Próximamente pan José Iván Suárez Fundación José Hierro, Alegría Getafe, Madrid, 2010 |
FUTURO IMPERFECTO
No sé cuándo José Iván Suarez
(1980), poeta, periodista y hortelano en la sierra de Albacete, leyó Un mundo feliz, aquel libro visionario
de Aldous Huxley que cruzaba laberintos en una sociedad futurista de clonaje y
genética sumisa; ni sé tampoco si llegó a recitar ante un cristal con lluvia el
monólogo final del replicante Roy Batty, en Blade
Runner. O, si antes de perderse en la periferia manchega, ha pasado largas
tardes de sábado otoñal con castañas asadas y leña en la lumbre viendo la
violencia móvil de Mad Max Salvajes de autopista con un Mel Gipson
épico… No sé, digo, pero el primer libro de José Iván Suarez que cierran mis
manos, Proximamente pan, más que a
pandillas generacionales y a etiquetas gregarias de compañeros líricos,
trasmite una notable impronta singular, un eco distinto, hecho con fuertes
sensaciones visuales, como si los poemas fuesen enunciados narrativos con
claras afinidades cinéfilas.
El libro cuenta con un meditado
prólogo de Luis Eduardo Aute y fue reconocido con el Premio Inernacional de
poesía Margarita Hierro. Y, como decía, tiene una clave situacional que da a su
lectura un aire de relato: “los versos de este libro transcurren en agosto de
2087. Urbe padece calentura y el cobre ya no sirve ni en los trueques. desde
algún lugar regresa el chiquillo onomatopéyico, a bordo de su 600 carburo
licuado de aceite”. No cuesta mucho apuntar en la imaginación esta nueva salida
de un donquijote sideral cuyos molino es el estar de la supervivencia, el
exilio de cualquier quimera falsa en un futuro imperfecto.
La poesía de José Iván Suaérez se
plantea como un itinerario que va consumiendo capítulos como tenaces pruebas
que debe resolver el yo cansado, ese ego verbal que encarna en tercera persona
el chiquillo onomatopéyico, una cualidad más que define un lenguaje
comunicacional reducido a la mínima expresión, al ruido simple…
El pan sugiere el logro y el trasiego por resolver la necesidad básica. Con aire de refrán o de
aforismo, el pan enlaza las frases de apertura de cada capítulo: “donde hay
hambre, no hay pan duro”, dice el primero. Así sale al amanecer la luz de un
estar desapacible que se enuncia con la distancia del testigo. Un narrador
relata el discurrir de pasos y elementos de Urbe, hábitat del mañana que impone
su cartografía de óxido y derrumbe.
El ambiente poético entremezcla
sombras y luces, junto al frío perduran como sensaciones vitales, el amor y el
deseo, esos impulsos que van rellenando con tiza las existencias de
protagonistas aleatorios que han hecho del lenguaje una amalgama de sonidos.
En Próximamente
pan José Iván Suárez deja una manera de interpretar el mañana desde una
poesía de gran fuerza expresiva. Sus versos discrepan del enunciado lineal para
sembrar un huerto literario de inspiradas imágenes, que a veces parecen
escritura automática, y otras, humorismo surrealista; poesía que hace suyos la
corteza de pan endurecida, el humor agrio y el calor volátil de la intemperie.
De alto interés para percibir la evolución escritural del escritor es adentrase en los poemas de "Egoclasta" (Amargord, 2015), que cuenta con un análisis previo de Julián Cañizares Mata. El lector no quedará decepcionado en absoluto.
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