martes, 26 de diciembre de 2023

MARIALUZ ALBUJA BAYAS. DOBLE FILO

Doble filo
Marialuz Albuja Bayas
Editorial Renacimiento
Sevilla, 2023

 

EN EL VACÍO


   La celebración en Quito de la XV convocatoria de Paralelo 0, durante el mes de noviembre de 2023, me ha permitido asomarme al presente poético de Ecuador donde se percibe la madurez poética del entrelazado generacional y la convivencia de nombres propios con sólida arquitectura creativa. Entre las voces punteras destaca Marialuz Albuja Bayas (Quito, 1972), poeta, narradora y Magister en estudios de la Cultura y la Literatura Hispanoamericana por la Universidad Andina Simón Bolívar. La escritora impulsa un trayecto expresivo forjado en un intervalo temporal de más de dos décadas que agrupa cinco libros de poesía, dos novelas, algunos cuentos y guiones dramáticos. Una producción notable y ampliamente reconocida. En 2017, la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras le otorgó el premio Dámaso Alonso en la categoría Creación Literaria. Antes, en 2008, obtuvo el premio Proyectos Literarios Nacionales, otorgado por el Ministerio de Cultura. Y sus dos ficciones narrativas lograron el premio Darío Guevara Mayorga a la mejor obra publicada en su categoría (En 2017 y 2019).
  Marialuz Albuja Bayas impulsa un taller en transición, con fuerte continuidad, que hace de la poesía estrategia central. Añade ahora Doble filo. La entrega se abre con citas en torno a la presencia de la madre, un elemento definidor del cauce argumental. La sección de inicio se titula “Autorretrato” y el conjunto poemático parece remitir al análisis minucioso de la travesía biográfica y al abordaje de los sentimientos que las menesterosas contingencias condenar al desajuste. Sin embargo, se objetiva el decurso lírico mediante la siguiente nota aclaratoria: “Los poemas de esta primera sección nacieron de un trabajo de exploración narrativa y dramatúrgica que dio lugar a tres obras independientes: Mi pe(o)rversión, Tal vez no fue así y la sección titulada Autorretrato de este libro de poemas”.
  Sirve de amanecida la composición “Trip” donde el fluir del verso recoge la contemplación del suicidio materno por parte de una mirada infantil convertida en testigo. En el poema afloran imágenes de impacto que sobrecogen y zarandean al lector. Los versos impulsan una sensibilidad dolorida que aglutina la pérdida afectiva y la conciencia de la culpa desde la experiencia personal. Con una expresión poética cercana y comunicativa, la escritura enuncia una historia de soledad y desarraigo, de extrema incomprensión en la toma de conciencia de la realidad y en las azarosas perspectivas del presente. Con nítida vigencia, perduran las observaciones del yo en continua fuga hacia la derrota. La imposición del desencuentro erosiona la cercanía a los afectos. Huir se convierte en pensamiento único y germina en el muro del poema una forma de encarar la soledad, de rescatar, en cierta medida, el lenguaje y establecer distancias. La mirada y la memoria constatan las cosas que se perdieron para siempre.
   El tramo central “Lengua” añade un nuevo enfoque del saqueo sentimental. Ahora es la madre quien toma la palabra en su estado depresivo y al margen de cualquier consuelo. En el apartado prosigue, desde el primer poema “Dasein” (Existencia), el empeño meditativo dispuesto a sondear la complejidad del legado vivencial y las hendiduras que origina. Los itinerarios hacia el otro recorren un caos y es preciso encontrar el lenguaje que defina tales mutaciones: “Que la belleza se vaya por donde vino / el túnel que teje el cuerpo / para después deshacerlo. / Permitir que todo siga su curso /abrazar la decadencia, la putrefacción…”. Si casi todos los poemas hablan del derrumbe interior de un yo subjetivo, la composición  “Habitante” explora el entorno como un daguerrotipo sombrío, con una ubicación concreta: la guerra de Siria y los efectos directos y colaterales del conflicto. Las inflexiones rememoran un noticiero que incorpora al dolor propio el desgarro comunitario y su proximidad afectiva, como si el mundo en ruinas estuviera dentro y formara parte del periplo biográfico en su caminar hacia la noche.
    Con clara perspectiva, Marialuz Albuja Bayas concibe el libro como un cuerpo unitario y coherente y centra su tercer apartado “Armas” en una reflexión moral sobre el amor que no pudo ser. La certeza de puentes rotos hacia el amor hace caminar, entre las sombras de la noche, con una inquietante pulsión en el pecho. No hay nadie. Otra vez el viaje sin regreso hace girar el pensamiento en un largo proceso de reconstrucción introspectiva que toca fondo: “Cuando me pierdo en esta orilla / soy mujer de poca fe que no consigue abrir las puertas del milagro. / Envenenada por la ferocidad y el vicio / me dejo ir en el lodazal donde no esperas por mí”. (p. 61). Esa conciencia del yo vuelto hacia sí mismo es una constante que va forjando una relación oscura, de trinchera, que enfrenta soledades sin refugio. En los versos hay una clara conciencia de temporalidad hacia el sacrificio y una percepción de extrañamiento que hace de lo mudable la única certeza: “Giré el espejo en dirección a la ventana / mientras la gente sucedía como agravio de los sentidos. / Imaginé la calle en pausa / Congelé voces y nubes” (“Red” P. 66).
  La poética de Marialuz Albuja Bayas en Doble filo es una inmersión profunda en el dolor provocado por el doble filo de la pérdida, la soledad y el desamor. Define el afán por entender el derrumbe afectivo. Suena el fluir de la conciencia que sale de una pesadilla, de una laguna negra en la que no es posible el rescate. El mirar introspectivo hurga en el inventario de los recuerdos para aferrarse al último hilo de la luz. Para guardar en las manos vacías melancolía y desazón, mientras la vigilia rememora un paraíso lejano, cerrado para siempre.

JOSÉ LUIS MORANTE


 
 
 
 

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