Delante de uno mismo Fotografía de internet |
Viajo mucho a ciudades lejanas, que desflecan sus encantos urbanos. Pero
casi nunca abandono la habitación de hotel donde me alojo. Es una costumbre que
espolea mi voluntad. Nació el día en que encontré en la fría superficie del espejo de mi cuarto de
baño el rostro del huésped anterior. Fue él, con gesto tranquilo, quien me
desveló su identidad. Tras una larga charla cuajada de dudas consistentes y olvidos,
me facilitó sin mesura el contacto con huéspedes encerrados en otros espejos. Todos
resultan interlocutores amenos, que buscan la liberación inesperada de la
confidencia.
Sigo en ruta. También la soledad que absorben los espejos es una calle que espera transeúntes.
Sigo en ruta. También la soledad que absorben los espejos es una calle que espera transeúntes.
(De Cuentos diminutos)
Ahí puede empezar una historia... Tiene toda la pinta. Quedamos a la espera de noticias, José Luis.
ResponderEliminarPor voluntad y ánimo que no queden, querido Luis, ahí estaremos, siempre bajo el sol fuerte de tu amistad.
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