Las grullas, como las garcillas o las cigüeñas, son símbolos de ese espíritu migratorio que busca un sitio nuevo, otro clima más cálido, otro espacio para compartir. Un gran abrazo
Un haiku en toda regla, que armoniza a la perfección con la bella imagen que lo acompaña. Un disfrute, haiku y fotografía, para cuantos cruzamos estos puentes de papel.
Hola Antonio, echaba de menos tu palabra y tu estar en estas tardes de papel que no quieren ser invierno. De vez en cuando recurro al haiku para aligerar la carga de la entrada, para que se oree un poco el ojo crítico. Un gran abrazo.
Sabes que el haiku solo requier dejar en libertad a los sentidos. Y la imagen del otoño al amanecer o en las atardecidas es casi una ópera silenciosa... Un espectáculo de altura. Gracias por estar cada instante.
la literatura tiene la capacidad de hacer la casa personal más grande, de ensanchar habitaciones y trasteros... Y qué feliz me siento cuando esa casa se llena de amigos. Un gran abrazo, Sandra... Que salgo corriendo a una presentación en Rivas de José Cereijo.
Vaya, Ildefonso, eso se llama afecto y optimismo; una de las características del blog es esa conversación a media voz entre textos e imágenes y ahí estamos en la búsqueda diaria de una conversación bien avenida. Un abrazo.
Además siempre sorprende ese vuelo con brújula, esa sensación de que en el cielo se marca con nitidez la estela de una estación final. Estamos en tiempo de aves migratorias y mirar el azul poblado en las amanecidas llena los sentidos de vida. Un doble abrazo, poeta.
Hermoso haiku e inspiradora imagen. Un fuerte abrazo, José Luis.
ResponderEliminarHola poeta, espero que ya se encuentre tu ánimo en las mejores condiciones y que la poesía regrese con la fuerza de siempre. Un abrazo.
EliminarNo me gustan las grullas , pero si esa foto y tu haiku
ResponderEliminarUn abeso
Las grullas, como las garcillas o las cigüeñas, son símbolos de ese espíritu migratorio que busca un sitio nuevo, otro clima más cálido, otro espacio para compartir. Un gran abrazo
EliminarUn haiku en toda regla, que armoniza a la perfección con la bella imagen que lo acompaña. Un disfrute, haiku y fotografía, para cuantos cruzamos estos puentes de papel.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Hola Antonio, echaba de menos tu palabra y tu estar en estas tardes de papel que no quieren ser invierno. De vez en cuando recurro al haiku para aligerar la carga de la entrada, para que se oree un poco el ojo crítico. Un gran abrazo.
EliminarPrecioso Haiku José Luis!
ResponderEliminarSabes que el haiku solo requier dejar en libertad a los sentidos. Y la imagen del otoño al amanecer o en las atardecidas es casi una ópera silenciosa... Un espectáculo de altura. Gracias por estar cada instante.
EliminarMerece la pena estar donde una se encuentra a gusto y además se aprende. Es el caso de estos puentes José Luis.
Eliminarla literatura tiene la capacidad de hacer la casa personal más grande, de ensanchar habitaciones y trasteros... Y qué feliz me siento cuando esa casa se llena de amigos. Un gran abrazo, Sandra... Que salgo corriendo a una presentación en Rivas de José Cereijo.
EliminarBellísimo todo...
ResponderEliminarVaya, Ildefonso, eso se llama afecto y optimismo; una de las características del blog es esa conversación a media voz entre textos e imágenes y ahí estamos en la búsqueda diaria de una conversación bien avenida. Un abrazo.
EliminarMuchas gracias, José Luis. Qué precioso regalo! Besos,
ResponderEliminarHola poeta, mis haikus siempre piensan en la belleza que contienen los tuyos. Un gran abrazo.
EliminarUn hermoso haiku José Luis. Volver por estos puentes y encontrar las grullas esperandome es un gran placer. Un abrazo
ResponderEliminarAdemás siempre sorprende ese vuelo con brújula, esa sensación de que en el cielo se marca con nitidez la estela de una estación final. Estamos en tiempo de aves migratorias y mirar el azul poblado en las amanecidas llena los sentidos de vida. Un doble abrazo, poeta.
Eliminar