La traición Seudología XII Miguel Catalán Editorial Verbum Madrid, 2020 |
TREINTA MONEDAS
Nunca parece cerrarse ese deambular circular sobre la idea de si la
literatura es útil y tiene capacidad para generar dinámicas de conciencia y compromiso
en la sociedad. Desde la convicción de que la escritura trasciende siempre el
sentido estético, Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) impulsó las vetas
imaginativas de una extensa tarea. En ella se relacionan facetas complementarias
como los aforismos, reunidos en Suma
breve (Trea, 2019) y en el conjunto póstumo Suma y sigue (Libros al Albur, 2019), la senda narrativa, aglutinadora
de cuatro ficciones largas y tres libros de cuentos, el ensayo y las piezas de Seudología, marco teórico sobre la
falsedad. Del tratado han aparecido hasta la fecha once peldaños, cuya altura
teórica ha conseguido encomiables reconocimientos: los Premios de ensayo Juan
Gil-Albert y Alfons El Magnànim, o el Premio de Ensayo e Investigación Juan
Andrés, junto al Premio de la Crítica valenciana.
Ya en el tramo de cierre de la indagación filosófica, La traición constituye la décimo segunda
entrega del tratado Seudología sobre
las prácticas lesivas del engaño moral, que tendrá como epílogo conclusivo el
volumen La mentira benéfica. Miguel
Catalán emprende el sondeo con una cartografía clarificadora, que estudia
rasgos definitorios de la traición, la ruptura del nosotros, la conducta
desleal a la propia identidad y los referentes históricos culturales más paradigmáticos
de la simulación moral personalizados en Judas Iscariote. Aquel destinatario de
las treinta monedas se ha convertido en símbolo máximo de la conducta traidora,
como aglutinador de motivos y condiciones que impulsan a la indignidad. Su
estar supone la ruptura unilateral de un vínculo de cercanía discipular,
generosidad y aprendizaje.
El itinerario meditativo de Miguel Catalán comienza con los trazos
definitorios de esta actitud y recuerda una clarificadora cita de Pío Rossi:
“Generalmente, son nuestros mejores amigos quienes nos traicionan”. Evoca una
historia real, con las pertinentes veladuras nominales, para contextualizar una
situación frecuente que sirve como umbral y perspectiva abierta de la acción
moral. La traición crea una repulsa inmediata porque nace en el ámbito de la
amistad, la confianza personal y el afecto íntimo, lo que hace más fácil
socavar cualquier estrategia defensiva frente a la hostilidad exterior.
La
decepción de expectativas ante el nosotros recupera dos secuencias del presente
muy conocidas por los lectores, que afectan a la moral colectiva: el Informe McNamara
y los papeles de Wikileaks. Ambas comparten similares conceptos reflexivos, ya
que nacen desde la filtración de documentos confidenciales que supuestamente
afectan a la seguridad del estado. Ponen en conflicto la libertad de expresión
individual y su sentido ético y los intereses de la nación. De esta manera, se
plantea la dualidad de juicios entre quien se siente obligado por sus
convicciones morales a denunciar actitudes supuestamente delictivas y la
reacción generadora del poder que considera estos hechos como alta traición,
engaño, crimen y delito. Se abre así un territorio reflexivo que se acerca a la
perversión moral y a la construcción de una verdad interesada de lo social. El
estado exige la preservación de una apariencia y el sostén de la necesidad
histórica. La luz idealizada del interés colectivo oculta en la penumbra la
represión, la violencia de estado y la censura.
La figura de Judas Iscariote, el apóstol
traidor, resulta paradigmática en la tradición occidental. Su pacto con los
perseguidores de Jesús de Nazaret personaliza las huellas de la infamia, una
huida hacia adelante que genera actitudes hipócritas de fingimiento permanente
con el objetivo de salvar la imagen social. Judas Iscariote es el beso y la
delación.
Desde el aporte cultural, pero también a partir de situaciones
cotidianas que emanan de la realidad más inmediata, Miguel Catalán desenmascara
la infamia moral de la traición. Desglosa sus identificaciones en la Historia y
en este periodo digital, a menudo oscuro e incomprensible. De este modo, en esta
puerta de Seudología, el filósofo
valenciano prosigue su empeño de abordar una ética construida con la
inteligencia, en la que guarda sitio al humanismo. La sabiduría vital de Miguel
Catalán recuerda que no se trata de encerrar dogmas en la cápsula del tiempo
sino de hacer de la exigencia moral un presente continuo, el sustento activo de
las relaciones personales y la lealtad mutua.
JOSÉ
LUIS MORANTE
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