Una manzana en la nevera Sandra Sánchez Prólogo de Pablo A. García Malmierca Piediciones, 2017 |
AMANECIDA
La aventura vital que ofrenda a la identidad
es el material de trabajo de Una manzana
en la nevera, el libro de amanecida de Sandra Sánchez (Oviedo, 1971). La
autora no es una desconocida para muchos lectores. En su bitácora Letricidios premeditados ha ido
adelantando una voluntad firme de conjugar la creación literaria con facetas
diversas como el haiku, el aforismo, la reseña o los microrrelatos. Son frutos al
paso que cosechan diferentes reconocimientos en concursos y
certámenes y que han propiciado algunas publicaciones colectivas.
La
introducción de Pablo A. García Malmierca ajusta el enfoque de contexto de Una manzana en la nevera recuperando una
de esas cuestiones bizantinas irresolubles: la existencia o no de una poesía
femenina que busca su normalización presencial en antologías de género; pero
más allá de la necesaria simetría de autores en cualquier selección
representativa, lo que realmente importa recorrer es la sensibilidad de base
del poemario, su apuesta por trazar unas líneas necesarias que aporten un mayor
conocimiento del sujeto verbal y de sus conexiones con un entorno temporal; el poema requiere búsqueda y conocimiento a través de la expresión directa de sus
vivencias y de su estar temporal en el ahora. Acierta el prólogo cuando define
la voz de Sandra Sánchez como una “poesía desnuda, descarnada en muchas
ocasiones, que toca el lenguaje directo en algunos aforismos, un discurso que
busca la verdad”.
El
abundante material de biblioteca que la poeta pone en el umbral de sus versos
es sobre todo una advertencia al lector: esos poemas aparentemente desnudos,
sin la hojarasca retórica del aderezo metafórico, no nacen de la nada. Siguen huellas de otros que al cabo de los años han permitido moldear el modo
de expresión que elige el buen verso. Esa es la razón de ser de las citas de
Lewis Carroll, Alejandra Pizarnik, Gloria Fuertes o Marguerite Yourcenar.
El
hilo argumental se manifiesta con claridad de mediodía: Sandra Sánchez escribe un libro de amor; son poemas regidos por los sentimientos que nunca
abandonan el barco de la poesía confesional. La materia textual se convierte, de
este modo, en una celebración del otro como puerta de la realidad
y sus posibles contradicciones. El sujeto condensa sus esfuerzos expresivos en
encauzar un discurso intimista que solo requiere el golpe firme sobre la mesa
de unas pocas palabras: “He comprado un corazón / y lo he armado con paciencia.
/ Me lo quedo, venía roto”. Así, con ese deje natural que parece nacido del
lenguaje coloquial, quien nos habla se dispone a leer el mundo de los
sentimientos y va construyendo una red afectiva en la que se siente atrapada,
como si la voluntad necesitase madurar a resguardo en manos de un discurrir
temporal que no regresa; esa incertidumbre del ser en la cronología encuentra nítida expresión en el poema “Cuánto”: “ Si hubo un día una raíz que
buscó / agua y alimento / ¿Qué fue de esa primera razón / para existir?”, el
tema permanece en otras composiciones como “Un día abrí los ojos” donde el
largo inventario de indicios personales se va desvaneciendo en el callado
azogue del espejo.
La
escritura como reflexión que adopta el pensamiento del sujeto en las palabras
da pie a poemas como “Aprendiz” y “Deliriums Tremens” en los que un figurante escindido de si mismo se percibe como oficiante diario del rito de la
escritura, acaso para recuperar la vibración y el sentido tras la erosión continua
de los días, o para configurar los rincones ocultos de la propia identidad en
los que se asientan deseos, recuerdos y contraluces que dan fe de la
dimensión cambiante del yo.
Pero la poesía de Sandra Sánchez se mueve
por las leyes físicas de la introspección y en ellas se sugieren como campos de
fuerza de lo cotidiano el amor, el deseo, y el empeño en ser a través del
otro, como si la existencia no fuera posible sin alguien en el piso de al lado
que requiere una disposición continua para el laboreo más elemental, para
sacudir el felpudo del polco acumulado de la intemperie, o para bajar al
contenedor de reciclaje las bolsas de basura.
Una
manzana en la nevera es un libro fresco, con la temperatura regulada por un
uso de recursos expresivos como los juegos de palabras, la ironía o la
intertextualidad de un culturalismo mitigado que nunca barniza el ser
figurativo del poema. En él encuentran acomodo los resquicios de la memoria y
la corteza agrietada de la intimidad que necesita siempre una ventana abierta a
la esperanza, un frigorífico con la manzana del paraíso dispuesta a ser el
postre del ahora.
Agradecida por tu reseña José Luis. Es toda una sorpresa para mí, además de un lujo, el estar reseñada en tu blog.
ResponderEliminarMe quedo con tu afecto y con tus palabras, y lo guardo todo como oro en paño.
Feliz día y un fuerte abrazo,
Sandra.
Un privilegio adentrarme en tu poesía, querida amiga, un paso más en nuestra senda de afectos y en nuestra forma de entender el mundo. Que tus manzanas tengan muchas manos dispuestas disfrutar de su pulpa emotiva...Besos.
EliminarGracias siempre por tus buenos deseos José Luis.
EliminarBesos!
Muchas gracias también desde la editorial por tu magnífico análisis.
ResponderEliminarSaludos
Un abrazo entrañable y mucha suerte en el proyecto; nunca es fácil apostar por nombres nuevos, así que no queda sino desear que el catálogo de PiEdiciones siga creciendo sólido y lleno de interés. Feliz jornada.
EliminarTengo el libro entre mis manos y por lo que he leido hasta ahora me parece una muy buena reseña la que haces. Un saludo José Luis.
ResponderEliminarGracias y una verdadera alegría encontrar tu opinión en estos puentes de papel; así que solo queda darte la bienvenida y desear un futuro común de amistad y libros. la poesía de Sandra Sánchez es fresca y habitable, pulpa jugosa que mete la poesía en la cocina. Y eso es bueno; la transcendencia asusta... Feliz día.
EliminarVengo con otro perfil, quizás este si lo reconozcas, a darte las gracias por pasarte por Ángulos y comentar.
EliminarFeliz día tambien para ti.
Muchísimas gracias a los dos José Luis y Chelo. Os deseo a ambos una feliz semana.
EliminarUn abrazo fuerte,
Sandra.
Gracias a ti poeta, por dejarnos en la mano la fruta del poema, la amistad que hace de cada senda un espacio para compartir. Un fuerte abrazo.
EliminarVengo de nuevo a presentarte mi blog Leo y Comento en el que publican varios autores y a pedirte permiso para publicar en él esta reseña. Ya me dirás
ResponderEliminarPues sería un privilegio, querida amiga; me parece una iniciativa estupenda, así que encantado de que esta mirada crítica te parezca válida y se difunda. Un fuerte abrazo agradecido.
EliminarMuchas gracias. Ya está puesta.
ResponderEliminarGracias, Chelo, por tu interés y por buscar sitio en el ahora a la poesía de Sandra. Su primer libro merece la pena... Abrazos.
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