Rosario Troncoso (Cádiz, 1978) Fotografía de www.trianarts.com |
ROSARIO TRONCOSO. DE
VIVA VOZ
Sabido es que en la personalidad literaria
de Rosario Troncoso (Cádiz, 1978) conviven el itinerario lírico, la
coordinación editorial, el comentario crítico y la gestión cultural. Son
quehaceres sumados al desempeño de la docencia en un centro educativo de
Secundaria y Bachillerato en su provincia natal. No voy a detenerme en el
laborioso sondeo de este activismo,
aunque una razón afectiva personal hace obligada la mención de Editorial
Takara, en cuyo catálogo Rosario Troncoso integró mi antología Pulsaciones con una emotiva introducción
de su autoría.
Quiero centrarme en el trascurso de su
producción lírica que cultiva desde 2006, cuando aparece su primera entrega Huir de los domingos. Aquel arranque
tuvo una secuenciación uniforme y sostenida con las entregas Delirios y mareas (2008), Juguetes de Dios (2010), El eje imaginario (2012), Fondo de armario (2013), Transparente (2014) Eternidad provisional (2017)
y Nuestra orilla salvaje
(2018). Un paisaje rotundo que
demuestra la familiaridad con el verso necesario en el quehacer creador de Rosario
Troncoso. Editora, sí, antóloga, sí, directora de la revista literaria El Ático de los gatos, sí; pero sobre todo
poeta en ese territorio batido por los vendavales de lo cotidiano.
No resulta difícil reconstruir la
sensibilidad estética y la solidez de un proyecto unitario que avanza sin
duplicaciones ni quiebras. Aunque poco dada a la autocomplacencia, Rosario
Troncoso escribe mirándose a sí misma. Sus composiciones alzan una arquitectura verbal
que busca equilibrio entre intimismo y realidad. Reivindican la incertidumbre a
través de una poética de la vida. En ellas, encuentra con frecuencia una
enunciación lapidaria el fracaso y esa lucha constante por poner luz en los
relieves y contornos de la convivencia.
En la poética de Rosario Troncoso adquiere
dimensión el intimismo. En él convergen los acontecimientos personales de un alter ego sin idealizaciones ni
refulgencias, inmerso en el devenir vital. Quien habla en la geografía espacial
del poema muestra una dicción fresca y natural, comparte estados de
euforia, serenidad y melancolía. Sus palabras enuncian con tono terso,
profundo, ”transparente”. Así se titulaba, con preciso laconismo, uno de los
libros centrales de esta etapa de madurez en la escritura, repleta de
posibilidades temáticas que adquieren un desarrollo progresivo en el intento de
interpretar la realidad y captar su esencia; lo corroboran con la fuerza del
dogma los versos finales del poema “Taller de alta poesía: “Y ahora, asumido ya
lo esencial, / la técnica, las normas, los preceptos, / cállate ya / y escribe”.
El decidido paseante de este itinerario
creador concibe la idea de que los poemarios responden a
los principios expresivos de la autoficción. Las composiciones dibujan el
nítido perfil de una sensibilidad cercana. Es el yo humanista quien respira
bajo la máscara del personaje poético. Por tanto, hay afinidades y enlaces que
propician un pacto de verosimilitud entre el sujeto biográfico y el personaje
lírico.
La poesía de Rosario Troncoso es un ejercicio de afirmación, una sementera de evidencias de una identidad expandida hacia el nosotros. De este modo, cada libro se hace cordial complicidad, es balance y recuento de una individualidad que comparte su periplo vital. Alguien que rinde cuentas con la empatía solidaria de la confidencia.
La poesía de Rosario Troncoso es un ejercicio de afirmación, una sementera de evidencias de una identidad expandida hacia el nosotros. De este modo, cada libro se hace cordial complicidad, es balance y recuento de una individualidad que comparte su periplo vital. Alguien que rinde cuentas con la empatía solidaria de la confidencia.
Cómo me gusta leer tus reseñas José Luis. A Rosario Troncoso la conocí porque un amigo común me envió su poemario "Transparente" de un modo anecdótico que nunca olvidaré (un amigo este amigo común venía al partido del Real Oviedo- Cádiz y me dejó el poemario, que mi amigo me enviaba, en la recepción del hotel donde se alojó para que yo lo recogiera). Anécdota a parte, descubrí con ese libro a Rosario y la verdad es que me encantó (editado además en la Isla del Siltolá que me gusta muchísimo) . No he leído los otros suyos que nos presentas en el post (iré haciéndome con ellos) salvo el último ("Nuestra orilla salvaje" también con La Isla de Siltolá, el cual tengo dedicado) con el que ando estos días.
ResponderEliminarYo no sé reseñar Poesía pero la de Rosario Troncoso me llega. Poemas cortos, sin artificios, sin florituras ni ampulosidades creo que dan plenamente en la diana de la verdad que trata de mostrar con cada poema.
Dice uno de sus versos "Nada es más grande aquí que el equilibrio" y creo que, efectivamente, por lo que he leído suyo, ese equilibrio está presente en toda su Poesía.
Gracias por acercarnos más, la obra de Rosario, José Luis. Para mí, una poeta imprescindible de éste nuestro tiempo.
Un abrazo!
Querida Sandra, te debo una cervecita con terraza y mirador, por esa calidez diaria que dejas en tus palabras, por hacer de la amistad un camino. Tu idea de la poesía de Rosario Troncoso coincide en algunos aspectos con la mía: es la sencillez compleja de lo afectivo la que pone en sus palabras un poco de luz. un fuerte abrazo y seguimos.
ResponderEliminarHasta que llegue el momento, disfruto virtualmente de esa cervecita con terraza y mirador José Luis! jeje gracias!!
EliminarPues me alegro de no ir descaminada en mis impresiones. Seguimos, seguimos... (y el abrazo también ;) )