"Laberinto". Fotografía de José Javier González |
PÁGINA DE SUCESOS
Esa tarde Teseo rompió el hilo de Ariadna. Con manos sosegadas, deshizo la maleta, apiló libros, puso bajo las sombras una luz amarilla y habitó el laberinto. Ahora cada noche se escucha en su interior un solo de trompeta.
Detrás de la puerta, el laberinto.
ResponderEliminarMás allá no hay un verdadero camino.
Esperan un acontecer secreto
y la embestida del toro.
Pero la ruta ofrece oportunidades:
se bifurca una y otro vez. Puedes elegir.
Un hilo te acompaña
y es la única luz en este espacio sin salidas,
el alfa y el omega,
tu arma en esta lucha contra el caos que te aprisiona.
Si consigues llegar al centro de todo
te esperan la sabiduría y la muerte.
Nada más esperes.
Descubrirás que allí
todo se cierra.
Y esperarás que así sea.
Hola poeta, siempre es un privilegio que mis textos susciten tus lúcidas respuestas, tus gustos literarios, tu amistad. Saludos entrañables, José Manuel.
ResponderEliminarEn la delgada línea (o hilo. Hablamos de Teseo) que separa la calma del Minotauro...
ResponderEliminarPrecioso, José Luis.
Besos.
Vaya, Loly, no sabes la alegría que me da encontrar tu sonrisa de nuevo alumbrando mis días. Un fuerte abrazo y mi gratitud de siempre. Hay silencios que duran demasiados siglos. Besos.
EliminarMe ha encantado el microrrelato. El final estupendo!
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, querida Carmela, es un género que uso poco y que me va dejando entre las manos algunos textos para conservar. Un fuerte abrazo.
Eliminar