El Bohodón Fotografía de La voz de Medina |
RECUERDO INFANTIL
Antes de que la niebla
apagara su luz,
una vez fue mi casa.
Forjaron sus paredes
maleables arcillas
y barderas resecas;
y protegió sus techos
con rojizas
pendientes
para dormir la nieve
y hacer de la nostalgia
una lluvia inducida
por el ceño gravoso del invierno.
Se emocionan mis manos
si abren puertas de nuevo
la cuadra y el lagar,
la escalera sin pasos,
el palomar doméstico
y aquel entorno oscuro del doblado.
Allí –no sé por qué-
nunca prescribe
la terapia efectiva
del niño que cobija sus preguntas
en los frágiles bordes
de una página escrita.
apagara su luz,
una vez fue mi casa.
Forjaron sus paredes
maleables arcillas
y barderas resecas;
y protegió sus techos
con rojizas
pendientes
para dormir la nieve
y hacer de la nostalgia
una lluvia inducida
por el ceño gravoso del invierno.
Se emocionan mis manos
si abren puertas de nuevo
la cuadra y el lagar,
la escalera sin pasos,
el palomar doméstico
y aquel entorno oscuro del doblado.
Allí –no sé por qué-
nunca prescribe
la terapia efectiva
del niño que cobija sus preguntas
en los frágiles bordes
de una página escrita.
(Del libro Nadar en seco)
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