Hilos de luz |
EXIGENCIAS
No basta la buena intención; para
que el itinerario personal cruce
el umbral de lo permanente y busque pronto ese cielo de fondo del lector debe
cumplir, de forma imprescindible, algunas exigencias. Cuánto emociona escuchar
su voz dubitativa en el taller. La literatura es un encuentro pactado entre dos
comensales: el autor y las palabras; son dos caminos que se juntan en un punto
de cruce, ajenos al invierno, para firmar acuerdos y pactos comunes. Cada gota
pregunta donde debe guardar su transparencia. Cada género asciende a su peldaño
para depositar en él sus huellas firmes: el ensayo, el sentido cartesiano, a
salvo de cualquier disgregación; el aforismo la persuasión pedagógica y la
prolongación del pensamiento; el relato la complicidad y la pequeña magia del
final; la novela, el paso libre de los argumentos y la inteligencia ordenadora en el rumbo de los
personajes; y la poesía, el misterio vespertino de la insinuación, el no sé qué
que queda balbuciendo; el escritor, la intuición creadora, la riqueza emocional
y la mano fuerte de un día laborioso que consume su luz en un instante.
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