Crianza Eliana Dukelsky Cuadernos del Vigía, Colección Aforismos Granada, 2018 |
LA BUENA COMPAÑÍA
Eliana Dukelski (Buenos Aires, 1982) es uno de los escasos nombres
vinculados al decir fragmentario que no ha transitado otros géneros. Con amplia
preparación universitaria, y un quehacer docente en escuelas y fundaciones, la
escritora consigue en 2015 el Premio Internacional de Aforismos José Bergamín
con su carta de presentación La lengua o
el espejo. La recepción crítica de aquella compilación aforística fue muy
cálida. Y la autora se sumó al poblado cauce de voces emergentes que buscó
sitio inmediato en propuestas de antologías como Aforismos contantes y sonantes, Bajo
el signo de Atenea y Concisos.
El segundo paso, Crianza se abre con una cita de Alejandra Pizarnik, una de las
figuras de culto de las letras hispanas, protagonista de una desasosegante
biografía y de una escritura visionaria. La cita no está exenta de hermetismo:
“Explicar con palabras de este mundo / que partió de mí un barco llevándome”.
Es acaso una clave para advertir que tras el aparente estiaje del aforismo se
oculta un manantial subterráneo. Los textos no contienen la realidad, solo sus
fragmentos, esas esquirlas erizadas que hacen sitio al entorno más próximo.
Los destellos iniciales dan pie a una consideración previa. El sujeto
verbal tiene una clara afinidad con el personaje literario y deja que se
caligrafíe en los aforismos el discurrir biográfico. Es una actitud que aporta
verosimilitud al texto y que reviste al aforismo con una propuesta dialogal.
Los contenidos propagan un intimismo confidencial: “Mi tiempo fue capturado por
una despedida. De entre los restos quedó este presente remoto”, “Pensamientos
furtivos que te llevan directamente
hacia el abismo”, “Hay un tipo de locura que consiste en vivir asustado
de uno mismo”, o esta lectura del devenir existencial que tanta afinidad guarda
con cualquier periplo biográfico: “En las esquinas de algunos traumas, debajo
de los desengaños, o en ciertas mudanzas, se esconden pequeñas muertes”. Pero
las aguas mansas del yo pocas veces muestran una superficie calma y
transparente; en ellas de dan cita las zonas umbrías que soportan un ego
extraño y repleto de asimetrías: “A veces el intento de equilibrio desemboca en
esquizofrenia”, “El enemigo interno es aquel que defiende enconadamente las
mentiras que nos contamos”, “La vergonzosa manía de los obsesivos de contar
exactamente todo”, “Vivir con el mundo cerrado”.
El aforismo expande sus intereses más allá del yo y es permeable a las
circunstancias. Los textos cambian de tramas y personajes y dejan ante el
lector un escenario abierto, unas lindes que se traspasan casi de forma
inadvertida: “El mundo: esa cosa pegada a nosotros que grita para llamar
nuestra atención”, “Las estaciones de tren destilan la belleza inmóvil y
melancólica de los viajes”. Y en el
laborioso ejercicio de observación también caben los sentimientos; ese impacto
mitigado que tiene la cercanía del otro y que hace del amor una mirada que
reinterpreta la propia identidad: “A veces nos reducimos a una frase en la vida
del otro”, “Conocerse a tientas, dando tumbos. Aterrizar justo en el medio de
una persona”, “Las vidas ausentes del otro”.
En el último tramo del libro sobrevuelan las reflexiones en torno a la
maternidad, construidas tras la hermosa cita de Luna Miguel. El embarazo
inaugura una excepción del sentido del tiempo, rompe su devenir lineal y
confronta con los hábitos de siempre. No es único tema, pero sí un núcleo
argumental relevante que ordena los demás: “La punzada de dolor que anticipa al
hijo”, “El ser humano nace del género fantástico. La gestación es un proceso
inverosímil”, “Nacemos por falta de espacio. Nacer es un desahucio.”. De este
tramo procede el título del libro; el tiempo de crianza modifica los contornos
del transitar, obliga a desplegar otros vínculos con el mundo cercano y deja en
cada amanecida un caligrama de responsabilidades que se convierte en un surco
abierto de actitudes y sustratos sentimentales.
El aforismo es una manera de cribar el sentido de las cosas. Eliana
Dukelsky entiende la escritura como una interrogación que busca un enunciado
preciso para luchar contra lo opaco. No pretende formular los principios
solemnes de una filosofía subjetiva, sino adentrarse en los rincones de una
identidad concreta y mostrar lo que encuentra en sí misma. Los pensamientos
breves de Crianza albergan el abrazo y la esperanza, los
paisajes que miran y el pálido reflejo
de una patria habitable que nunca borra la extrañeza de ser.
Esta criba del sentido en forma de interrogación que busca de manera continua los linderos de la palabra poética y que se resuelve a través de la sugerencia aforística me parecen altamente interesantes. De nuevo José Luis, gracias por la recomendación. Abrazos amigo!!
ResponderEliminarGracias Luis, son días de aforismos y lecturas intensas, tras la presentación en Madrid. Ahora llega la feria y voy poco a poco despejando títulos porque hay que afrontar los abundantes compromisos editoriales. Un fuerte abrazo.
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