INCERTIDUMBRES
Frente al rocoso objetivismo de los estudios críticos que posiciona la
empatía en la media distancia, Lina Rodríguez Cacho, en la introducción de Viaje hacia la sombra, muestra su plena complicidad
afectiva con el itinerario poético de Joan Margarit y concreta que el magnetismo
arranca desde los poemas del libro Misteriosamente
feliz (2009). Al analizar el contexto histórico todavía perdura aquella
conmoción en el ánimo y la cercanía a la fertilidad creadora del poeta catalán
nacido en Sanaüja (Lleida), en 1939. La investigadora reivindica también el
placer del texto; de modo que su estudio no está nunca lastrado por el pie de
página y la nota erudita y abundan, en cambio, los poemas que clarifican ideas o llevan a escena consideraciones
biográficas.
En palabras de Lina Rodríguez Cacho Viaje
hacia la sombra es una colección de amparos –qué hermosa definición sobre
el sentido catártico de la poesía- expuesta con dureza y claridad. Sobrevuela
la lucidez de quien conoce los laberintos interiores, sus relieves y
contraluces, sometidos a un intenso ejercicio de introspección. Así nace un
quehacer que arranca en 1968, con el libro Cantos
para la coral de un hombre solo, publicado cuando el poeta tenía 23 años. Todavía es un mero ejercicio de
tanteo que no refleja las connotaciones plurales que alcanzará en el devenir la
creación poética. Desde 1963 a 1979 suma cuatro libros, de los cuales será Crónica la entrega epifánica, un título
de amanecida porque en sus poemas se oye la voz singular que anticipa los pasos
siguientes, ya escritos en catalán y sometidos a severa revisión. Los poemas
supervivientes se acogen en Restos de
aquel naufragio y bajo ese rótulo se integrarán como versión definitiva en
su obra completa.
Su
tenacidad bilingüe cimenta un ideario estético que en Viaje hacia la sombra se organiza en seis estancias. La producción
se agrupa temáticamente, superando el flujo continuo de cada poemario y su
discurrir diacrónico. Las estancias son cuartos interiores, “residencias
prolongadas del poeta en determinados lugares de la memoria, de los afectos,
del dolor y aun de la desolación”, una crecida verbal sin ataduras
preconcebidas y sin moldes divisorios. La casa conforma un completo plano de
habitaciones y puntos alternativos en los que habita el hablante lírico, casi
siempre en un estado de incertidumbre.
Los espacios argumentales arrancan con “Ciudades: querencias, heridas”.
Es innegable el absoluto predominio de una poesía urbana en la lírica de
Margarit, pero el molde cívico resulta complejo y contradictorio; a veces es
Barcelona la ciudad arquetípica; y el poema explora sus lugares más conocidos,
aunque sin apuntes idealizados; otras veces la ciudad es un espacio erosivo, de
soledad y decepción, o un lugar habitable que cobija esas historias de amor
atemporales que sobreviven en la evocación oscurecida.
Tras la guerra civil, en la larga etapa de la autarquía, confluyen el
maltrecho deambular colectivo y la desolación personal. Es un intervalo que
oculta la noche oscura de los vencidos. De su duración y desvarío hablan muchas
de las composiciones acogidas en “Posguerra”. El miedo y el rencor se han
acostumbrado a hablar entre líneas; en voz baja se asume la derrota. La
decepción es un yo desdoblado que sobrevive
y busca sentido tras la introspección al discurrir de un tiempo que acumula
hábitos y decepciones.
Es preciso recalcar que no hay
nihilismo en la poesía de Joan Margarit sino convicción de que es posible
dormir bajo techo. En el apartado “Refugios” los poemas recrean aquellos
conceptos que se hacen tangibles en la amanecida y dan cobijo y luz. Así nacen
sendas argumentales como la música y el jazz, el amor, el patrimonio intacto
del recuerdo o los lugares que fueron ampliando su hospitalidad para que las
etapas vitales hallasen sitio frente a la intemperie.
“Ellas” aglutina los perfiles plurales de identidades femeninas
que fueron compañía y fortaleza porque lograron crear en la infancia, o en el
azaroso camino de la madurez los itinerarios más cálidos de la verdad y el
afecto, un estar carente de grietas. La abuela, que vivió los efectos abrasivos
de la guerra civil, la madre solitaria de los días de posguerra, el amor de
Mariola o Joana son los nombres propios del poema.
El expresivo lenguaje del tiempo se define en la poética de Margarit con
un amplio abanico de símbolos y metáforas. Esa honda reflexión sobre el
tránsito continuo busca representación en el apartado “Las enseñanzas de la
edad”. Como un redoble de conciencia, los poemas constatan un pensamiento en
guardia ante el implacable mordisco del tiempo.
Por último, la escritura recuerda que el sujeto biográfico habita la
casa de la palabra. Viste los versos con su experiencia existencial y los
aportes culturales de su senda cognitiva. Como un espejo, la grafía versal
conforma un desvelado autorretrato. Ese encuentro del yo consigo mismo encalla
en los poemas recogidos en “Autorretratos”. Ellos completan el tramo final de
la antología que se cierra con el poema inédito “Conciertos”.
La poesía de Joan Margarit deja en su avance la noción de continuidad,
una entidad unitaria. Esa continua fidelidad se percibe en el corpus acogido
por la profesora y ensayista Lina Rodríguez Cacho en Viaje
hacia la sombra, tan inseparable del contexto biográfico y del indeclinable
sentido de la ética. Frente al arrastre temporal, los versos expanden una
función catártica. Sus palabras reclaman oxígeno y claridad, la precisión
constructiva de la palabra justa.
Autor genial al que da gusto volver...
ResponderEliminarGracias.
Totalmente de acuerdo, Clarisa, la poesía de Joan Margarit invita a un continuo regreso. En esta edición Lina Rodríguez Cacho pauta los andenes temáticos para que el viaje cumpla una trama argumental llena de vivencias emotivas, llena de luz. Muy agradecido por tu comentario y por caminar por estos puentes de papel. Un gran abrazo
EliminarMagnifica reseña, como siempre un placer leerte.
ResponderEliminarGracias por esta enseñanza de los grandes.
Un abrazo grande.
Gracias entrañables por tu amistad, Faustino Lobato, y un placer nuestro encuentro en Cáceres en todos los sentidos; es hermoso sentir la buena compañía en cada itinerario personal. Feliz jornada.
Eliminar