jueves, 18 de abril de 2024

JON FOSSE. POESÍA COMPLETA (Volumen I)

Poesía completa
(Volumen I)
Jon Fosse
Traducción de Cristina Gómez-Bagggetthun
Editorial Sexto Piso / Poesía
Ciudad de México, Madrid, 2023


CUATRO PASOS EN LA POESÍA DE JON FOSSSE

 
   La geografía creadora de Jon Fosse (Haugesund, Noruega, 1959) condensa un territorio plural que integra de forma simultánea literatura infantil, ensayo, teatro y poesía. Su obra transita decenas de idiomas y ha sido reconocida con numerosos premios que culminan con la concesión por parte de la Academia Sueca del Premio Nobel 2023. Pese a la solidez de su trayecto, el autor  sigue siendo en nuestro idioma una línea de sombra. Celebramos el oportuno entusiasmo editorial de Sexto Piso que acoge toda la cosecha lírica del escritor en dos volúmenes traducidos por Cristina Gómez-Baggethum, licenciada en Filosofía, doctora en Historia del teatro y Crítica Teatral, con una amplia estela de traslaciones al castellano de escritores nórdicos.
   Desde la soledad esencial de la lectura emprendo mis primeros cuatro pasos en la poesía de Jon Fosse. El volumen I reúne las tres entregas iniciales: Ángel con agua en los ojos (1986), Los movimientos del perro (1990) y Perro y ángel (1992). La andadura del poeta comienza con una poesía intimista, aunque con un cierto aire de objetividad y distancia. Los poemas vislumbran lo que somos y hacemos, la letra caduca que conforma la lluvia de soledad en un entorno que marca con su presencia el discurrir existencial. Lo vivido en su persistente oscuridad enlaza evocación e instantes del presente. Los poemas marcan las pautas de un itinerario ficcional cercano a la perspectiva realista con situaciones aparentemente domésticas, aunque siempre atento a sorprender el lado onírico de lo real. Los espacios poéticos dejan la sensación de ideas fragmentadas, como si las certezas sensoriales necesitaran el refrendo de la reflexión. En otros momentos se convierten en reescrituras y variaciones de magisterios cercanos como Georg Trakl, o dejan la calidez sensorial del deseo en un erotismo que prefiere la sugerencia del reflejo y el merodeo visual de una escena onírica a la descripción. El tono cortante del relato poético sugiere la mirada paciencia del espectador que anuncia lo que ve o se imagina con un ritmo cortado, repleto de pausas, hasta que otra vez las voces, con el denso peso de lo alucinatorio, emergen desde el silencio.
  Prosigue itinerario Los movimientos del perro en cuyos poemas se acrecienta la fragmentación visual y el hermetismo. La idea del poema conforma comparaciones que enlazan estratos semánticos distintos. Los temas van y vuelven mudando la significación, como si se agitaran por dentro. Los versos crean una atmósfera de incertidumbre y despojamiento, se hacen con escuetos materiales, como si nacieran desgajados y esenciales desde el interior, presentes e incomprensibles.
  El personaje verbal del niño chico suscita composiciones en forma de cantares infantiles, en los que la rima pone un aire popular y engarzado con la tradición oral. Pero pronto se suman, desde la reiteración de un supuesto motivo circular, al tema orbital de las composiciones donde el perro se transforma en elemento simbólico, como el ángel en la primera entrega.
   Perro y ángel (1992) ocupa el tramo final de este primer volumen compilatorio. El título enlaza dos sustantivos que determinan los poemas anteriores, como si el escritor quisiera resaltan que su geografía poética se construye a partir de motivos recurrentes. También la presentación formal de los textos permanece. El yo poético mira alrededor para anotar con los sentidos el cromatismo del entorno. La mirada se desplaza y da razón de vida al pensamiento. El poema se hace testimonio de una instantánea visual. Todo aparenta la calma de un día cualquiera. Y desde ese sosiego retorna el paisaje de la evocación en el que se entremezclan sensaciones y lecturas. La voz de Jon Fosse nunca es ajena al fluir de la tradición; como sucediera en otros libros, aquí rescribe ideas y poemas de Hölderlin, como escritura  que se reflejara en un cristal.
 Las palabras acogen lo paradójico, la presencia de lo ausente, la luz de la oscuridad, el viaje al mar de una barca que se dirige hacia la negrura; son desplazamientos de los significados que en ocasiones solapan la línea argumental y dan pie a interpretaciones más complejas. El yo que escribe es un yo cambiante que hace del tiempo un presente continuo y una persistente desaparición de la identidad porque cada texto cobija a quien lo escribe. Se hace un cuarto perdido en algún sitio con la luz prendida.
 
JOSÉ LUIS MORANTE


 

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