Para saber de mí Antonio del Camino Libros del Consuelo, LF Ediciones Béjar, 2014 |
RINCONES DEL YO
Antes de abordar el discurso poético de Antonio del Camino conviene
recordar algunas pautas de su estética que perduran en su forma de entender la
escritura. La voz poemática postula un discurso sentimental y emotivo que se
acerca con ojos limpios para guardar memoria de los días. Es una lírica de
línea clara y textura diáfana, que aborda el intimismo del yo frente a sí mismo
para explorar los trazos de la propia identidad. En esta tarea, las palabras
encuentran su razón de ser porque la existencia alcanza a través de ellas
plenitud y significado. Los versos se convierten en huellas del discurrir, insuflan voz y latidos; engloban en su semántica un significado
plural: hallamos la voz del caminante y el eco del discurrir, la
senda y el espejo: “Hoy, sin embargo, mi caligrafía / insiste en adentrarse en
los rincones / silentes del la sed. Así decido / traspasar el umbral de las
palabras / y caminar, / para saber de mí”.
Lo transitorio encuentra en el poema un lugar perdurable, un rincón
diáfano en el que se remansa lo vivido. El verbo fortalece la identidad del yo,
permite el sondeo en los estratos más profundos de la conciencia y emana hacia
la luz como un manantial claro que comparte la sed, mientras aguanta los
vaivenes del tiempo.
Una y otra vez, se multiplican razones para el canto. La escritura deviene búsqueda y
esperanza, un trazo marcado en la deriva que permite sumar pasos a una voluntad
que preserva el pasado y sondea en el ahora itinerarios no hollados. En ese
estar del sujeto en su continuo diálogo con el tiempo, la evocación es una seña
de identidad. El rumor del tiempo nunca duerme, vela insomne para mostrarnos
los retazos vividos, el ser de la nostalgia.
Con claridad serena, el verbo de Antonio del Camino pronuncia afectos. Con voces cotidianas y esenciales dibuja las orillas del mañana,
ese río del tiempo que nos lleva: “ Así es la vida: en
resumidas cuentas, / el bagaje que cabe en la distancia / que mide el tiempo mientras nos convive /
desde que una brumosa madrugada / nos echamos a andar hasta que un día / sin
rostro y sin edad el tiempo calla. “
Gracias, José Luis, por tus palabras, producto de una lectura atenta y generosa. Hoy, con tu entrada, siento que ya me tocó la lotería.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Querido Antonio, sé como tú que somos ese agua que discurre lenta hacia el atardecer. Tu poesía me encanta porque habla con las mismas palabras que la mía, porque recorre similares itinerarios sentimentales. Un fuerte abrazo.
EliminarPequeña fe de erratas: "...que mide el tiempo mientras nos convive".
EliminarOtro abrazo.
Errata corregida. Mi torpeza sigue intacta. Como ves, trabajando conmigo al lado podrás escribir un largo ensayo sobre la paciencia, esa virtud que exige un insomnio a tiempo completo.
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