Mejores días José Luis Morante Editorial de la Luna Libros Colección Aforismos Mérida, 2009 |
UN MODO DE RESPIRAR
En esta muestra aforística, Mejores días, he optado por el
ordenamiento cronológico frente al temático para subrayar la autonomía textual.
Es el hilo continuo de los días el que ha puesto su orden natural. A esa independencia
alude también el título. El aforismo imita a un paseante; callejea, pero no se
dirige a ninguna parte concreta; cambia de dirección, como si su voluntad
obedeciera a una brújula de ocurrencias.
El desorden instaurado implica una pluralidad
de motivos; apunta a la relación entre vida y escritura y describe un contexto
histórico que aporta referencias y establece climas emocionales. Las
preocupaciones son diversas; queda patente cómo el interés fluctúa y cómo el
entorno enriquece nuestra mirada. El aforismo particulariza sobre ética,
sociedad, sentimientos o literatura porque “nada de lo humano le es ajeno”.
El estilo conciso marca también huellas
afectivas que deben sortear los obstáculos pasajeros con los que nuestras
incursiones tropiezan. Viajamos hacia los rincones de la conciencia; desde allí
vislumbramos las posiciones que dan carácter al lenguaje: los pensamientos
sugieren explicaciones, aunque sean humildes o parciales, aunque especulen con
los significados.
La cortedad en el decir exige la máxima
tensión; la realización verbal parte del principio de economía y del rechazo de
elementos aleatorios. Eso no anula una intensa carga poética.
El suplicio de las moscas, un libro de
Elias Canetti, es uno de los títulos que cuentan como impulso inicial hacia el
género. Antes de su lectura, el aforismo tenía para mí un perfil de estatua:
hierático y grave. Canetti fue un escritor prolífico, rellenó muchas páginas
con aforismos, relatos mínimos y ensayos breves, que articulaban su pensamiento
y expresaban el “modo de respirar” frente a la realidad cotidiana. Dos
selecciones del Nobel búlgaro me han acompañado estos años, La provincia
del hombre y El corazón secreto del reloj. He compartido su lectura
con los aforismos de Lichtenberg, quien me proporcionó uno de esos principios
vertebradores que nunca envejecen: “buscamos en la lejanía causas que suelen
estar muy cerca, en nosotros mismos”. De Lichtenberg también es esa preferencia
por una sensibilidad lingüística alejada del retoricismo y la preferencia por
lo pequeño.
Esta búsqueda que nos concede un poco de luz es la que abre de manera
directa las ventanas del conocimiento.
El aforismo es música, el último acorde que clausura una pieza.
JOSÉ
LUIS MORANTE
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