"Nubes de atardecer", Francisco Díaz de Castro, 2013 |
Mi padre ponderaba la eficacia
como un tesoro extraño y valiosísimo,
escondido en el vientre de la tierra.
Solía levantarse muy temprano
con el tic-tac grabado en la memoria,
y dilataba oscuro una jornada
que concluía laso y taciturno.
Era su empeño inmune al frío o la canícula.
Por él estuve interno tantos años
con la sola misión de hacerme un hombre.
(Entendamos: un hombre de provecho,
un atinado buscador de logros).
Mas el esfuerzo no valió la pena.
Él no tiene conciencia del fracaso.
Descubrió en la derrota
una patria feliz, compensatoria.
( De Causas y efectos, Sevilla, 1997)
¡Qué hermosura de poema!
ResponderEliminar¡Cuánta belleza y verdad en él!
Emoción, amor y gozo pese a la derrota.
Nuestra "patria feliz" no es como nos la habíamos imaginado, pero sigue siendo feliz. Al menos serena y mesuradamente.
Uno de los mejores poenmas que te he leído.
Un abrazo
Agradezco de veras tus elogios porque este poema tiene para mí una fuerte carga sentimental. Fusiona biografía y reflexión y hace de las derrotas el inevitable puerto final.
EliminarEs una alegría que el poema no se quede en mí sino que sea capaz de acercarse a la puerta de otros lectores y la encuentre de par en par.
Un abrazo amigo, Jesús, de lunes con sol.
Dulce amargura de una patria que decepciona,
ResponderEliminarque cría hijos de provecho pero sin sino concertado.
Poema cargado de sentimientos que afloran para
volver a castigar los cimientos de nuestro ser.
Un fuerte abrazo y solo el vivir es lo que nos deja
estas huellas . . .
Estimado Paco, el análisis que haces es el preciso: nuestros padres pensaron que lo que compensaba su esfuerzo diario era nuestro futuro. Y así gastaron sus días en la felicidad precaria de la renuncia.
EliminarPor eso les debemos tanta gratitud.
Abrazos y que disfrutes del día con tu familia.
¿Es posible que algo que sale de
ResponderEliminarla mayor profundidad de un solo
hombre pueda atravesar la piel
de otro hasta hacerle vibrar?
Es lo grandioso de las palabras,
tienen un poder único cuando son
las adecuadas. Estas lo son, créeme.
Una experiencia pasada y una experiencia presente
se unen en amor por este poema.
Lo guardo con mucho, mucho amor en mi colección de pequeñas joyitas.
Abrazos en este martes de preciosa y necesaria lluvia.
Me abruman un poco tus elogios, Amanda, porque en ellos percibo, además de la lectora, a la amiga que siempre apoya y está cerca.
EliminarEs verdad que la lluvia es vida y alegría, también es la incordia del paraguas olvidado, como es mi caso hoy. Así que medio griposo y feliz, con la evaluación concluida, un abrazo fuerte.
La patria feliz de la que hablas (o se imaginaba tu padre) no es otra cosa que el deseo: el futuro que no es futuro, que no ha llegado ni va a acercarse hasta nosotros; el porvenir de una ilusión que cuesta aprehender la derrota. Poema hermoso y sincero. Esa resignación me recuerda a algunos personajes de 'Tierra eres' (mi novela). Será porque ambos somos castellanos... Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, querido Ismael, el carácter de mi padre era el de tantos hombres de su generación que no conocieron nunca la palabra sosiego y que trabajaron duro de sol a sol.
EliminarEstán en la literatura de delibes y en narrativa del medio siglo.
Será un placer descubrir su senda en tu novela. Un abrazo cordial.