Jaime Gil de Biedma Diarios 1956-1985 Edición de Andreu Jaume Lumen, Barcelona, 2015 |
EL POETA- POEMA
Concluye en su introito Andreu Jaume, editor de Diarios (1956-1985), que Jaime Gil de Biedma preparó el recuento
autobiográfico con voluntad crítica, con el firme propósito de que fuese un
testamento de claves interpretativas. Esta valoración otorga al volumen Diarios espacio singular y una íntima
relación con Las personas del verbo,
que aglutina toda la obra poética, y con El
pie de la letra, donde se integran artículos y ensayos. Esta indagación
intimista nace de un afán de “adiestramiento en la literatura” como activo
ejercicio de aprendizaje y búsqueda de un lenguaje para precisar y comunicar
las gradaciones de la experiencia.
Las vicisitudes de imprenta son conocidas. En 1974 amanecía Diario del artista seriamente enfermo que
más tarde, ya en 1991 y en edición póstuma, se integraría en Retrato del artista en 1956. A este
perfil del poeta-poema se suman aquí los textos inéditos. Son dos diarios
fechados en 1978 y en 1985 que constituyen, y otra vez recurro al editor, el
retrato tardío de una sensibilidad renacida tras una estrepitosa crisis de
identidad por no hallar asiento en un entorno cívico convencional.
En la organización percibimos el deseo de un orden; un afán de simetría
por trazar con veracidad los afanes de un protagonista implicado, que inicia el
recorrido biográfico con Retrato del
artista en 1956. Es el tramo autobiográfico más vitalista; en ese tiempo el
poeta está trabajando en “Las afueras”, conjunto poético integrado en la
obertura Compañeros de viaje y
comienza su relación con la Compañía de Tabacos de Filipinas, empresa familiar
en la que desarrollará todo su periplo laboral, con numerosos viajes de
negocios y una agenda vital de libertad y descubrimientos.
Las anotaciones de Retrato del
artista en 1956 se convierten en un atlas de geografía humana. En él emerge
un yo en crecimiento con inquietudes literarias, muy cercano en lo intelectual
al grupo de amigos de Barcelona, sobre todo a Carlos Barral. Todo da fe de una
intensa pasión por vivir; los días en Manila muestran sin sombras una continua
búsqueda de relaciones y encuentros sexuales, no carentes de morbo y
confrontados con la moral católica. También aflora la conciencia social y la
evidencia de una jerarquía asumida en la que cada vez soporta peor la prepotencia
colonial, esa insólita desnudez de derechos que tiene la mano de obra indígena.
Las secuencias refuerzan su rechazo a una forma de vida aristocrática que
fomenta el poder económico desde la explotación de los más débiles y crea en su
interior un vacío ante las severas condiciones de supervivencia de los más
humildes.
La realidad política española desde la distancia adquiere una atinada
definición. Se aprecia el desarraigo interno y la ausencia de peso en la
política internacional que aísla al integrismo franquista. El poeta escribe: “España
es un país enfermo, enquistado en sí mismo”.
La misión de Jaime Gil de Biedma en la Compañía General de Tabacos de
Filipinas se expone en el informe sobre la administración general, un texto de
fuerte contraste con la perspectiva general del diario. Se trata de un trabajo
técnico sobre la fisonomía de la empresa, sus activos mercantiles y el funcionamiento
operativo del personal. Apenas queda sitio para el enfoque confidencial que
solo retorna en el apartado “De regreso en Ítaca”, cuando la estancia en
Filipinas concluye. La implicación con la geografía asiática ha sido intensa.
Mas el poeta ampara una sensibilidad mudable y las nuevas anotaciones acogen el
clima de relación, las lecturas y el afán literario. Sitio especial concede el
poeta a su temporada de convalecencia en la Nava de la Asunción, un municipio
próximo a Segovia, a causa de la tuberculosis. El moroso tiempo mesetario
ralentiza los días y da ocasión a un análisis del yo verdaderamente demorado
que integra facetas diversas, desde la sexualidad apaciguada hasta los
problemas de composición o las acuarelas familiares que permiten conocer el
retablo de presencias cercanas y su empatía con el poeta.
Más que las vicisitudes del ego son los trabajos y días literarios los
que rigen el enfoque tonal de Diario de
“Moralidades”, segmento que abarca desde 1959 a 1965. El cauce vitalista,
no exento de polémica por una sexualidad desbocada y oscura, se hace remanso
sedentario para adentrarse en la conversación pausada entre biografía y
escritura. Lo que se estima ahora es el apunte de taller, aunque de cuando en
cuando se desgranen textos que bosquejan
rutinas de la casa familiar de la Nava.
En esos meses concluye varios proyectos, entre ellos un ensayo crítico
sobre Jorge Guillén, publicado en 1960. Es la etapa de definición del grupo de
Barcelona a través de gestos colectivos como el homenaje en Colliure a Antonio Machado,
en el vigésimo aniversario de su muerte, la preparación de la antología de
Josep María Castellet, o la realización de lecturas y encuentros que dan a conocer sus idearios estéticos.
Es el tiempo también de escritura poética de Compañeros
de viaje, su carta de presentación. Las anotaciones revelan la lenta
elaboración de los textos, el pulido final y el sesgo racional de una obra que
va creciendo con lentitud, muy lejos de la intuición sentimental, con un sólido
trabajo de organización y lecturas afines.
Por otra parte, los contactos con Carlos Barral, Josep María Castellet y
otros poetas del medio siglo facilitan el conocimiento público de sus creaciones.
Son días de cielo claro. Cuando arranca 1960 sus apuntes lectores gestan un
criterio crítico pleno de solidez. En él, Antonio Machado adquiere una
significación tutelar, que influye en una expresividad directa y en el sentido
ético del poema; lo mismo sucede con los compañeros de viaje. Con afines
supuestos estéticos forjan el catálogo de la colección Colliure, que habrá de
convertirse en pórtico editorial de la lírica emergente. También es valorado de
forma positiva Luis Cernuda; en cambio cuestiona las últimas salidas de Juan
Ramón Jiménez.
El periodo acogido discurre hasta 1964 y en él perduran los peculiares
caracteres del ego, aunque los párrafos se hacen más esquemáticos. En ellos se
alternan los estados de ánimo, las crisis físicas y amorosas, las lecturas y
los avances de poemas que van adquiriendo todos los elementos de la versión
final. Asimismo prosiguen los contactos promocionales y el deambular por
enclaves peninsulares, con especial incidencia en la costa. La identidad del yo
se asienta en claroscuros que transmiten su inestabilidad afectiva. Mientras
lee a Catulo y los poemas epigramáticos de la Antología palatina que servirán para encontrar el tono de
“Pandémica y Celeste”.
En el diario de 1978 la textura de la realidad ha sufrido significativas
mutaciones. Desde 1972, en los estertores de la dictadura, viaja al litoral
porque adquirió una casa en Ultramort, en la comarca del Empordà y allí fija su
retiro residencial. Se asienta la convivencia sentimental con Josep Madern,
salvo algunos esporádicos encuentros ocasionales y sus preocupaciones
cotidianas se mantienen, tanto en la empresa, como en el taller de autor que
tanto acrecienta enlaces con la segunda generación poética de posguerra.
De cuando en cuando, los síntomas de la enfermedad condicionan su salud o empujan al poeta a temporadas de ánimo sombrío. Pero la radiografía general de este periodo se expone con tranquila objetividad, como si el autor fuese trazando una estela de sueños cumplidos, a pesar de su conocida inestabilidad emocional, a pesar de sí mismo.
De cuando en cuando, los síntomas de la enfermedad condicionan su salud o empujan al poeta a temporadas de ánimo sombrío. Pero la radiografía general de este periodo se expone con tranquila objetividad, como si el autor fuese trazando una estela de sueños cumplidos, a pesar de su conocida inestabilidad emocional, a pesar de sí mismo.
"Yo creía que sería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema..."
ResponderEliminarNotable, entrada.
Feliz jornada, poeta.
Gracias amiga, acaba de salir un libro de memorias de José Manuel Caballero Bonald donde dibuja a muchos personajes de su entorno literario. Uno de ellos es Jaime Gil de Biedma, quien nos ha dejado un estremecedor retrato ético en sus diarios...Un fuerte abrazo y siempre feliz por tu mirada.
EliminarLos devotos de JGB disfrutamos de las relecturas de sus diarios, pero... reflexiones tan completas incitan a volver con más interés. Gracias, José Luis.
ResponderEliminarGracias a ti, querido Antonio, yo también soy un decidido partidario del poeta-poema. Es más, creo que las voces del 50 han sido la columna vertebral de la poesía contemporánea y sus magisterios más recurrentes. Así que feliz de que mi lectura te haya despertado el interés del regreso a la obra de Jaime Gil de Biedma. Muchas gracias por tu amistad.
EliminarSiempre aprendo con tus entradas José Luis. Gracias por compartir.
ResponderEliminarFeliz finde!
Me alegra que saques esa sensación de las lecturas, Sandra, y que no te aburra; creo que la lectura es un buen termómetro del gusto literario... Jaime Gil de Biedma dejó sombras en su biografía, pero su poesía es diáfana. un fuerte abrazo.
EliminarNo puedo más que levantarme y coger los libros de Gil de Biedman, volver a leer algo de él. Gran trabajo, como siempre, el tuyo José Luis. Buen fin de semana. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmela, es un poeta muy valioso que siempre aporta emoción y vida. Sus diarios humanizan al personaje, le añaden sombras y algunas erosiones. Así que hay que conocerlos. Siempre bienvenida a a esta casa, carmela. Abrazos y feliz día.
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