Varsovia |
EXTRAVÍOS Y ENCUENTROS
Para quienes regresan
Uno de los hábitos que practico con alevosa continuidad
es el extravío. Cada jornada pierdo llaves, cartera, canas sobre una almohada que soporta el peso de los años, ilusiones, amigos… A veces
hay suerte y consigo recuperar lo extraviado. Como si el tiempo vital tendiera puentes entre extravíos y encuentros. Otras veces solo recupero el malhumor
erosivo que me produce una práctica desaforada que lleva a la carencia.
La última pérdida es una amistad. Era temprana como un brote reciente y se mostraba pujante a la espera de frutos. Tampoco sé por qué murió de pronto la llama de su estar y el tacto del afecto se hizo humo.
Así que
he decidido desaparecer por unos días para que no se repitan más los extravíos. Despliego el mapa y descanso. Dibujo un recorrido para regresar cuando escuche el rumor claro de un optimismo renovado. Por lo que perdí; plumas y bolígrafos, que tantas dudas anotaron con fidelidad irreprochable; por mi
cuaderno blanco que esperó con paciencia de monje zen algún verso aceptable;
por la nueva amistad, que exigía en sus ojos una lectura atenta y emotiva.
Así que estoy en paradero desconocido, haciendo caso al poeta Vicente Núñez que escribió: "Viajar es ir creando ciudades", un aforismo que invita a dibujar nuevos pasos. Ni siquiera el sueño sabe dónde
estoy. Opto por el silencio. Ya era hora.
La entrada introduce abundantes variaciones en una entrada antigua, marcada por lo contingente: extravié un bolso con bolígrafos y plumas de excelente calidad que alguien muy querido para mí me había regalado. Ahora adquiere el texto un sentido nuevo. Habla de esas presencias que están y un día ingresan en un silencio distante y definitivo, como si nunca hubiesen existido... El dolor es máximo, y esa sensación de angustia invita a ver la amanecida en otro suelo. A optar por el silencio.
ResponderEliminarYo he extraviado la pluma de mi padre. El dolor no sé si me llega más por el nexo perdido o por la vergüenza en la falta de su cuidado. El uso y la función hacen al órgano. Eso dicen. Lo que no se utiliza se atrofia, incluso hasta parecer desaparecido, adormecido, aletargado. El aletargamiento es mejor que una presencia innecesaria y esta mucho peor que la ausencia definitiva.
EliminarLo que a mí no se me quita es la sensación de haber perdido algo importante
Compartimos torpeza. Y entiendo tu dolor, así que hay que compensar con búsquedas y encuentros.
EliminarLa vida también es, además de un cúmulo de experiencias adquiridas, un camino de pérdidas continúas. Por ello debemos seguir adelante, luchando por mantener los afectos que nos quedan y seguir generando buenos recuerdos. Lo bueno es que, si no nos desanimamos y dejamos que el tiempo nos consuele, todas las alegrías y los afectos pueden guardarse en un lugar seguro, nuestro corazón. Y cuando solo sean recuerdos, ya no dolerán si son tristes, y sí nos llenarán de ternura si son bonitos. Saludos.
ResponderEliminarTe hago caso. Patricia, tu mensaje está lleno de sensibilidad. Un fuerte abrazo.
EliminarQuizás opte yo por esa misma táctica.
ResponderEliminarOye que buena la frase de Vicente Níñez, mi paisano, no la conocía.
Descansa, pero no mucho.
Un gran abrazo, amiga, en los afectos no hay desapariciones.
EliminarTe esperamos, José Luis. Abrazos.
ResponderEliminarGracias poeta, el regreso es la sensación de recuperar el tiempo común. Nos vemos pronto.
EliminarDe vez en cuando tomo distancia con la vida y aunque sonría, adopto un perfil plano para que los olvidos y las pérdidas, no me dañen. Tu marcha a un "paradero desconocido" será ese bálsamo que aligere la sensación de caos que se instala en la piel cuando cuando la lista del caos pesa.
ResponderEliminarQue tu regreso sea en el momento justo en que la paz vuelva a instalarse en tu escritorio y en tu corazón.
Un gran abrazo que te llegue allí donde estés.
Me gusta esa manera de medir la distancia entre la razón y el sentimiento, María, es verdad, hay días que entrelazan silencio y espera. Y es hermoso saber que el regreso será una habitación con vistas. Abrazos grandes.
ResponderEliminarHay momentos en que apetece dejarlo todo, tirar la toalla, desparecer... te entiendo bien José Luis. Pero luego vemos que sigue habiendo personas por las que merece la pena seguir estando. Creo que, independiente de los merecidos descansos, hay que ir sumando lo que llega de bueno a nuestra vida y los que se restan ellos solos no tenerlos nunca en cuenta.
ResponderEliminarEspero José Luis que tu ausencia no sea tanta como para que lleguemos a notarla demasiado y que encuentres, al menos parte, de esas pequeñas grades cosas que extravías por el camino. :)
Un abrazo,
Sandra.
Ver en cualquier viaje un regreso es uno de los mejores sueños, así que agradezco mucho tu continua amistad y siempre nos quedará un sitio para compartir. Besos.
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