadora ha
dejado un prolijo sendero de publicaciones y, sobre todo, permite contemplar una
panorámica de gran angular de la cartografía lírica contemporánea. Ese centro
de interés genera los ensayos Polifonía
de lo inmanente. Apuntes sobre poesía española contemporánea 2010-2017,
coeditado con el poeta y narrador Gregorio Muelas, y El pájaro en la rama. Conciencia del tiempo y tiempo de la consciencia
en la poesía de Ricardo Bellveser (1977-2020).
A la
poesía del haiku y los espacios normativos de la estrofa japonesa dedica el
volumen Sakura, que impulsa con
bellísima edición la editorial castellano manchega Celya. Una nota de
autor cobija las razones de escritura:
partiendo de la inexistencia de definiciones cerradas y buscando fuentes
originales a través de analistas de prestigio como Fernando Rodríguez Izquierdo
y Vicente Haya, descubrió una dimensión espiritual y transcendente de la
estrofa. No solo se trata de conocer su historia y su tradición sino de
percibir como el haiku contiene estados del alma y requiere meditación,
silencio y humildad. El autor añade en su liminar contingencias personales en
torno al proceso de asimilación de la estrofa y opiniones sobre los estragos
que un mal poeta puede ocasionar en el cultivo de esta terna versal. El poeta
asume en su sedimentación teórica “una estrategia cristalina y didáctica que
convierta el proceso de enseñanza-aprendizaje en algo vivo, atractivo y
enriquecedor”.
Los
apartados temáticos disgregan exploraciones concretas. La primera parte analiza
los espacios normativos del haiku clásico y afronta el contraste entre lo
perecedero y lo perdurable que otorga al sujeto que percibe una fuerte
conciencia de finitud. La contingencia es una manera de ser en el tiempo. Así
lo muestra la sakura o flor del
cerezo como símbolo de renovación y esperanza, de florecimiento, plenitud y
atardecida. Ser consciente de lo que nos rodea es estar receptivo, aprestarse a
la vigilia de la contemplación, mantener vivo el sentimiento de asombro. Saber
que, más allá de un molde de expresión literaria, el haiku es un camino de apertura
espiritual ante el mundo; conlleva desprendimiento y comunión con el entorno
natural. La mínima estrofa abre una vía iluminativa que acerca su filosofía
compositiva a la poesía mística, naturalmente salvando las distancias de
formato y contenidos semánticos. El haiku mantiene unos principios básicos de
espiritualidad y despojamiento que propician una ontología, una postura para
ser y de percibir, desde la humildad y la sencillez.
José Antonio Olmedo recuerda que el haiku ha
de escribirse con lenguaje sencillo, despojado de retórica y ornamentación
gratuita, aunque preservando el halo de misterio que hace que en el poema no
todo quede explícito sino sugerido y dispuesto a la propia interpretación del
lector. El traslado cultural entre la literatura nipona tradicional y la
civilización occidental es severo; por tanto conviene recordar qué elementos
deben mantenerse y cuáles soportan cambios y matices. El estudioso salva de
modo imprescindible el suceso como manantial compositivo y prefiere también el
mantenimiento del triple esquema versal, dada la disparidad silábica entre
ambos sistemas lingüísticos. Pero la misma sociedad ha cambiado en el tiempo y
el mundo contemporáneo se define por su globalismo y carácter urbano, con un
alejamiento claro de la naturaleza como escenario. Se requiere explorar otros
territorios acordes con la sensibilidad de un contexto distinto. De este modo,
cobra sentido como línea de investigación el haiku urbano, aunque sin
desacralizar la esencia y combinando, a ser posible, el sentimiento hacia la
naturaleza con las características de la ciudad moderna.
La propia cultura japonesa se ha sometido en
el tiempo a un proceso de transculturación que ha modificado su identidad. La
sociedad se ha occidentalizado y las nuevas formas de vidas optan
posicionamientos encontrados entre el carácter inefable del haiku tradicional
en el que la poesía es temblor, captura en tránsito, vuelo y raíz, e idearios
estéticos de la modernidad que abren percepciones a otros estratos de realidad.
El ensayista recuerda indagaciones
personales sobre la terminología del haiku, desde el conocido aserto de Basho
“Haiku es lo que sucede en este lugar y en este momento” hasta las definiciones
de expertos como Blyth, Roland Barthes o Vicente Haya. Asomado al fluir de la conciencia y la
condición transitoria del yo, el escritor de haikus. percibe un escenario, se
apresura a recibir en los sentidos una revelación abierta que se reproduce a
través del lenguaje. La vigencia del género se asienta sobre voces maestras
como Matsuo Basho, Yosa Buson, Kobayashi Issa y Masaoka Shiki, aunque hay una
larga estela de autores destacados con estimables aportaciones al cultivo del
haiku. También recuerda el ensayista la contribución femenina, pese al habitual
ostracismo y la vigencia de prejuicios históricos que mantuvieron la
contribución literaria femenina en un segundo plano. Las voces femeninas
incorporan heterodoxia y carnalidad, una escritura hecha de sensaciones que
busca también la expresión de lo subjetivo.
El manual teórico incorpora un inventario de
nombres propios que han destacado por su labor divulgativa en torno a la
estrofa y un glosario de términos habituales en el continuo proceso
introspectivo de la escritura y su realidad
interior. Buen conocedor de la práctica poética del haiku por su presencia como
docente en los talleres desde hace siete años y estudioso de la dimensión
religiosa y transformadora de la estrofa, José Antonio Olmedo deja en Sakura una clarificadora aproximación a
la cultura japonesa; plasma ideas y pensamientos construidos con materiales de
la tradición y con las percepciones de estudiosos que prestan perspectivas y
enfoques argumentales. Por tanto, Sakura es
un ejercicio de cercanía, una prospección con fines didácticos que animará la
práctica versal, más allá de lo epidérmico, con claridad y respeto.
JOSÉ LUIS MORANTE
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