viernes, 23 de junio de 2017

MARÍA ÁNGELES ROBLES. UNA SENDA EN LA PENUMBRA

Una senda en la penumbra
(Hacia el corazón del Japón)
María Ángeles Robles
Ediciones de la Isla de Siltolá, Levante
Sevilla, 2014

CON EL ESPÍRITU DEL HAIKU

   La imagen del Japón contemporáneo ha fortalecido un buen número de clichés. Son consideraciones arquetípicas que dejan su vigencia en el tiempo y emparentan al país del sol naciente con el haiku, lo ceremonioso, la alta tecnología, el espíritu normativo social, el manga, la gastronomía de algas y pescado crudo y el respeto a la tradición. Seguramente hay más, pero con estos vértices trazados por la inmediatez  componemos una estampa sugerente con un soporte asentado en la realidad. Se puede contrastar de inmediato con Una senda en la penumbra. Hacia el corazón de Japón, dietario sentimental escrito por María Ángeles Robles. Hasta la fecha, el perfil creador de María Ángeles Robles se ceñía a quehaceres vinculados a la prensa, con especial incidencia en las páginas culturales dedicadas a la literatura, el cine y los eventos de autores. La gaditana ha impulsado abundantes colaboraciones en medios del sur y ha creado la revista digital CaoCultura que es hoy un referente sobre el espacio literario andaluz.
  He empleado, con las limitaciones propias de la terminología, el aserto “Con el espíritu del haiku” como título de esta reseña porque las notas reunidas en Una senda en la penumbra no son apuntes cronológicos al uso sino la exposición sosegada de una sensibilidad que muestra el devenir estacional y una recurrente admiración por los variados estratos del magma japonés.
   Para viajar a un lugar solo se necesita cerrar los ojos y oír las pulsaciones del interior. María Ángeles Robles lo sabe y así va naciendo, como renovados brotes naturales, una escritura secuencial que sustituye la anécdota por la impresión y las descripciones por la mirada lírica. Bajo los apartados estacionales (otra concomitancia con la estrofa clásica japonesa) la autora perfila sendas, como si fuese completando en un acto de contemplación un cálido trayecto circular. Los sentidos miran y dan fe de sus percepciones, con la ortografía propia del pensamiento. De este modo, lo inesperado se hace visible para mostrar estelas que se adentran en el matiz, en aquellos aspectos que parecen frágiles y transitorios y adquieren a través de la escritura singular consistencia.
   La autora deja esta crónica con diferentes estrategias narrativas. Hay prosas breves, con un claro sentido poético y contenido simbólico y también hay poesía que nos llega desde el esquema métrico del haiku siempre capaz de reunir los elementos dispersos del entorno con el rumor callado de la sensibilidad que se busca a sí misma en el paisaje: “Cae la nieve / y el corazón palpita/ Flor de retama”, “Flor del almendro / tu blancura de nieve / derrite el tiempo”.
  La cultura japonesa no es uniforme y en su legado son muchos los instantes de esplendor. De esa mirada al quehacer creativo de sus escritores destellan abundantes anotaciones, a veces como posos naturales de lecturas, lo que justifica la amplia bibliografía final, y otras como síntesis escueta de una página feliz, de un pensamiento, de una anécdota que adquiere su pleno sentido en la memoria del lector. En las breves notas de Una senda en la penumbra María Ängeles Robles elabora una experiencia interiorizada que evita las demoliciones de lo transitorio. En su soledad callada busca los trazos más singulares de una geografía que sobrevive en el ideal de un viajero sedentario que no necesita recorrer distancias sino escuchar las voces del corazón, esas que encienden la luz cuando caminamos a oscuras en lo diario y es necesario abrir una ventana. Desde su claridad regresa el sol, el nuevo día.


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