La metáfora del corazón José Pulido Navas III Premio internacional de poesía "Pilar Fernández Labrador" Diputación Provincial, Salamanca, 2016 |
LATIDOS
La hermosa cubierta de La metáfora
del corazón reproduce una imagen de Miguel Elías y deja una primera impresión
visual que remite a la sensibilidad de Oriente. También el título de este
poemario de José Pulido Navas desdeña el enunciado figurativo para abordar una
lectura interior de la identidad. En un detallado liminar, “Hombre, latido del
tiempo”, el poeta y periodista Carlos Aganzo explora el itinerario personal como quehacer expansivo iniciado en 1983 con la entrega Donde se escribe el silencio. El escritor ha
ido sumando estaciones en el tiempo hasta abordar el andén de La metáfora del corazón, una colección
de poemas reconocida con el premio de poesía Pilar Fernández Labrador. Carlos Aganzo
subraya en los tramos líricos una propuesta estética
común definida por el empeño en sondear los arcanos del intelecto. De este modo, el poema deviene mirada interior a la conciencia, siempre velada por el
misterio de ser en el devenir del tiempo. Lo transitorio deja en las manos una caligrafía cuya naturaleza resulta paradójica, como refleja la cita de San
Agustín que José Pulido recupera como umbral de sus versos: “¿Qué es, pues, el
tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si trato de explicárselo a quien me
pregunta, no lo sé”.
Con el tono firme de la elegía arranca un poemario cuyo argumento
central, como se ha expuesto, es la textura que conforma la naturaleza
de nuestro estar en la rueda tenaz del calendario; el sujeto se ve a sí mismo
como superviviente del discurrir, protagoniza un denso aprendizaje
cognitivo. El pasado ya es humo por más que sus indicios a menudo perduren bajo
las formas veladas del recuerdo. Y el ahora es el paso tenaz de la costumbre,
un laboreo por lo cotidiano que intenta dar sentido a la esperanza y percibir
el mínimo prodigio de la existencia. Ser es habitar el reloj, encarnar
dentro esa historia del tiempo que convierte al hombre en latido, casi
inadvertido y frágil, proclive a la emoción y la añoranza.
Símbolo de finitud, el corazón se hace metáfora del tiempo; sus
movimientos acompasados encarnan el fluir y van dejando indicios, un memorial de vivencias que contiene en su cavidad emociones y olvidos;
mientras, en ese caminar hacia la ceniza,
la existencia pugna por encontrar su sentido en el humo de los días.
La tradición literaria ha convertido algunos elementos cotidianos en
símbolos en los que el asombro y la belleza se abrazan y propician la
celebración. Así sucede con la imagen visual de la luna, elemento central del
haiku, y sustrato inspirador de las composiciones de “Calendario lunar”,
segundo apartado del libro de José Pulido. Estático y lejano, el astro aparece
como una inalcanzable tierra de promisión que solo deja percibir su belleza en
la contemplación y crear en quien mira los estados de ánimo que definen la
nostalgia, el ensimismamiento o la oscura puerta de los sueños.
El amor como núcleo afectivo enfoca la mirada de los últimos
poemas. desde el recuerdo, la voz confidencial recrea la intimidad del
pretérito, una nube sentimental que asciende como savia desde la raíz hasta la
piel para marcar las sensaciones que propiciaron el lenguaje de la luz,
esas amanecidas en las que también se van añadiendo los ciclos estacionales que
compartimos con los demás y que conforman los rituales colectivos de la vida
social: las fiestas, los carnavales, el nacimiento de la primavera, la noche de
san Juan… Contingencias que acercan al yo ensimismado al latido común de la
existencia.
Es inevitable al clausurar el libro de José Pulido no recordar los
análisis de María Zambrano entre filosofía y pensamiento poético que Andrés
Amorós definió en un logrado ensayo como “La metáfora del corazón en la razón
poética de María Zambrano”. La poesía de José Pulido enlaza con la reflexión
para abordar las pulsaciones del tiempo, para recuperar los pasos que la memoria dicta en ese continuo diálogo entre finitud y permanencia.
Excelente lectura, José Luis, de un excelente libro. Ya nos queda menos. Un abrazo y mis mejores deseos para ti y los tuyos para este 2018 que ya tenemos en puertas.
ResponderEliminarNos queda poquito, Antonio, te debo un libro y unas cervezas, así que lo tengo anotado con la tinta del afecto para que no se me olvide, yo que soy despistado y que ando como Marco Polo de aquí para allá. Mientras recibe un fuerte abrazo y mis deseos de un gran año literario y personal.
ResponderEliminar