Línea de sombras Antonio Jiménez Millán Fundación Huerta de San Antonio Colección Juancaballos de Poesía Úbeda, Jaén, 2020 |
TEATRO DE SOMBRAS
El discurrir literario de Antonio Jiménez Millán (Granada, 1954) multiplica
entregas y modulaciones. Cuando todavía perduran los aplausos críticos a su
poemario Biografía, historia (Visor,
2018), finalista del Premio de la Crítica, y tras la original propuesta irónica
de Veinte sátiras y un deseo, llega a las librerías la compilación Línea de sombras, con prólogo de Justo
Navarro y colofón de Juan Vida, también responsable de la imagen de cubierta y del
diseño de la colección.
Desde el despertar poético en Granada, a comienzos de los años 80,
Antonio Jiménez Millán ha cultivado el poema en prosa. Línea de sombras compila una nutrida selección de esta estrategia
expresiva y anticipa una decena de inéditos del trabajo en preparación Noche en París. Se constata por tanto
que, más allá de un recurso coyuntural, en este itinerario el poema en prosa
tiene carácter orgánico. Ha ido manando, como corrobora Justo Navarro, desde un
pensamiento cuajado de viajes interiores, percepciones, sugerencias y
sensaciones prolijas, ordenados por la secreta arquitectura del discurrir. Los
poemas dejan sitio a un sujeto verbal que testifica miradores y planos; en
ellos los sentidos dialogan con elementos del entorno, acumulan estampas, dan a
las secuencias vitalesr un cúmulo de colores y formas hecho de mutaciones que
trascienden el plano romo de la realidad.
La cronología va dictando las sucesivas secciones. Así, en “Primeros
poemas” toman voz tres composiciones escritas entre 1981 y 1983, cuando
adquiría existencia el poemario Restos de
niebla. Estos frutos tempranos recuerdan instantáneas fijas, patrimonios de
una memoria visual que preserva signos de un espacio recobrado en cuyos indicios
halla cobijo un entorno ideal. Hay en ellos un rumor de confusas figuras y
rostros sin edad que vuelven hacia el ahora, como si todavía buscasen perdurar anclados
en un territorio de esperanza. Con similar sensibilidad, leemos “La noche de
los fuegos” texto perteneciente a Ventanas
sobre el bosque, donde las palabras ratifican el humo estéril de las
pérdidas; o el hermoso aguafuerte de “Línea de sombras”, una superficie textual
que en su parquedad narrativa reconstruye una historia de amor y desolación con
esa calidez nocturnal del cine negro.
El tramo elegido de Casa invadida busca
su eficacia en los referentes textuales; los textos se habitan por nombres
propios que sellaron una actitud creadora que perdura en el tiempo. Germina una
sensación de homenaje, como si en los lugares amaneciera, también en la
ausencia, la pulsión del arte. Protagonizan esas voces en el umbral de la
inexistencia poetas y pintores, figuras adheridas al reino de lo inestable que
conforman un friso desajustado y caótico, un magma sedentario de extrañeza que
propicia la evocación y el cauce reflexivo sobre la temporalidad.
Lo cotidiano en las láminas visuales de Inventario del desorden (2003) entrelaza espacios abiertos a la
percepción y decurso evocativo. Es un intento de captar el tiempo como un
escenario mudable, fragmentado y simbólico. Abundan alrededor los mensajes
cifrados, esas sensaciones de una realidad diluida cuyos márgenes coinciden con
la extrañeza de lo imaginario.
En el párrafo íntimo y meditativo de los aportes de Clandestinidad es permeable el paso de la historia. Toma el pulso a
las noticias que están en la memoria de todos, como los salvajes atentados
fundamentalistas de 2004 en Madrid, tras la espiral de sangre del 11M. Esa
imagen terrible reitera la actualidad de algunas fotografías de la guerra civil
y el laberinto calcinado de los bombardeos y traza también afinidades con el
golpe de estado el 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno popular de
Salvador Allende en Chile. Es el crudo relato de la desolación y la barbarie en
el que se liberan las sombras más oscuras del existir; la muerte como un
expandido lugar sin contornos.
Las teselas de Biología, historia
despliegan diversidad. Se hace palabra el vibrar de la música, el retorno de un
fondo sonoro que crece en la memoria como un sugestivo pentagrama para
reconstruir estampas pretéritas; pero sin un solo hilo argumental queda espacio
para la lectura moral de “Resentimiento” y para perderse en esos cruces
tangenciales de lugares y presencias en los que sobrevuela un clima de
irrealidad que confirma la conciencia del tránsito y el cúmulo de
circunstancias que van puliendo las aristas de la identidad.
Algo de ajuste de cuentas con el entorno ambiental y su predisposición a
la mirada crítica tienen los poemas procedentes de Veinte sátiras y un deseo (2018). En “Miseria” se quita el púlpito
a lo mediocre para que aparezca con la altura justa y en “Insomnio” se muestra
en versión friki el autorretrato apresurado de ese yo desdoblado que llena la
vigilia con torpezas y ráfagas de memoria.
Como explicamos al comienzo, se incorporan como cierre anticipos de la
obra en marcha Noche en París,
escritos en el último año. En el de apertura se refugia la sombra en el exilio
de Miguel de Unamuno, que sufre la soledad callada del destierro, una sensación
que se contrapone como una paradoja del fluir con el gregarismo del turismo de
masas que ha invadido las islas. También de soledad habla el trayecto de “Línea
Uno”, donde una voz omnisciente describe el moroso deambular de un yo colectivo
que advierte de esa frágil hilazón con los otros. Ambientación de cine negro y
trama de novela en “Noche en París”, paseos por Roma o una estampa de
observador ensimismado frente a la Ópera Garnier cobijan otros estratos que
hacen de la poesía observación y crónica, indagación existencial y recuerdos…
De notable interés es el cuestionario que Antonio Jiménez Millán integra
como respuesta a una lejana publicación de Marta Agudo y Carlos Jiménez sobre
el poema en prosa en España. Un género que forma parte de nuestra tradición y
que el poeta y profesor emplea convencido de que traza su propia ruta de
posibilidades expresivas; el formato no es homogéneo; dialoga consigo mismo
para hacerse silencio y experiencia. Contiene un negativo de imágenes dispersas
y es memoria que enlaza el sendero incierto de los días. Los poemas en
prosa de Antonio Jiménez Millán se conjuran para dar vida a las íntimas tramas
de un teatro de sombras.
JOSÉ LUIS MORANTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.