Después de tantos años ejerciendo de público en recitales de poesía y después de tantas presentaciones de mis poemarios se me ocurre una tipología de urgencia sobre el oficio de leer que refleje la soledad sonora del poeta ante el micrófono abierto. En ella están:
. Los declamatorios que convierten el poema en una representación teatral y confían el verso a la capacidad expresiva de la mímica gestual.
.Los silenciosos, que afirman la timidez de su lírica con un tono monocorde y dubitativo.
. Los que recitan con voz solemne y cadenciosa, de cura de aldea en púlpito de fiesta patronal.
. Los que optan por el tono eficiente de un funcionario en prácticas y despojan las estrofas de hojarasca sentimental.
. Los que buscan en el poema humorismo, esa empatía cordial que lo convierte en chiste.
.Los exhibicionistas biográficos que practican el confesionalismo radical y ponen lugar, fecha y contexto vital a cada verso.
. Los que prodigan una apropiación intensiva de citas para mostrar la plenitud de su erudición. El canon de préstamos literarios lo encabezan Borges, Antonio Machado, T. S. Eliot, Ángel González, Jaime Gil de Biedma y en un pelotón próximo, Baudelaire, E. Pound y el "poesía eres tú", con permiso de Gustavo Adolfo.
. Los que entonan con el luto puesto, dando el pésame, como si la poesía viviera en ese instante turbio que precede a la defunción y consumiera su último rescoldo.
No cabe duda de que esta tipología hubiera incrementado su didactismo si, aplicando el cotilleo discreto de un reputado escritor de diarios, en el primer grupo hubiera incluido a X. como ejemplo práctico, en el segundo a H., en el tercero a K. y T., así hasta el último. Pero no supe resolver las inclusiones circunstanciales y pasajeras y, lo que es más complejo, no supe dónde hallar mi propia ubicación. En ello estoy.
Pues creo que eres de los que abrazan al oyente y le acomodas para que disfrute de tus poemas...Claro, que me temo que no soy objetiva..
ResponderEliminarBueno, excelente la tipología, aunque corta. Nos podríamos ir a una caracterización infinita del poeta lector. Sin X ni tapujos, veo en esa caracterización que prodigas a muchos de nuestros coetáneos. La teatralidad de Joan Margatit, sin ir más lejos, ocuparía el lugar descatado de una de ellas. El ensimismamiento de Jordi Doce (habla para sí mismo puede decirse) ocuparía lugar destacado en otra de ellas. Sin embargo, sería más divertido ubicar a eximios poetas en estas y otras clasificaciones. ¿Quién no recuerda el llanto monocorde de Unamuno, la dicción sólida de Juan Ramón, el acartonamineto finfido de Salinas, la voz aflautada y ñoña de Guillén, la predecesora voz de NODO de G. Diego, la cantinela medrosa de Alberti, la voz dramática e impostada de Blas de Otero, la rijosidad de Claudio Rodríguez...?, y así tantos y tantos.
ResponderEliminarEn cuanto a ti, amigo Morante, no te ubico en ninguna de ellas. Como quiso acaso nuestro Blas de Otero: escribo (leo) como hablo.
saludos
RV