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EPIFANÍA
Ordinal necesario,
la pulcritud se aplica en dar forma y textura
al poema feliz.
Es palabra con alas que difunde
el hilo en el ovillo
de los sueños.
El poema desciende luminoso,
anuda la belleza
y remoza pequeños propósitos baldíos
pues no contiene lastre
y conoce remedios
contra el cerco famélico
de cualquier decepción.
Auroral, el poema
asordina la angustia
y no marchita pasos
en la tierra de nadie
del chantaje afectivo.
Sus palabras exigen
que tenga la avidez
salina de lo intenso
y disloque en el aire
toda asepsia expresiva.
Que soporte la ley
gravitatoria del trapecio
y se mantenga
sobre la cuerda frágil de sí mismo,
como un don disponible
que sostiene el azul
y todo empieza.
Debe saber también,
hecho gesto final,
guardar el extravío
bajo techo.
(De Nadar en seco)
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