Permiso de residencia Cristian David López Ediciones de la Isla de Siltolá Sevilla, 2o15 |
DESPERTAR A SOLAS
El escritor Jorge Luis Borges es un inagotable almacén literario, un
expendedor de citas que siempre deja satisfecho al consumidor; sus
palabras tienen una semántica moldeable que se ajusta, como licra, a cada
poemario. Así sucede con el libro de Cristian David López Permiso
de residencia, al que define por su carga
autobiográfica este párrafo: “Toda poesía es plena confesión de un
yo, de un carácter, de una aventura humana”.
En cada conciencia individual gravitan siempre las coordenadas del
origen, ese lugar que
sobrevive a cualquier contingencia. Se aloja en los recuerdos para despertar a
voluntad, como si concediera un sitio habitable a la memoria. La evocación define
al presente como carencia y búsqueda. Cristian David López nació en Lambaré
(Paraguay) en 1987 y el legado cultural de sus raíces es un signo estable del
quehacer literario. Con el poeta y crítico José Luis García Martín, coeditó y versionó al castellano Cantos
guaraníes / Guarani purahéi. Además impulsó la salida de Aforismos y reflexiones, del modernista
paraguayo Rafael Barrett y dejó en su novela La patria del hombre una crónica marcada por una profunda
estela vivencial que hace recuento de un intervalo
remoto asociado a la infancia. Con ese bagaje bibliográfico no pasa inadvertido
el título de su primera compilación lírica, Permiso
de residencia; de nuevo remite a la inmersión en un entorno distinto y a la
pertenencia eventual a otro contexto social. La acreditación legislativa
permite fijar una residencia estable y realizar actividades laborales pero no
borra la condición de transterrado, la certeza de no ser sino un extranjero que
busca sitio.
El enfoque de Cristian David López está muy lejos de la extrañeza
reivindicativa, no se siente un expulsado del paraíso. El sujeto poético tiene
una mirada diáfana y abre los brazos con
una nítida propuesta dialogal a la gente común, sin argumentaciones solemnes y
con un saludable punto de ironía. Leemos en el introito “La llamada”: “Vengan,
/ los que no aprietan el tubo de dentífrico por el medio, / los que no cruzan
los pasos de peatones en diagonal, / los que no manipulan el móvil al caminar
por las calles, / los amantes del vino y la poesía, / los que se bañan para
dormir, / los que tienen alguien con quien soñar / (aunque cada noche duerman
solos)…”. Son versos que unifican coloquialismo y sentimentalidad, que
conectan con el hombre de la calle despojado de cualquier dimensión épica, que
hacen de la historia personal un estar común que apela al lector a reconocerse
en los otros cercanos.
De este modo el sujeto poético postula una reflexión en la que afloran
las señales de un tiempo a través de composiciones breves, de dicción despojada,
que solo precisan mínimos elementos de uso y que tienen un claro sentido
aforístico en los finales. Algunos poemas se ajustan al molde versal del haiku,
una estrofa ligada al ciclo estacional, al temporalismo y al contacto con la
naturaleza. Resalta en esta primera parte la naturalidad expresiva, esa
aparente confianza en mostrarse ante la otredad sin máscaras ni artificios,
como si las palabras pronunciaran un sencillo ideario estético: “Desnudos los
pobres / desnudos los enamorados, / los ciegos, los lisiados, / los huérfanos,
los exiliados, / los sueños / desnuda la poesía “.
El tramo central del poemario, “Biografía de ausente”, agrupa composiciones más reflexivas. Los
poemas reconstruyen un trayecto biográfico desde su epifanía, como si la existencia
dispusiera un recorrido en el que junto al estar caminara el desarraigo y la
incertidumbre, pero también la invitación al amor que marca varias
composiciones del cierre final, “El viejo sueño”.
Cristian David López organiza Permiso
de residencia como un animado relato experiencial en el que los bloques
poéticos tienen una aparente independencia, aunque comparten una voz cercana,
que ofrece contenidos emocionales, y que tiene un sentido humanista del estar.
Si la vida resulta aleatoria y umbría, no viene mal dar a los que recorren sus calles un poco de aire limpio, una alegría sujeta con un clip
pasajero, un respiro que haga de la esperanza un trabajo estable.
Me ha parecido oportuno recuperar esta reseña de "Permiso de residencia" por ser el primer libro del autor. Así una alegría proponer esta lectura mañana en la Librería Rafael Alberti de Madrid. Además estará el crítico que más sabe de poesía de este país, José Luis García Martín. Y será un privilegio acompañarlos.
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