Dominio de la noche Gloria Díez Prólogo de Victoria Lafora Grabados de Giovanni Battista Piranesi Editorial Doce Calles, Madrid, 2012 |
DESOLACIONES
Casi a trasmano del laboreo poético actual que encuadra en tendencias y
grupos, Gloria Díez, periodista y poeta, ha protagonizado una escueta andadura
lírica que comienza a principios de los años ochenta con Mujer de aire, mujer de agua
(Rialp, 1982). El libro acogía una voz replegada en sí misma que
compartía un discurso intimista. En ese discurso del protagonista verbal y su
tentativa de definición sobrevuela una sensación de desvalimiento. Cuesta
transcender los límites marcados por un entorno carencial: “La noche está
plagada / de acechanzas. / El miedo y el amor / tienden sus redes, / para que
tiemble, / solo, / con su fugaz presencia”. Dar cauce al itinerario vital es ir
remansando sobre lo cotidiano una razón serena.
Tras esa entrega, que focaliza su presencia en la Cuarta antología de Adonais (ediciones
Riap, 1983), junto a voces emergentes como María del Carmen Pallarés, Julia
Castillo, José María Parreño y Blanca Andreu, y en el número doble 169-170 de
la revista malagueña Litoral,
publicado en 1987 y dedicado de forma monográfica al yo femenino, sobreviene un dilatado
paréntesis de silencio. La autora se aleja del foco de las publicaciones
periódicas y son contados los nuevos versos editados, a pesar del abundante
material inédito. Sin embargo, la poesía sigue fluyendo hasta componer una
segunda estación, Dominio de la noche,
un trabajo ilustrado con los inquietantes grabados de Piranesi (1720-1778), de
quien resulta útil por su significado en el poemario recordar algunos datos.
Grabador, arquitecto, arqueólogo e inventor, en sus trabajos habita el
gusto por la arquitectura clásica, pero sus concepciones artísticas no siguen
los parámetros racionales del Siglo de las Luces. Su fantasía constructiva deja
en quien la percibe una fuerte sensación de enclaustramiento y desolación. Son
rasgos que la palabra poética de Gloria Díez también asume.
El análisis del prólogo corre a cargo de Victoria Lafora, cuyo perfil
profesional como comentarista en medios audiovisuales y cronista parlamentaria
es bien conocido. En “Batallas perdidas, batallas ganadas” define el libro como
una caligrafía del dolor en la que está presente el esfuerzo regenerativo de un
voluntad que intenta remontar vuelo, a veces con la impotencia de Sísifo, y
otras con el sosiego de quien arrinconó en un sitio lejano los pasos de la
adversidad.
El ahondamiento reflexivo en el dolor no busca la estridencia
declamatoria. Los versos optan por una voz natural sencilla, estremecida. Elige esa opción desde el primer poema, al que pertenece este fragmento:
“Caligrafía pálida / un álamo desnudo / alza sus blancos huesos / contra el
último azul:/ su aleteo de plata / se sumerge en la sombra / como el ángel más
tenue / se transforma en ausencia” .
El poema se convierte en exploración indagatoria. Transitar la sombra es
descubrir un mundo en suspenso, un cristal oscuro que oculta las respuestas y
que contagia esa expresión umbría al entorno cercano. Todo se hace dominio de
la noche, gelidez, tristeza. Sobre la piel arenosa de lo cotidiano sobrevuelan
oscuros pensamientos que niegan la inocencia, aunque preserve en esa noche
opaca la esperanza de una brizna de luz: “Heme de nuevo aquí / ya toda
yerma. / Haz en mí tu milagro / del pan
y de los peces “.
La eficacia estética de Dominio de
la noche procede de una dicción cuidada e intimista que hace del
heptasílabo blanco su cadencia habitual. En sus imágenes se preserva un
clasicismo mitigado que muestra la valía de referentes culturales nunca resecos:
Hipnos, Ulises, las Musas, Alicia, Pierrot, Colombina o Caronte…Son mimbres de
una voz propia que acierta a dibujar ese ambiente baldío de una soledad enamorada,
que hace de la poesía un pequeño farol, un destello en la sombra.
Muchas gracias por la reseña. Debo decir que me sorprende por lo ajustada. Y eso, no porque desconfíe de tu sagacidad, sino porque siempre creemos que los demás no aciertan a vernos bajo los velos. ¡Bravo por el crítico!
ResponderEliminarTe dejo, querida poeta, mi gratitud en estado sólido; nada alegra más que encontrar en el camino crítico buena poesía, ese destello que pone en lo diario mediodía... Un fuerte abrazo por tus palabras generosas. Feliz jornada.
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