Dedicatorias Con José Luis García Martín, en casa (Rivas-Vaciamadrid) Fotografía de Cristian David López |
EL CAZADOR Y LA PRESA
La libertad no es más
que la distancia
entre el cazador y la
presa
Bei Dao
Es tan erosivo y subterráneo que ser buena gente lo
considera una parodia.
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Tiene la temperatura emocional de un cubito de hielo. Pero
en él no clarean las gotas de agua. Todo es barro.
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En línea con su actitud vital, la escritura hostil necesita sangre; busca la
yugular.
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Meritocracia: la soledad estéril, el mal carácter, la
mirada baja y el ocasional ajuste de cuentas.
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Las efigies son pretenciosas;
estiran la mirada más allá de su alcance.
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Hay amistades que cumplen la edad del soneto y necesitan
estrambote.
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Descarto el razonamiento personal sobre sus objeciones
críticas y su severidad formal. Solo se escucha a sí mismo. Tiene un oído disciplinado y elusivo que
ignora al otro por omisión.
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Sus reseñas tienen miga, aunque llena de moho.
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Lo recuerda Jordi Doce en su maravilloso Libro de los otros. Con
evidente amargura, tras un texto difamatorio, Octavio Paz llamó al poeta Robert Bly “El porquero de Minnesota”. Yo no llego a tanto, pero aprecio en su labor crítica cierta inclinación natural a caminar entre los cubos de basura.
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Matizar y atizar. En su parte de
bajas, un círculo expansivo: Carlos Bousoño, Francisco Brines, Ángel
González, Féliz Grande, Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Luis Antonio de
Villena, Andrés Trapiello, Karmelo C. Iribarren… Yo, también.
El taxidermista, feliz, cuelga en las paredes trofeos disecados.
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El rencor, la quema de ilusiones
ajenas y la estupidez no aumentan la inteligencia, aunque saben moldear
espejismos: disimulan ante el espejo la baja estatura.
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Sospecho que escribe bajo efectos secundarios, mientras sufre un cólico nefrítico o alguna oclusión
intestinal por basura curricular.
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El yo es otro; el día que escribí
estos aforismos era más García Martín que Morante Martín. A ver si supero pronto este trastorno bipolar...
(De mi Agenda del resentimiento)
Sentí al escribir estos textos la tibieza fresca de la ducha. Así que son un mero ejercicio de limpieza, una manera de salir al día y seguir como siempre...
ResponderEliminarMe han encantado. Otra terapéutica forma de salir para adelante .
EliminarYo no estoy tan seguro; valoro mucho el trabajo de José Luis García Martín y su amistad, y sé que los efectos secundarios están ahí... A ver qué tal.
EliminarLo considero un crítico muy honesto y sincero que no se casa con nadie. Esto lo diferencia de quienes escriben en suplementos culturales, a quienes no se puede creer pues parecen escribir al dictado comercial de las editoriales. El problema es que en su "Crisis de papel" García Martín no aplica la llamada "regla Bambi" de la crítica: si no puedes alabar un libro, no hables de él.
ResponderEliminarSandra Suárez
Yo también siento esa admiración incondicional por la escritura de José Luis García Martín, querida Sandra, tengo todos sus libros y una amistad con el poeta de más de treinta años que aspira a otros treinta...
EliminarLo de la regla "Bambi" es una estupidez de campeonato, querida Sandra, el silencio sobre un libro es una aplicación sin más del civismo crítico: no quemar el esfuerzo ajeno desde el matonismo verbal es solo un ejercicio de prudencia.
Muy agradecido por tu reflexión y seguimos cerquita, junto al amor por la literatura nos une la pasión incondicional por la crítica mesurada e imparcial de José Luis García Martín; son raíces fuertes. Un saludo cordial.
Amigo Morante, tus aforismos están muy bien, pero no creo que tengan nada que ver con unas objeciones razonadas sobre la edición de un libro de Juan Ramón Jiménez. Yo sabía de tu edición, y me dispuse a reseñarla con el mayor entusiasmo, pero luego vi lo que vi y dije lo que dije, por respeto a Juan Ramón y a los lectores, y lo que nadie más se iba a atrever a decir. Lee, por ejemplo, la reseña que Benítez Ariza dedica en El Cultural de esta semana a la antología de aforismos "Fuego de palabras" y compárala con la mía en "Crisis de papel". Y Benitez Ariza es un crítico culto y ponderado, pero si quiere seguir en el suplemento tiene que hacer esas cosas. Yo estoy libre de tales servidumbres. Pero, si te he de ser sincero, preferiría que esa antología de aforismos de Juan Ramón Jiménez no la hubieras preparado tú sino Vicente Luis Mora (o, en su defecto, mi admirado Karmelo C. Iribarren).
EliminarMuy agradecido por tu comentario, querido poeta, y la esperanza de seguir encontrando en cualquier calle del laberinto urbano tu amistad y tu escritura. Ambas cosas son un privilegio, como tus palabras en estos puentes de papel.
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