Villalbilla (2013) Fotografía de Miguel Doze |
OTITIS
El zumbido no cesa.
Es una rasgadura,
una ola que llega
de forma imprevisible,
una pulsión secreta
que dispersa señales
a destiempo.
Acudo al otorrino.
Con gesto relajado
prodiga pormenores,
dictamina las causas.
Me firma complaciente
algún diagnóstico:
trastornos auditivos;
el tímpano anegado
por voces que no existen.
Todo bajo control,
algunos fármacos
y ejercicios sencillos;
me falta aprendizaje
y discernir los ecos
que engañan al silencio.
(De Ninguna parte, Sevilla, 2013)
Nunca pensé que a una otitis se le pudiera describir tan bien y tan poeticamente.
ResponderEliminarEs que mi desajuste auditivo tiene síntomatología poética, querida Tracy, y solo se cura con un buen libro entre las manos.
ResponderEliminarSé que abuso de tu tiempo y que eres muy generosa, así que no me canso de reiterar que tu presencia en estos puentes es una alegría. Besos.
Gratamente sorprendida con este poema. Cualquier detalle de la realidad puede ser inspirador. Un cálido abrazo, José Luis.
ResponderEliminarSiempre es grato pensar que alguien que conoce bien mi poesía, como tú, encuentre ángulos nuevos. Un abrazo entrañable.
ResponderEliminarExtraordinario.
ResponderEliminarGracias por la exageración, Isabel, sé que es afecto, espero con mucha ilusión el envío de tu libro. En cuanto llegue acuso recibo. Y disfruta, que ningún trabajo impreso posterior deja la calidez sobre la mesa del primero.
EliminarPoesía de la que me gusta...
ResponderEliminar:)
Gracias, Sandra, conoces bien mi forma de entender el poema, ese ejercicio de media voz que pone ante la mesa dos soledades juntas. Una alegría sentir la tuya.
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