El calor del adobe Imagen de FSR |
EN FAMILIA
En casa no nos gusta incomodar a nadie, señor comisario. Las cosas como son. No hay más indicios, pero todos buscábamos algo. Mi madre buscó el sosiego en la farmacia; mi padre en la mudez de un cigarrillo,
convencido de que el cansancio y el frío están en las palabras pero son otra
cosa; mi hermana, cuando niña, en el reclinatorio de la ermita y, después, en la
esquina más rentable del polígono sur. Yo, que no busqué nada, encontré un libro
y en él sigo.
Vivimos juntos el abuso feliz de sentirse en familia. Repare usted,
señor comisario, que en nuestra casa los sueños nunca dieron ningún paso; siempre huyeron del calor del adobe.
(Del libro Cuentos diminutos)
El calor del adobe,y la intimidad férrea del tapial, cercanías necesarias que nos educaron! Gracias poeta!!
ResponderEliminarGracias a ti, querido Luis, por tu generosa disposición siempre en vigilia para acercarte a mi escritura; este libro de microficciones es una de las tareas pendientes que alguna vez habrá de concluir. Mientras anticipo una mirada al género negro, a esos argumentos que dejan un poco de tristeza entre los dedos.
EliminarEl espacio y el tiempo reducidos en un ámbito de adobe que acoge la vida de una saga. Pudieren ser cien años de soledad concentrados en dos minutos. Un abrazo, José Luis.
ResponderEliminarUn abrazo Miguel, y muchas gracias por buscar esa saga en un instante. Qué buena lectura. Y aquí seguimos entre breverías e incertidumbres, con la certeza de caminar en compañía de gente como tú, siempre grande.
EliminarUna familia estupenda juntos pero no revueltos que se dice en mi tierra.
ResponderEliminarQué buena reflexión, Tracy, no es lo mismo revueltos que juntos, y estos personajes en busca de autor hacen una familia a trasmano, de las que ponen la sopa de tristeza a compartir. Un fuerte abrazo.
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